Uno de los grandes retos de la economía global es la comunicación entre culturas. Disponer de las pautas necesarias para facilitar la comprensión puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. Sin embargo, la mayoría de los directivos que hacen negocios a nivel internacional no saben bien hasta qué punto la cultura influye en su trabajo.
Erin Meyer es una experta reconocida en el campo de los negocios internacionales y en su libro El mapa cultural (Ediciones Península, 2022) desgrana los ocho puntos o escalas diferenciales de los rasgos culturales y nos facilita las herramientas para afrontar de la forma más eficaz los retos comunicativos más comunes en el mundo de las relaciones internacionales.
Esta profesora universitaria en INSEAD y consultora intercultural decidió escribir el libro para ayudar con este problema y esta necesidad de ser capaces de comunicarnos y entendernos con personas de diferentes culturas.
Siempre ha trabajado en el mundo de los negocios, por lo que considera que el público que podría estar más interesado en el libro tiene un perfil empresarial. Sin embargo, cree que a cualquier persona le podría interesar e incluso beneficiar. "Cuando doy una conferencia siempre hay alguien que comenta 'ahora entiendo por qué mi marido/esposa actúa así'", asegura.
El mapa cultural
Cada capítulo del libro se consagra a una de las ocho escalas del mapa cultural. Y cada una de ellas, sitúa entre 20 y 30 países sobre un eje. Lo importante en una escala es la distancia relativa entre dos países, una persona de cualquiera de ellos podrá usar los conceptos que la autora presenta para relacionarse con sus colegas de otros lugares. Ahora bien, para interpretar el mapa hay que tener en cuenta que la posición del país no es fija, entran entonces en juego las diferencias individuales.
Las diferencias culturales pueden parecer poca cosa. Pero si uno no es consciente de las diferencias y no se arma con estrategias para gestionarlas puede “arruinar una reunión, desmotivar a sus empleados, frustrar a proveedores extranjeros y dificultar enormemente la consecución de los objetivos”.
Seamos conscientes o no, las sutiles diferencias en los patrones de comunicación de un país a otro tienen un tremendo impacto en cómo nos entendemos y, por tanto, en cómo hacemos nuestro trabajo.
Un ejemplo que pone Meyer es un gesto característico de la India: un movimiento a medio camino entre la negación y el asentimiento. Si uno viaja por negocios, pronto descubre que el gesto no indica desacuerdo, duda o falta de apoyo. Por el contrario, sugiere interés, entusiasmo o, en ocasiones, escucha respetuosa. La escritora cuenta que al cabo de uno o dos días, los extranjeros toman nota mental de su aparente significado y entonces pueden interpretar bien el gesto al negociar un acuerdo.
Sin embargo, si con estos mismos socios interactuamos frecuentemente por email o por teléfono, el día que toca cerrar un trato en una videoconferencia no sabemos interpretar un gesto como ese, por lo que aunque estén de acuerdo, redoblamos esfuerzos para convencerlos.
Otro ejemplo lo vivió la propia autora. Durante la promoción del libro, Meyer presentó su texto en Estados Unidos y varios países de Europa. Al terminar y preguntar si alguien tenía alguna pregunta, siempre varias personas levantaban la mano. Sin embargo, cuando llegó a Japón la dinámica cambió: nadie alzó el brazo.
Un compañero japonés de su equipo, sin embargo, tomó la iniciativa y, mirando fijamente a tres personas, les preguntó directamente. En los tres casos había preguntas. ¿Qué ocurrió? El japonés explicó a Meyer que en su cultura, si quieren preguntar algo miran fijamente a los ojos al ponente y esperan a que este les proponga hablar.
Comunicación. Los estilos de comunicación son divididos por la autora en los de contexto bajo y los de contexto alto. En las culturas de contexto bajo, como la norteamericana, la comunicación debe ser simple, clara y explícita. Mientras, en las de contexto alto, como la japonesa, se depende de las asunciones inconscientes sobre referencias comunes y conocimientos compartidos.
Evaluación. Otro tema importante en los negocios internacionales es cómo se maneja el feedback negativo. En culturas “directas” como la rusa o alemana se tiende a emplear un intensificador, una palabra que refuerza el significado de la crítica como absolutamente, totalmente o muy. En las “indirectas”, como la japonesa, se emplean atenuadores que suavizan la crítica.
Persuasión. A la hora de convencer, las personas de culturas como la italiana o la española comienzan presentando sus posiciones para después añadir teorías que las respalden. Sin embargo, otras culturas, como la estadounidense, se basan en principios y siguen el orden contrario.
Liderazgo. La autora distingue entre dos estilos. Uno más jerárquico, donde la distancia jefe-empleado es amplia, el estatus es importante y las estructuras organizativas son fijas. Otro más igualitario, en el que la distancia jefe-empleado es corta y el mejor jefe actúa como facilitador entre iguales.
Decisión. Hay países en los que las empresas toman decisiones de forma consensuada, cada elección se toma en grupo. Por otra parte, están aquellos en los que una sola persona toma la decisión que afecta a toda o a una parte de la empresa.
Confianza. La confianza es un asunto muy importante a la hora de comunicarnos, pero las empresas de cada Estado la gestan de una manera diferente. Meyer distingue entre aquellas en las que la confianza se genera mediante actividades asociadas al negocio –una confianza que se basa en tareas– de otras en las que se genera a partir de “comidas, salir copas o encontrarse en la máquina del café” donde el desarrollo es más lento y se basa en las relaciones personales.
Desacuerdos. Países como Francia o Alemania tienden a la confrontación, entienden el desacuerdo y el debate como algo positivo. Otros como Japón o Tailandia ven el debate como algo negativo, para ellos la confrontación es algo inapropiado.
Planificación. Las empresas de países como Alemania o Suiza llevan las etapas de un proyecto en orden, completando una antes de comenzar la siguiente, siguiendo un orden, respetando la fecha límite y el calendario. Sin embargo, las empresas en India o Nigeria abordan las etapas de un proyecto de forma fluida, cambiando de tarea según se presenta la oportunidad, el objetivo es la adaptabilidad.
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