Ahora que ha fallecido Di Stéfano, me encuentro de nuevo con la recurrente acusación por parte de Barcelona de que llegó al Madrid en una operación de despojo al Barça, que encajaría con un pretendido deseo de Franco (o el franquismo) de hacer del equipo de la capital del país el gran equipo de España. A costa del Barça.
No es verdad. Hay una bola de nieve que se echó a rodar en Barcelona el 30 de noviembre de 1980, a partir de un artículo de Lluís Permanyer, hijo de un vicepresidente del Barcelona cuando se produjeron los hechos, que a mi modo de ver presentó una versión distorsionada del asunto.
Un asunto enredado, propicio a las medias verdades.
Sobre aquel arranque se han ido añadiendo fantasías, a partir de la idea matriz, que han ido enriqueciendo una leyenda fácil de creer. La prensa internacional ha contribuido a difundirla al exterior. Cuadra con la idea de un Franco combativo contra las aspiraciones independentistas de Cataluña.
Pero no fue así. Di Stéfano no jugó en el Madrid porque tal cosa se le metiera a Franco (o al franquismo) en la cabeza. Sé que es difícil ‘desconvencer’ a los convencidos, pero me parece de justicia intentarlo.
La cosa fue así:
Di Stéfano se había fugado del River Plate de Buenos Aires en agosto de 1949 para jugar con el Millonarios de Bogotá. Hasta ahí todas las versiones están de acuerdo. Allí se había organizado algo así como una ‘liga pirata’, que contrató a jugadores de diversas procedencias (muchos argentinos, pero no sólo de allí) sin pagar traspaso por ellos.
La FIFA reaccionó expulsando a Colombia de su organismo. Y se decretó la prohibición, para el resto del mundo, de concertar partidos amistosos con los equipos de la ‘liga pirata’ colombiana.
La situación no era deseable ni para la FIFA (el fútbol de clubes de todo el mundo estaba amenazado por un país que no pagaba traspasos) ni para los propios clubes colombianos, que no podían recaudar ingresos en exhibiciones en amistosos, fórmula que entonces (sin televisión ni torneos internacionales) daba mucho dinero.
Así que en 1951 se llegó a un pacto, el llamado ‘Pacto de Lima’, en el correspondiente congreso de la FIFA. Por él, se llegó al acuerdo de que los jugadores ’fugados’, seguirían siendo propiedad del correspondiente club colombiano hasta el final de su contrato, fecha en la cual su propiedad regresaría a su club de origen.
El correspondiente club colombiano no podría traspasar a ningún jugador incurso en el caso, ya que no era se su propiedad más allá del tiempo en que expirara el contrato. Y el club que podríamos llamar ‘de origen’ no podría disponer del jugador hasta una vez expirado su contrato con el club colombiano de que se tratase.
Con eso resuelto, los clubes colombianos ya podían jugar amistosos en el exterior. Eso permitió al Millonarios hacer una gira por Europa, que incluyó su presencia en los actos principales del Cincuenta Aniversario del Real Madrid. Un triangular entre el Madrid, el Norrköping y el Millonarios. Lo ganó el Millonarios y Di Stéfano deslumbró.
Eso ocurrió en marzo de 1952.
A Bernabéu le fascinó el jugador, se interesó por su fichaje y Alfonso Senior, presidente del Millonarios, le dijo que no podía vendérselo, por las condiciones del pacto de Lima. José Samitier, entonces secretario técnico del Barça y hombre extraordinario en todo (perspicacia, simpatía, relaciones…), también quedó prendado del jugador.
Ese mismo verano de 1952 el Real Madrid viajó a Caracas, a la llamada Pequeña Copa del Mundo. Allí jugaron dos partidos más el Madrid y el Millonarios, que, por cierto, salieron a palos. Y aún hubo un partido más, en Bogotá, entre ambos equipos. Mientras los jugadores se pegaban en el campo, los directivos estrechaban relaciones en el palco.
Al final de ese año 1952, y tras unos amistosos en Chile, Di Stéfano decide dejar el Millonarios y quedarse en Buenos Aires. Tiene ya 26 años, dos hijas, le aterroriza el avión (algo que siempre le acompañó) y su padre ha comprado una estancia grande en la que debe echar una mano. Está casado, con su novia del barrio (con la que hará toda su vida, hasta la muerte de ella), y tiene dos hijas. Le harta el ritmo de amistosos con que el Millonarios se está financiando.
Antes de quedarse en Buenos Aires, cobra por adelantado 4.000 dólares, en concepto de anticipo por el contrato que le ligaba al Millonarios hasta finales de 1954.. Se justifica ante sí mismo en la idea de que el Millonarios le tuvo sin pagar traspaso y que eso, a la larga, le ha complicado la vida. En el Millonarios, además, ha dado un rendimiento sensacional. Se siente con derecho a ese dinero.
Así que al empezar el año 1953, Di Stéfano está en Buenos Aires, resuelto a dejar el fútbol. No tiene, en principio, deseo de regresar al River Plate, donde ya antes de fugarse a Colombia había tenido problemas, porque había sido uno de los jugadores distinguidos en la huelga de futbolistas que, a la larga, desembocó en aquella fuga masiva a Colombia.
En esas condiciones recibe la visita de enviados del Barça. Domingo Vals Taberner y Riera. El Barça se había encontrado con que Kubala tuvo una afección pulmonar grave que hizo temer por su carrera. Martí Carreto, presidente del club, encargó a José Samitier la búsqueda de una estrella que pudiera compensar tamaña ausencia.
Samitier pensó inmediatamente en Di Stéfano.
Di Stéfano recibió a los enviados del Barça, y tras algunas conversaciones, animado por su padre y tras saber que en España viajaría en general en tren (coche-cama), decidió aceptar.
