Fue un 19 de julio de 2006. Aquel martes de ahora hace 15 años, un flamante Boeing 777-200 de Singapore Airlines tomaba tierra en El Prat por primera vez. El aeropuerto barcelonés usaba entonces un único edificio dividido en tres: las terminales A, B y C. Esa distribución nació de la reforma del Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill para los incrementos de actividad los años 90, así como de la posterior del estudio de arquitectura Artigues & Sanabria en los primeros 2000, que tenía como objetivo responder a una demanda creciente antes de la inauguración de la T1 en verano de 2009.
Singapore Airlines aterrizó en Barcelona hace 15 años tras plantearse una disyuntiva en la península ibérica: volver a operar en Madrid como hizo a principios de los 90 con sus Boeing 747 u optar esta vez por Catalunya en su regreso a España. Esta vez ganó El Prat frente a la opción Barajas y de este modo la aerolínea añadía dos destinos más en Europa: Milán y Barcelona, pues se decidió que inicialmente y hasta que los números no dijesen lo contrario, lo más conveniente era que, tanto a la ida como a la vuelta, se realizase una escala intermedia en la capital de la Lombardía: 50 minutos sin necesidad de bajar del avión.
Así, la capital de Catalunya ganó un importante y estratégico destino intercontinental: una de las capitales económicas de Asia que, a su vez, es uno de los centros de intercambio de vuelos más importante de la región, Changi, impecable aeropuerto desde donde conectar con toda la red de Singapore Airlines en Asia y Oceanía. Concretamente, con siete ciudades de Australia, otras tantas en Japón, seis en China y muchos enlaces más desde y hacia Nueva Zelanda, Taiwan, Vietnam, Indonesia o Malasia, por poner algunos ejemplos.
Inicialmente, se programaron tres vuelos semanales. Ante el éxito en la ocupación media de los aviones, que rondaba el 90%, se cambió el modelo Boeing 777-200 por la versión -300, mucho más capaz en número de pasajeros y carga en bodega. Luego se fueron incrementando las frecuencias y, finalmente, ante el crecimiento de la demanda, se añadieron vuelos directos a Barcelona desde Singapur, recortando en dos horas cada viaje, manteniendo también los que tenían escala intermedia en Milán.
A Brasil por Barcelona
Uno de los grandes momentos de la compañía en El Prat se vivió en 2011. Cuando se cumplían cinco años de su apuesta por Barcelona, este aeropuerto se convirtió en su escala intermedia para llegar a su primer destino el Sudamérica: São Paulo, Brasil. Para ello, alargó su vuelo directo haciéndolo continuar hasta la capital económica de Brasil desde El Prat, un servicio que realizó en código compartido con la extinta Spanair (la existencia de la compañía barcelonesa fue básica para poder arrancar este servicio) e incluso la que sobrevivió, pues los vuelos por los que se podía volar entre Barcelona y Brasil con un avión de Singapur siguieron operando hasta 2016, año de cancelación de la ruta por una notable bajada de la demanda, provocada por la irrupción de otras compañías de Oriente Medio en el mercado latinoamericano.
Algo de historia
Singapore Airlines es la compañía de bandera de la República de Singapur, que con menos de 700 kilómetros cuadrados es uno de los estados más pequeños del mundo (Andorra tiene 468). La marca se creó en 1972, aunque su historia operativa se remonta a 1947, como Malaysian Airways, por la estrecha relación entre los dos territorios, hasta el punto de que en los años 60 la aerolínea pasó a llamarse Malaysia-Singapore Airlines. Pero, con la independencia de Singapur, todo lo que anteriormente estaba ligado a Malasia política, comercial o socialmente fue quedando atrás, incluido el transporte aéreo, de ahí el nacimiento de la marca.
Una marca que desde sus primeros tiempos apostó por la alta calidad en el servicio a bordo, la operación de una flota siempre muy joven y el lanzamiento de productos como un Boeing 747 con capacidad aumentada en su clase ejecutiva. De manera más reciente, se convirtió en el cliente que estrenó el A380 de Airbus en 2007, un hito para esta empresa que ha ganado premios y galardones de todo tipo en prácticamente todas las categorías: servicio a bordo, aerolínea global, mantenimiento, seguridad, confort o diseño de interiores.
