“Es hora de volver a tender puentes entre la moda y las manifestaciones culturales. Durante estos últimos años, parecía que estaba mal visto, si pertenecías a ciertos círculos culturales, utilizar la moda para lanzar mensajes”. A Sergio Lázaro y Verónica Abián, artífices de Otrura, no les interesa el casi siempre estéril debate de si la moda es o no arte, muy al contrario, su idea es mucho más concreta: tratar el oficio del vestir como un vehículo para la expresión. Tras hacerse el pasado abril con el premio L’Oréal a la mejor colección en la semana de la moda madrileña, esta “casa de modas”, como a ambos les gusta definir Otrura, ha sido elegida para vestir a los miembros del espacio de EL PAÍS en ARCO, que este año alberga la obra del artista cántabro Juan Uslé. “Cuando vimos la pieza, esa forma tan sutil de representar la esperanza y la calma, creímos que encajaba con nuestra forma de ver las cosas”, comentan ambos.
Fieles a su filosofía, enfocada en la sastrería contemporánea y la puesta en valor de los oficios artesanales, Otrura ha diseñado dos trajes de chaqueta aparentemente sencillos pero llenos de matices. Para él, una americana y un pantalón de silueta relajada; para ella, un dos piezas de chaleco y pantalón y zapatos planos. “Eran importantes dos cosas. La primera, que los colores y las formas dialogaran con la obra de Uslé pero que se mantuvieran en un segundo plano”, explican. “La segunda, salirnos del estereotipo marcado en este tipo de eventos, sobre todo en lo que respecta a la indumentaria femenina”. De hecho, estas y la mayoría de las creaciones de la firma escapan de las imposiciones tradicionales de género. “La comodidad es la clave. Por lo demás, creemos que la ropa que eliges condiciona tu actitud, tu forma de moverte e interactuar”, opinan. “Por eso queríamos prescindir del adorno, de la idea clásica del arreglarse que siempre impera en este tipo de contextos. Vestir como en el día a día”, afirman.
Sin embargo, esa impresión de cotidianidad no implica en absoluto la ausencia de contenido. “Al arte solo le debe preocupar la transmisión de sus mensajes, la moda tiene que ser llevable, pero también debe expresar ideas. De hecho, solo hay que ver cómo se relacionan ciertos artistas con la ropa, para algunos es una forma de reforzar su ideario”, dicen. En su caso, tienen muy claro cuál es ese mensaje: no tienen en mente, como suele ocurrir, un perfil predeterminado de cliente, pero buscan provocar emociones en quien luce sus creaciones, lo que ellos llaman “vestirse para uno mismo”, un mensaje aparentemente sencillo que, sin embargo, condensa ideas que en el sector de la moda resultan revolucionarias: la permanencia frente a la novedad o la huella frente a lo flamante. “Nos encanta que en las prendas se note el paso del tiempo. Es más, siempre decimos que si alguien tiene algo nuestro puede traerlo y nosotros se lo arreglamos o lo convertimos en algo distinto”.
Lázaro y Abián creen en el ritmo lento, en el valor de la confección nacional, en los básicos que marcan la diferencia a través de sus matices y en vestir de forma artesanal el día a día (algo que también resulta novedoso en España, donde la industria suele oscilar entre la oferta masiva y el diseño de autor para eventos). Porque, por encima de todo, creen en la ropa como refuerzo intelectual. “Llevar nuestros diseños a ARCO no solo es entrar en un contexto que no es afín. También estamos representando de algún modo a un medio de comunicación, y eso es muy interesante. Relacionar nuestra ropa con el concepto del lector y la lectora con espíritu crítico, cómo se vestiría, cómo expresaría su libertad a través de las prendas”, explican.
Tras la experiencia de la feria, Otrura volverán a sumergirse en su nueva colección, que presentarán en septiembre en la Mercedes-Benz Fashion Week madrileña y en la 080 de Barcelona. Si en la anterior quisieron reivindicar la maestría de los talleres textiles de la llamada España vacía, en esta la temática está aún por desvelar, “aunque se centrará en problemáticas que de alguna forma nos interesan a todos”, adelantan. Esa es, precisamente, la base de su ideario: crear prendas que representen a la persona que las luce, lograr que la estética sea un envoltorio para la ética.
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