El Barça le pagó al River Plate cuatro millones de pesetas en números redondos. Y Di Stéfano vino a España para jugar con el Barça. El 22 de mayo de 1953, Samitier le recibió en Barajas. Di Stéfano venía con su familia. Viajaron por carretera, hicieron noche en Zaragoza y el día siguiente llegaron a Barcelona.
Pero mientras, habían sucedido dos cosas.
Una: Kubala se había curado. El Barça había vuelto a ser campeón de Liga. Y pronto lo sería también de Copa.
Otra: el Millonarios (Alfonso Sénior), conocedor de la operación, la había denunciado ante la FIFA. Sénior, que era hombre de alto vuelo en el fútbol internacional, tenía además razón. Di Stéfano era del Millonarios hasta el final de 1954, sólo a partir de enero de 1955 volvía a ser propiedad de River. Los derechos que había comprado el Barça no podrían entrar en vigor hasta entonces.
Al Barça la cuestión le pilla a contrapié, porque aún está litigando ante la FIFA el caso Kubala. En realidad, lo está litigando la Federación Española en su nombre. Al que tenga interés en este asunto y quera lealmente conocer la verdad, le remito al correspondiente capítulo de mi libro ‘Nacidos para incordiarse’.
(En síntesis, podríamos resumirlo en que Kubala, fugado de Hungría, fue acogido en España por su valor como propaganda anticomunista. Lo intentó fichar Bernabéu, pero la Federación, cuyo secretario y personaje crucial era entonces Ricardo Cabot, importante personaje barcelonista, lo desvió al Barça. Primero fue camuflado como ‘amateur’, hasta jugó como profesional. Hasta las fechas del Mundial de 1954, en el correspondiente congreso de la FIFA, no tuvo el Barça el tránsfer internacional. Para entonces llevaba dos años largos jugando en el Barça como profesional, tiempo en el que el Barça había ganado de forma consecutiva Copa (52), Liga y Copa (53), Liga y Copa (54). Este es quizá el momento de decir que si por algún jugador se partió el brazo el Régimen fue por Kubala, que además fue utilizado directamente como propaganda anticomunista en una película titulada ‘Los Ases buscan la paz’).
Insisto, el que tenga deseo de mayores precisiones, puede leer el citado capítulo.
Di Stéfano llegó a Barcelona. En esos primeros días se le ve junto a Kubala presenciando un partido del España Industrial (después llamado Condal), a la sazón filial del Barça.
Y también de esos días son las fotos de Di Stéfano vestido del Barça, una de ellas, muy difundida, acuclillado junto a Kubala. En otra, fingen jugar uno contra otro. En otra, él controla un balón. Corresponden a un reportaje publicado en ‘Vida Deportiva’, revista de la época. Están hechas en Las Corts, el campo del Barça en la época. Las gradas están vacías. No corresponden a ningún partido.
Pero para el Barça, el asunto se convirtió pronto en un problema, porque la FIFA, ante la que aún estaba pendiente el litigio por Kubala, advirtió a la Federación Española de que Di Stéfano no podía jugar en el Barça.
Y no jugó en esas fechas, aunque se haya sostenido muchas veces lo contrario. Jugó algunos amistosos u homenajes más adelante, como lo hizo en otros clubes, como mostraré después. En la época eso era una práctica bastante común.
Se ha sostenido con frecuencia, decía, que Di Stéfano jugó con el Barça tres partidos ese verano. No es verdad. Esos partidos no existen. No aparecen en ningún lado. Existen unos partidos ‘de costellada’ a los que me referiré luego.
El que tenga interés puede repasar (es fácil ahora, en internet) las colecciones de El Mundo Deportivo o La Vanguardia en esos meses de verano de 1953. O, si se prefiere atajar, se puede consultar el espléndido libro ‘Barçaeterno’, de Toni Closas y David Salinas, que recoge con un detalle impresionante todos los partidos de la historia del Barça.
Un trabajo colosal. Existe una versión pequeña, del tamaño de una cajetilla de tabaco, o ni eso, en papel biblia, extremadamente útil.
El que quiera, puede comprobar que el Barça jugó ese verano, tras la final de Copa (que ganó al Athletic de Bilbao por 2-1), tres amistosos: uno en Perpiñán, otro en Manresa y otro en Badalona. Fechas, 25, 28 y 29 de junio, respectivamente. En ninguno de ellos jugó Di Stéfano.
Después de eso, el Barça se fue a Caracas, a la ‘Pequeña Copa del Mundo’, en la que se enfrentará a la Selección de Caracas, el Corinthians y el Roma. Dos veces a cada uno, porque era ligulla a dos partidos (Días 16, 18, 23, 26 y 28 de julio y 1 de agosto). Aún antes de regresar el Barça juega el día 4 de agosto con el Curaçao.
Di Stéfano no fue a esa gira. El Barça no le podía llevar porque pertenecía Millonarios, que había denunciado el caso.
Al partir hacia la gira, Martí Carreto declara que aprovechará el viaje para solucionar el ‘caso Di Stéfano’. Y, en efecto, allí se entrevista con Alfonso Sénior, con el que no llega a un acuerdo. Sénior le pide 27.000 dólares, el equivalente a 1.350.000 pesetas, la tercera parte de lo que el Barça había pagado al River. Martí Carreto no lo encuentra razonable. Entiende que el Millonarios quiere sacar un dinero excesivo por un jugador que en realidad ya no tiene, que se les ha fugado. Y le dice que está dispuesto si hace falta a tenerle un año y medio sin jugar, hasta que se cumpla el plazo de propiedad del Millonarios. Lo declara así, cosa que a Di Stéfano no le hizo ninguna gracia, como es de entender.