Todos estos premios corroboran un legendario y perfecto servicio a bordo. Esto ha permitido que esta compañía se haya mantenido siempre en los primeros puestos del ránking de Skytrax, una auditoría creada en el Reino Unido y que se dedica al análisis y comparación en materia de calidad de las diferentes aerolíneas y aeropuertos de todo el mundo.
Una anécdota barcelonesa en 1979
Si bien es cierto que Singapore Airlines empezó a operar comercialmente en España llegando a Madrid en 1992 y apostando luego por centrarse en Barcelona a partir de 2006, la realidad es que aterrizó por primera vez en un aeropuerto español en 1979. Lo hizo precisamente en Barcelona, donde llegó, casi por casualidad, de la mano de Banca Catalana.
Y es que, a finales de 1978, el grupo Banca Catalana/Banco Industrial de Catalunya quiso premiar a los suscriptores de la 25a emisión de bonos de caja con un viaje exclusivo a Nueva York desde El Prat volando, ni más ni menos, que con el entonces novísimo Concorde. El grupo financiero fletó uno de los siete aparatos supersónicos de British Airways, que trajo a un primer grupo de clientes desde Heathrow a Barcelona el 24 de febrero de 1979.
Al ser sábado, el aeropuerto se llenó de curiosos con ganas de ver por primera vez el avión en directo. Como llegó de noche, el aparato durmió en El Prat y despegó al día siguiente transportando a un centenar de viajeros rumbo a Estados Unidos. Entre ellos viajó el entonces alcalde accidental de la ciudad, Manuel Font i Altaba, quien a la llegada al aeropuerto JFK fue recibido por su homólogo en la gran manzana, el carismático Edward Irving Koch, que después ejerció de anfitrión de todos los pasajeros y otras celebridades locales en una en una fiesta en el mítico Waldorf Astoria. Nunca Barcelona y Nueva York estuvieron tan cerca en tan poco tiempo.
Como curiosidad, el avión que operó ese vuelo tenía la mitad izquierda del fuselaje pintada con los colores de Singapore Airlines, ya que, entre 1977 y 1980, esta y la British operaron de manera experimental la ruta Londres-Singapur, siempre con reticencias por parte del gobierno de Malasia para el sobrevuelo de su territorio, por lo que no siempre estuvo adscrito a esa ruta asiática. El proyecto original fue unir en modo supersónico Sidney y Londres con dos escalas: Bahréin y Singapur, algo que finalmente se desechó.
Así, la novedad de aquel día de febrero del 79 en el aeropuerto de Barcelona fue por partida doble: era la primera vez que el logo de las líneas aéreas de Singapur se vio en El Prat y también la primera ocasión que el Concorde aterrizaba en sus pistas.
Volando hasta en pandemia
Como para el resto de las compañías aéreas del mundo, el pasado 2020 fue un año para olvidar en Singapore Airlines. Si durante los primeros meses del ejercicio llevaba una media de 5.300 viajeros/mes de El Prat a Changi, la cifra bajó a cero en abril y mayo, pues se tuvieron que cancelar todos los vuelos obligatoriamente.
Posteriormente, en junio, se recuperó el enlace, aunque volando tan solo una frecuencia por semana con ocupaciones impensables: las estrictas restricciones del país asiático hicieron que únicamente volasen 35 pasajeros en los diez vuelos operados a lo largo de ese mes entre ambas ciudades, eso implicaba una inédita media de 3,5 viajeros por vuelo en unos aviones que tienen una capacidad para 253 viajeros. Esto es: más tripulantes que viajeros a bordo. La capacidad de carga en bodegas, pues estas sí que iban llenas, enjuagó de alguna manera los resultados negativos de cada vuelo.
En las primeras semanas de 2021, la aerolínea retomó las tres frecuencias con la breve escala en Milán y los responsables de la empresa empiezan a ver, con prudencia, que la situación va mejorando en cada vuelo para una ruta en la que siguen confiando cuando se cumplen 15 años de su estreno y en la que se espera, en cuanto sea posible, que vuelva a ser sin paradas entre ambos extremos.
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