Rompen, pues, el Barça y Millonarios. Es entonces cuando Sénior habla con el Madrid, con el que tiene buenas relaciones. Y a instancias de Álvaro Bustamante, un vicepresidente muy atrevido que iba más allá que Bernabéu, el Madrid decide comprarle al Millonarios, por esos 27.000 dólares, la parte correspondiente de los derechos. Raimundo Saporta viaja para hacer la entrega.
Conviene hacer aquí dos reflexiones:
Una: si Martí Carreto hubiera pagado los 27.000 dólares al Millonarios, Di Stéfano hubiera sido jugador del Barça automáticamente.
Dos: el Madrid no podía ejercer su derecho sobre Di Stéfano, porque el Pacto de Lima establecía que los clubes colombianos no podían traspasar los derechos de los jugadores incursos en el caso, sólo disfrutarlos mientras se consumía el contrato.
Di Stéfano, por tanto, estaba bloqueado, al menos hasta enero de 1955.
¿Y qué hizo ese verano de 1953? Impacientarse, quemarse. Para moverle, Samitier le montó tres partidos, esos que se pretende que jugó en el Barça ese verano, y que no jugó. Uno fue con el Palafrugell, contra el Barcelona amateur. Di Stéfano jugó con el Palafrugell, no con el Barcelona. Ahí están las fotos.
Otro fue un partido en El Masnou (el pueblo de mi madre, precisamente), un partido entre ‘veraneantes’ y ‘residentes’. Entre los ‘veraneantes’ se anunció a Di Stéfano, César y Kubala. A la hora de la verdad no acudió Kubala, supongo que para no dar mucho el cante. Di Stéfano estaba en Barcelona en un estado de semiclandestinidad.
El otro partido fue en Sitges. No he encontrado foto de él.
Suele esgrimirse como prueba de que Di Stéfano llegó a jugar en el Barcelona y posteriormente ‘robado’ por la codicia franquista a favor del Madrid la foto que aparece abajo.
Pero esta foto corresponde a un partido jugado dos años más tarde de los hechos, el 12 de junio de 1955, ante Vasco da Gama, cuando Di Stéfano ya había jugado dos temporadas completas en el Madrid. Acudió como invitado a ese partido, en el que faltó Kubala. Ganó el Barça 1-0, con gol de Flotats.
El que tenga dudas puede acudir a las hemerotecas de El Mundo Deportivo o La Vanguardia, tan fáciles de consultar, y mirar esos días. O a la citada compilación de Toni Closa y David Salinas.
Y basta con ver que a Di Stéfano le flanquean Villaverde y Luis Suárez, que en el verano de 1953 no estaban en el Barcelona. Luis Suárez llegó a finales de la 53-54, y Villaverde se incorporó para la 54-55.
Hacía, insisto, dos años que Di Stéfano estaba jugando con el Madrid, que había ganado esas dos primeras ligas con él, cosa que no hacía desde la República, cuando había ganado las dos únicas que tenía hasta le llegada del genio.
No era la primera vez que Di Stéfano jugaba un amistoso en Barcelona desde su fichaje con el Madrid. Ya había jugado antes, el 26 de enero de ese 1955, un partido entre la Selección Catalana (que jugaba con alguna asiduidad durante el franquismo, aunque ahora suene raro) contra el Bolonia.
Esa fue la primera vez que Kubala y Di Stéfano jugaron juntos, porque Di Stéfano aún no se había nacionalizado y no habían podido coincidir en la Selección Española. El equipo estaba formado por jugadores del Espanyol y el Barça, con Di Stéfano como guinda. Kubala le cedió el nueve. La delantera fue Basora, Villaverde, Di Stéfano, Kubala y Moll. La ‘Selección Catalana’ ganó 6-3. Los que lo presenciaron lo recuerdan como un partido colosal.
A estas alturas, seguramente alguien estará viendo algo extraño en esos dos viajes de Di Stéfano a Barcelona para jugar ‘como local’. Para entender eso, hay que trasladarse a la época. En aquellos tiempos, con calendarios menos cargados y mayores dosis de cortesía, era frecuente que grandes figuras se prestaran a reforzar a otros equipos, en casos de homenajes o partidos internacionales. Hoy suena raro. ¿Podría Messi jugar un amistoso con el Madrid, o Casillas con el Barça?
Pero entonces era frecuente. Aportaré algunos casos:
El propio Kubala jugó con el Real Madrid, en una delantera en la que coincidió con Di Stéfano, en el homenaje a Molowny. Y Collar, el glorioso extremo izquierda del Atlético, también estuvo en esa delantera.
Como estuvieron Di Stéfano, el propio Molowny y el central Oliva vestidos del Atlético en el homenaje a Escudero.
Y aquí podemos ver a Di Stéfano en el Depor, entre Arsenio y Pahíño, en el homenaje a Cuenca.
Y más adelante, de nuevo vestido del Barça, a Di Stéfano, en el homenaje a Kubala, celebrado el 30 de agosto de 1961. En la foto que sigue aparecen Kubala, Di Stéfano y Puskas. No sé si con alguna intención, con frecuencia veo la foto de los dos primeros, sin Puskas. Fue un Barça-Stade de Reims, 4-3. Otro gran partido. En ese Stade de Reims jugaba Lucien Müller, que luego pasó por los dos clubes, Madrid y Barça, sucesivamente.
Pero retomo el relato. Di Stéfano vivía en un piso de la calle Balmes que puso a su disposición el Barça. En la misma calle tenía Samitier una oficina de un negocio de textiles que llevaba con un socio. La única distracción de Di Stéfano era visitarle. La monotonía sólo la rompieron aquellos tres partidillos que le montó. Notó que en las oficinas del Barça le rehuían.
Saporta le visitó allí. Le recibió con cajas destempladas:
-Ustedes qué quieren, ¿bloquearme?
Saporta le aseguró que no, que lo que querían era contratarle, convencer al Barça de que les vendiera el contrato de River. En prueba de buena voluntad le adelantó dinero. Di Stéfano empezaba a estar corto de recursos y se agobiaba al notar que el Barça le daba largas, que se había convertido en un problema.
Como la fecha se echaba encima, la Federación hizo una consulta a la FIFA, que a su vez delegó el arbitraje en Muñoz Calero, ex presidente de la Federación Española pero miembro de la propia FIFA. Muñoz Calero era hombre del Atlético, no del Madrid. Fue vicepresidente del Atlético. A su pueblo, Águilas, había llevado a Kubala para bautizarse como católico, a fin de que pudiera obtener la nacionalidad española.
Fue Muñoz Calero quien determinó la solución salomónica. Primera y tercera temporadas (53-54 y 55-56), con el Madrid. Segunda y cuarta (54-55 y 56-57) con el Barça. Luego ya se vería. No dos y dos, como suele decirse, sino una, una, una y una.
Entretanto se había echado encima la fecha del 24 de agosto, en la que entraba en vigor la nueva prohibición de la Delegación Nacional de Deportes para fichar extranjeros. Una complicación más.
Todavía hace el Barça un último intento con Alfonso Sénior, que está en Madrid. El vicepresidente, Narciso de Carreras, viaja a Madrid a verle. Va él, y no Martí Carreto, por la mala relación de este con Sénior. Pero no hay arreglo, Sénior insiste en que ha vendido su parte al Madrid y que no tenía interés en reabrir la cuestión.
Martí Carreto intenta entonces vender su parte a la Juve, que no acepta, porque entiende que lo que le ofrecen comprar no es un futbolista sino un problema, un jugador bloqueado durante año y medio. Después, intenta revender los derechos a River, que también rechaza. Ambas maniobras, hechas sin conocimiento y mucho menos consentimiento de Di Stéfano, irritan a este, que se va inclinando más hacia el Madrid.
Por fin el Barça se aviene al laudo de Muñoz Calero y acepta el pacto salomónico, que ambos clubes firman. Al tiempo, elevan un recurso de súplica al General Moscardó, Delegado Nacional de Deportes, para que prorrogue el plazo de inscripción de extranjeros, a fin de dar salida al asunto, que se había convertido en un problema casi de Estado.
Martí Carreto y Narciso de Carreras me contaron, por separado, que fueron presionados para aceptar el acuerdo. Creo que eso es verdad. La Federación se veía a contrapié ante la FIFA, porque el pleito entre los dos clubes españoles estaba bloqueando a un jugador, justo en el tiempo, y esto es importante, en el que la Federación estaba solicitando insistentemente de la FIFA que obtuviera de la Federación Húngara el tránsfer de Kubala.
Ninguno me habló de amenazas personales, como he llegado a leer (“Recuerde que tiene familia”). Martí Carreto me dijo que le insinuaron que no tendría las facilidades por parte del Instituto de Moneda Extranjera que venía teniendo para sus negocios con el exterior. Narciso de Carreras me dijo que se sintió espiado cuando estuvo en el Palace. Pudiera ser, pero me figuro que por parte del Madrid.
En todo caso, la maniobra de Martí Carreto de querer quitarse de encima a Di Stéfano, mandándolo a la Juve y devolviendo los derechos al River Plate, no lo ayudó.
Moscardó viajó al Pazo de Meirás, donde estaba reunido el Consejo de Ministros, para consultar a su superior, el Ministro Secretario General del Movimiento, Fernández Cuesta. Ese viaje es lo que hace a muchos relacionar a Franco directamente con el asunto. El nombre del General Moscardó también es muy goloso, hay que admitirlo. Pero es que era el Delgado Nacional de Deportes, y viajó para obtener la autorización para echar para atrás un decreto.
Esa autorización no era exactamente para que Di Stéfano jugara en el Madrid, sino para que jugara un año en el Madrid, otro en el Barça, el tercero en el Madrid y el cuarto en el Barça. Conviene recordarlo.
El 19 de septiembre, tras la autorización correspondiente, la Delegación Nacional de Deportes admite que se inscriban los jugadores extranjeros que estuvieran en trámite antes del 22 de agosto. A esta apertura del plazo se apuntaron, además de Di Stéfano, el holandés Faas Wilkes, para el Valencia, el chileno Andrés Prieto, para el Espanyol, y el francés Charles Ducasse, para el Valladolid.
Martí Carreto, descontento con la solución, dimitió. El Barça nombró una gestora, a cargo de Agustín Montal padre, que haría el tránsito hasta la llegada de Miró Sans.
La ficha de Di Stéfano fue presentada en la Federación el 22 de septiembre. Al día siguiente se presentó en un amistoso organizado ex profeso, ante el Nancy. El Madrid perdió 2-4. Él marcó en el 67’ su primer gol como madridista. De ese partido quedó para el recuerdo esta espectacular foto de una chilena. Medias negras. Las medias blancas no aparecerán hasta tiempo después, con la Copa de Europa y sus partidos nocturnos entre semana.
El domingo 27 debuta en la Liga, ante el Racing.
Tras la quinta jornada, el Madrid aventajaba al Barça en dos puntos. En la sexta deberían enfrentarse ambos equipos en Chamartín, llamado así entonces, más adelante Estadio Santiago Bernabéu. El Barça decidió esa semana (“per vosaltres el pollastre”, “para vosotros el pollo”) venderle su parte de Di Stéfano al Madrid. Le parecía irregular la situación de tener un jugador compartido con el club blanco. Previamente al partido entre ambos clubes, jugado el 25 de octubre, se firmó el documento por el que el Madrid le pagaba al Barça los cuatro millones, con intereses, que el Barça había pagado meses atrás a River Plate.
Desde eso momento, Di Stéfano era plenamente del Madrid. El partido lo ganaron los blancos por 5-0.
Luego vino todo lo que vino: el título de Liga, primero desde la Guerra Civil, el siguiente, las cinco Copas de Europa… El Madrid cambió.
Ese fue el asunto, si quieren creerme. Y si han tenido paciencia de llegar hasta aquí.
En Barcelona se cuenta de otra forma, que a mi modo de ver se aleja de la verdad. Hubiera bastado que Martí Carreto le pagara a Sénior la cantidad que le pidió para que Di Stéfano hubiera sido del Barça.
Si Franco hubiera tenido tanto interés en hacer del Madrid una gran cosa hubiera empezado antes, digo yo. Para cuando ocurrió todo esto, el Madrid no había ganado ni una Liga desde las dos de antes de la Guerra, ambas, por cierto, ganadas durante la República. Tras la guerra, lo que el Madrid se encontró fue una competencia extraordinaria en su propia ciudad, el Atlético Aviación, fusión del Atlético de Madrid y el equipo ‘Aviación’, creado durante la guerra para jugar partidos de exhibición en retaguardia, con jugadores de verdad o soldados muy aptos. El Atlético Aviación ganó las dos primeras ligas de la posguerra. Los cuarenta son el único periodo largo en el que el Madrid fue menos que su rival ciudadano. Y fue menos que el Barcelona, el Athletic e incluso el Valencia.
Los cuarenta, los años de hierro del franquismo, fueron los peores años del Madrid.
Con Di Stéfano cambió todo. A partir de los sesenta el Madrid estuvo instalado y se convirtió, de facto, en un instrumento del Estado. Como tal se le percibió. Y en momentos abusó de ello. Pero eso pasó en los sesenta, y como consecuencia de lo que provocó Di Stéfano. No antes. Y no fue un estatus provocado por las fuerzas del Estado, sino por la tenacidad de Bernabéu y la extraordinaria capacidad de Di Stéfano.
Para el que quiera alguna precisión más, añado unos anexos que detallan alguno de los pasajes.
ANEXO 1
El pacto de Lima
Congreso Sudamericano. Lima, 1951
“Los jugadores de los Clubs de la División Mayor, habiendo pertenecido anteriormente a Clubs de las Asociaciones Nacionales de los ocho países siguientes: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay y, habiendo sido transferidos sin tener el certificado correspondiente de transferencia de parte de sus Clubs de origen, son autorizados a continuar jugando con sus Clubs respectivos y actuales de la División Mayor hasta lo más tardar el 15 de octubre de 1954. Inmediatamente después estos jugadores están obligados a regresar a sus Clubs de origen”.
“La Asociación Colombiana de Fútbol no está autorizada para transferir ni siquiera uno solo de estos jugadores a otra Asociación Nacional, a menos que no se haya hecho con arreglo previo a este respecto con la Asociación Nacional interesada”.
“Los jugadores de los Clubs de la División Mayor, transferidos sin un certificado de transferencia emitido por su Club de origen, y sin haber pertenecido a un Club de una Asociación Nacional de los ocho países arriba mencionados, habiendo sido suspendidos de este hecho por su Asociación Nacional correspondiente, quedan suspendidos y no son autorizados de continuar jugando con su Club actual de la División Mayor, hasta que no se haya hecho un arreglo, por el cual la Asociación Nacional competente levantará expresa y formalmente la suspensión promulgada anteriormente”.
Asimismo, los jugadores ilegalmente huidos de sus clubs, con contrato en vigor, deberían retornar a los mismos al finalizar los contratos suscritos con los equipos colombianos y con el plazo máximo del día 31 de diciembre de 1954.
ANEXO 2
El River Plate se lava las manos
Comunicado de Enrique Pardo, presidente del River Plate. Buenos Aires, 1953.
El 3 de septiembre, Enrique Pardo, presidente del River Plate, hacía público el siguiente comunicado:
1.º Cuando el River Plate transfirió a Di Stéfano al Club de Fútbol Barcelona no existía la resolución de la Federación Española que posteriormente prohibió la contratación de jugadores extranjeros.
2.º En el convenio de la transferencia de Di Stéfano no dejó constancia de que cualquier arreglo con el jugador era por cuenta y riesgo del C.F. Barcelona.
3.º Al hacer entrega de la transferencia de Alfredo Di Stéfano a la Asociación del Fútbol Argentino para formalizar su traspaso al Barcelona, el River Plate quedó totalmente desligado del jugador y “de los compromisos posteriores”.
4.º Si la Federación Española tomó una resolución posterior a la transferencia, “el River Plate no tiene nada que hacer”.
ANEXO 3
Di Stéfano se reparte
Acuerdo al que llegan Santiago Bernabéu, presidente del Madrid, Enrique Martí, presidente del Barcelona, y Muñoz Calero, miembro de la FIFA.
Madrid, 15 de septiembre de 1953
“ACUERDAN.- Primero.- Aceptar plenamente el arbitraje de don Armando Muñoz Calero, así como las siguientes cláusulas dictadas por el mismo, con la advertencia de que están inspiradas en el mejor deseo de solucionar esta cuestión, y que requieren previamente para su efectividad la aprobación por parte del Excmo. Sr. Conde del Alcázar de Toledo, delegado nacional de Deportes, del escrito de Súplica al mismo dirigido, y la anuencia de la Real Federación Española de Fútbol:
a) El jugador Alfredo di Stéfano, una vez cumplido el requisito reglamentario de su inscripción legal en la Real Federación Española de Fútbol, podrá ser alineado en el equipo representativo del Real Madrid F.C. en las temporadas de 1953-54 y 1955-56, y, por el Barcelona C.F. en las temporadas 1954-55 y 1956-57, tanto en los encuentros de competición oficial como en los amistosos o de entrenamientos públicos o privados que los respectivos Clubs consideren oportuno organizar.
b) Los Clubs Barcelona C.F. y Real Madrid C.F. designarán respectivamente un delegado que con plena autoridad liquidará los gastos efectuados por cada uno de los Clubs, aceptando el cargo del 50% del total para cada uno de ellos.
c) Finalizada la temporada 1956-57, ambos Clubs, con la conformidad del jugador Alfredo di Stéfano, y si así se lo permitieran las disposiciones legales entonces, decidirán sobre la posterior actuación de dicho jugador en España.
d) Los ya indicados Clubs podrán de mutuo acuerdo modificar las anteriores cláusulas, en el sentido de la cesión definitiva de derechos sobre el jugador, en favor de alguno de ellos, siempre que a esta modificación contractual no se opongan las disposiciones vigentes de los Organismos Superiores.
e) Sea cualquiera la resolución que la Delegación Nacional de Deportes adoptara en relación con el jugador Di Stéfano, ambos presidentes se comprometen a realizar el máximo esfuerzo para consolidar las amistosas relaciones deportivas que siempre han debido existir entre sus respectivos Clubs, de tan destacada raigambre en la afición futbolística de Barcelona y Madrid”.
ANEXO 4
La dimisión de Enrique Martí por el caso Di Stéfano
Barcelona, 22 de septiembre de 1953
“Aceptando la amable invitación que me hace el excelentísimo señor gobernador civil y consciente de mi deber, me creo en la obligación de dar pública cuenta de la causa de mi dimisión a los socios y simpatizantes del Club de Fútbol Barcelona. Iniciadas las gestiones para la adquisición, en traspaso, del jugador Alfredo Di Stéfano, con el River Plate, de Buenos Aires, no pudimos mantener relaciones oficiales con el jugador por estar reglamentariamente prohibido por la Real Federación Española, hasta tanto no fuera un hecho el traspaso.
Una vez tenida la anuencia del River Plate, nos pusimos en relación con el Club Millonarios, de Bogotá, y después de largas gestiones y vicisitudes se nos manifestó por su delegado que el club que presentara el pase del River obtendría también el de ellos. Esto no sucedió, ya que más adelante tuvimos conocimiento de que el presidente del Millonarios había cedido sus derechos al Real Madrid.
Hecha pública la disposición de la Delegación Nacional de Deportes sobre jugadores extranjeros, orden que acatamos respetuosamente, hicimos todos los posibles para traspasar el jugador a un club extranjero.
Como para esto necesitábamos la conformidad del Real Madrid, me trasladé a dicha capital y bajo los auspicios de un miembro de la FIFA, que se ofreció para ello, se hicieron todas las gestiones para efectuar el traspaso de acuerdo totalmente con el Real Madrid, sin lograrlo, en definitiva. En esta situación y tratando ya sólo de defender los intereses deportivos y económicos del club, y bajo el arbitraje del doctor Muñoz Calero, se dirigió una súplica conjunta al excelentísimo señor Delegado Nacional de Deportes, en solicitud de excepción para dicho jugador, ya que los trámites reglamentarios se habían cumplimentado con anterioridad.
No obstante, era necesario que ambos clubs se pusieran de acuerdo y tras arduo empeño mío en querer superar todas las dificultades, en un caso que, más que difícil me pareció especialísimo, sintiendo el pesar de presumir que no satisfaría la decisión, acepté el laudo y firmé el pacto, que establecía una igualdad económica y un contrato alternativo entre los dos clubs, con las salvedades de que de mutuo acuerdo podría ceder un club al otro definitivamente el jugador.
Inmediatamente después de dar cuenta al Comité Directivo del club, y sabiendo que el criterio de muchos socios hubiera preferido que se realizara de otra forma, se confirmó mi creencia de que cualquiera de ellos, con más acierto, podría cumplir la misión mejor que yo, presenté por mi propia voluntad la dimisión irrevocable, que ha sido aceptada por la Real Federación Española de Fútbol.
En la presidencia del Club de Fútbol Barcelona he puesto con ilusión toda mi posible capacidad de trabajo, y si el Club ha triunfado en lo deportivo ha sido gracias a la colaboración de mis compañeros de Directiva, de los servicios técnicos, de los empleados, entrenadores y, sobre todo, de los jugadores, a los que he animado siempre y tenido verdadero afecto.
No habiendo llevado a cabo todo lo que hubiera querido en beneficio del Club, no tengo ninguna razón para sentirme satisfecho; sin embargo, mis cinco años en la Directiva son bastante conocidos. Por eso, al dimitir no siento amargura.
He buscado el bien por la satisfacción de hacerlo, y a ello han tendido siempre mis anhelos por los colores azulgranas de mi querido Club de Fútbol Barcelona”.
ANEXO 5
El Barça renuncia a Di Stéfano
Madrid, 23 de octubre de 1953
“En Madrid, a 23 de octubre de 1953, de una parte don José Vidal-Ribas Güell, como miembro de la Comisión Gestora del Club de Fútbol Barcelona, debidamente autorizado por la misma y en nombre y representación del referido Club, y de otra don Santiago Bernabéu de Yeste, como presidente del Real Madrid Club de Fútbol, y en nombre y representación del mismo, con relación al acuerdo concertado entre los Presidentes de ambos Clubs con fecha 15 de septiembre próximo pasado, bajo el arbitraje de don Armando Muñoz Calero, miembro de la FIFA, convienen y estipulan:
Primero. Que el Club de Fútbol Barcelona hace expresa renuncia en favor del Real Madrid Club de Fútbol de todos cuantos derechos le corresponden, a tenor de lo que se preceptúa en el apartado a) del acuerdo antes referido, sobre el jugador don Alfredo Di Stéfano, el cual, a partir de este momento, dependerá de la exclusiva disciplina del Real Madrid Club de Fútbol durante los cuatro años de vigencia del acuerdo antes citado.
Segundo. Que el Real Madrid Club de Fútbol, en compensación a esta renuncia, se compromete a reintegrar al Club de Fútbol Barcelona la cantidad de CUATRO MILLONES CUATROCIENTAS CINCO MIL PESETAS, importe de los desembolsos efectuados por el Club de Fútbol Barcelona, más los intereses del pago aplazado en parte que corresponde satisfacer al Real Madrid Club de Fútbol.
Tercero. La indicada cantidad de CUATRO MILLONES CUATROCIENTAS CINCO MIL PESETAS la hará efectiva el Real Madrid Club de Fútbol en la siguiente forma: UN MILLÓN DOSCIENTAS VEINTICINCO MIL PESETAS, que se entregan en este acto por cheque al portador número 329998 a cargo de la cuenta corriente número 20337 que el Real Madrid Club de Fútbol tiene abierta en el Banco Mercantil e Industrial, de Madrid. UN MILLÓN QUINIENTAS MIL PESETAS, en una letra aceptada por el Real Madrid Club de Fútbol, con vencimiento al 31 de julio de 1954, siendo el efecto empleado en esta operación de la clase primera número A3351252. SETECIENTAS CINCUENTA MIL PESETAS, en otro efecto aceptado por el Real Madrid Club de Fútbol, con vencimiento al treinta y uno de enero de mil novecientos cincuenta y cinco, siendo el efecto empleado para esta operación de la clase primera, número A3351253. NOVECIENTAS TREINTA MIL PESETAS, en otra letra aceptada con vencimiento el treinta y uno de julio de mil novecientos cincuenta y cinco, siendo el efecto empleado en esta operación de la clase primera número A3351254. Este efecto enjuga el saldo total de la cuenta aplazada y los intereses correspondientes a la misma y con ello quedan canceladas todas las obligaciones que el Real Madrid Club de Fútbol hubiera contraído con el Club de Fútbol Barcelona por cesión de los derechos que este Club ostentaba sobre el jugador señor Di Stéfano.
Y para que así conste y surta todos los efectos, lo firman por cuadriplicado las partes en Madrid, en la fecha arriba indicada”.
Y, a más a más, como se dice en la tierra de mi madre, adjunto como anuncié antes el capítulo de mi ‘Nacidos para incordiarse’ sobre el fichaje de Kubala. El que tenga paciencia y lo lea, verá que aquellos hechos se compadecen mal con la imagen de un Barça perseguido durante el franquismo.
El Barça se lleva a Kubala
Explicar hoy, más de cincuenta años más tarde, lo que significó Kubala en el fútbol español, resulta difícil. Fue el primer genio de importación, casi podría decirse que ‘el primer genio’, a secas, a no ser por la presencia, algo anterior, de Ben Barek, exquisito marroquí que llegó al Atlético ya bien pasados los treinta. Pero Kubala fue un verdadero ‘boom’. Jugador potente y tremendamente técnico, dotado de un control de balón y de un golpeo del mismo desconocidos hasta la fecha. Kubala paraba con el pecho, el pie o la cabeza el balón que sacaba en largo su propio portero, mostraba regates nuevos, golpeaba con efecto o con potencia, o con ambas cosas al tiempo, era casi imposible que fallara un penalti… Eso en tiempos en que el nuestro era aún un fútbol un tanto rústico y en los que era muy difícil ver figuras de otros lugares. Aquí no había aún televisión y en los noticiarios del NO-Do sólo se veían, cuando se veían, algunas jugadas de partidos locales.Además de eso era fuerte como un toro, bello hasta el insulto, con ojos claros, pelo fuerte rubio y ondulado y mandíbula poderosa. En aquella España gris fue un relámpago. Se adelantó en el tiempo a los Di Stéfano y Puskas, con lo que durante algunos años estuvo solo. Con él, el fútbol español dio un salto parecido al del cine cuando pasó del blanco y negro al ‘technicolor’.Aquel jugador lo descubrió el Madrid, lo quiso el Madrid, lo contactó el Madrid… y fichó por el Barça, con la base del contrato que le había preparado el propio Madrid.Kubala, ya fallecido (su entierro, en mayo de 2002, fue un acto multitudinario en Barcelona) había nacido en Budapest el 10 de junio de 1927, hijo de húngaro y de checoslovaca. Muy pronto era jugador célebre en ambos países. Jugó en el Slovan de Bratislava y en el Vasas de Budapest y fue internacional con ambos países, por poseer ambas nacionalidades. (Más adelante, nacionalizado español, lo sería también con nosotros, resultando de este modo el único futbolista de la historia que ha alcanzado la internacionalidad en tres países distintos).Pero a Kubala, el marco ‘amateur’ del fútbol decretado en los países del Este de Europa después de la II Guerra Mundial se le quedaba estrecho. Allí, el profesionalismo en el deporte estaba considerado como un vicio del capitalismo, y aunque los deportistas buenos tenían ‘un pasar’ porque se les solía conceder cargos en el Estado que les proporcionaban sueldos cómodos a cambio de no hacer nada más que su deporte, a él la solución no le convencía. Quería ser profesional de verdad y todavía con veintiún años tomó contacto con alguna de las organizaciones que se dedicaban a sacar gente del ‘paraíso comunista’ al mundo capitalista. El 27 de enero de 1948 fue transportado en un camión, vestido de soldado ruso, hasta muy cerca de la frontera con Austria. Años después él me contaba el miedo que pasó cuando pasaron un control, por la posibilidad de ser reconocido. Pero pasó. Le dejaron cerca de la frontera y, junto a los demás fugitivos, completó la fuga caminando toda la noche. En Innsbruck se encontró con el presidente del club italiano Pro Patria, de Busto Arsizio, por el que firmó. El Pro Patria contaba con una vaga promesa de la FIFA de que al cabo de un año el jugador, pese a haberse fugado con contrato en vigor por el Vasas, podría jugar ya con todas las de la ley en Italia. El Vasas, mientras, había denunciado la fuga del jugador a la Federación Húngara, y ésta trasladó el caso a la FIFA, que el 18 de marzo comunicó la suspensión del futbolista por un año.Y con el Pro Patria empezó a jugar unos amistosos, ya que no podía participar en el campeonato oficial mientras no se resolviera su caso. Pero pronto la FIFA hizo saber al Pro Patria que cuanto más utilizara al jugador en exhibiciones, más difícil sería resolver el enojoso asunto de su fuga y conseguir el tránsfer de la Federación Húngara. De hecho, cumplido un año, el 18 de marzo de 1950 la FIFA comunicó que Kubala continuaba descalificado.Así que el Pro Patria le dio la baja y él viajó a Roma, donde se encontró con un grupo de jugadores en la misma situación: hombres que habían saltado ‘El Telón de Acero’ para hacerse un hueco en el rico fútbol profesional de Italia, Francia, España o cualquier otro lugar. Todos juntos formaron un equipo que llamaron ‘Hungaria’, en atención a que de sus componentes todos eran húngaros excepto cuatro. El entrenador era Fernando Daucik, con cuya hermana estaba casado Kubala. En principio, se ganaban bien la vida contratándose para partidos de exhibición por toda Italia, hasta que el entonces fortísimo Partido Comunista Italiano hizo tanta presión que se les dejó de contratar.Y entonces empezaron a buscar fuera. España, territorio donde no iban a encontrar problemas, dado el acerbado anticomunismo de la época en nuestro país, como bien señala Duncan Shaw en su ‘Fútbol y franquismo’, que dedica un capítulo a la llegada de jugadores futbolistas a España durante la época. Y en mayo de 1950 se recibió una carta en las oficinas del Madrid con la oferta de un partido amistoso de Hungaria. Bernabéu, que tenía noticias de la calidad del equipo, lo encuentra una buena idea y acepta el partido. El 5 de junio el Hungaria salta al campo de Chamartín, con Kubala en sus filas. En el Madrid juega de portero Acuña, del Deportivo de La Coruña, a petición del seleccionador, que le está dando vueltas a este puesto con vistas al inminente Mundial de Brasil. (También, a petición del seleccionador, juega Miguel Muñoz de interior derecho, en lugar de medio derecho, su posición habitual). Gana el Madrid 4-2, pero los dos goles del Hungaria los marca Kubala, que maravilla a todo el mundo.Inmediatamente el Madrid habla con Kubala y le propone el fichaje. Pero se plantea una pega: Kubala quiere que junto a él se contrate a su cuñado-entrenador, Fernando Daucik, cosa a la que Bernabéu no está dispuesto. Por entonces tiene un entrenador inglés, Míster Keeping, en el que está dispuesto a seguir confiando. Entre eso y una consulta a la Federación, que le ve problemas al asunto, decide pensárselo.El Hungaria, mientras, completa una gira que ha ido pespunteando en España al compás de su primera visita al Madrid: 8 de junio en el Metroplitano, contra la Selección Española; el 10, en Sarriá contra el Español; el 14, de nuevo contra España en el Metropolitano (estamos en vísperas del Mundial, de ahí tanta actividad de la Selección, que luego saldría cuarta en Brasil) y el 18, de nuevo en Sarriá con el Español. En todos los partidos hay muchos goles y en todos despunta Kubala. Pero, entre el penúltimo y el último, el 16 de junio, se produce la sensacional noticia: Kubala ha fichado por el Barça…¡como jugador aficionado!En el Madrid saltan chispas. Hernández Coronado, secretario general del club, eleva una protesta a la Federación denunciando que el Barcelona habría incumplido un célebre ‘pacto de no agresión’ entre ambos clubes, al inmiscuirse en una operación que estaba en marcha. El Barça rechaza la acusación, declarando, por voz de Narciso de Carreras (a la sazón directivo, con Montal padre, más adelante sería presidente), que llevaban meses de contacto, lo que muy probablemente no era verdad. Al tiempo, el Barça argumenta que por ser Kubala un jugador ‘amateur’ puesto que en Hungría no se reconocía el profesionalismo, gozaba, según la normativa vigente en España para los jugadores ‘amateurs’, de plena libertad para fichar por cualquier equipo.En todo caso, el contrato como aficionado no permitía a Kubala ganar el dinero por el que él abandonó su país, y mientras la Federación Húngara no se aviniera a enviar el tránsfer no podría jugar partidos oficiales. En realidad no pasaba de ser un precontrato para cuando se pudiera arreglar formalmente el pase con todas las de la ley. El Hungaria pasaba el verano en Mallorca y se encontraba en fases de disolución. De hecho se disolvería el 26 de julio. Y Kubala da un nuevo paso para desatascar la situación. Con su cuñado ya ‘colocado’ en el Barça y pensando, quizá, que el Madrid tendría más fuerza que el club catalán para sacarle de la situación, o simplemente con la intención de urgir a éste a que se moviera, envía una carta al Madrid pidiéndole entablar nuevas negociaciones.El Barça, que lo sabe, decide firmarle, el 27 de julio (justo un día después de la disolución formal del Hungaria) un contrato en el que le incluía en nómina como ‘amateur’ con un salario mensual de 1.200 pesetas más un complemente de 3.800 en concepto de ‘estímulo y alimentación’. El Barça forzaba muchos mecanismos legales al hacer este contrato, pero contaba con el apoyo del secretario de la Federación Española, Ricardo Cabot, barcelonista de pro que había trabajado muchos años en el club. Y con el interés del Régimen, que veía en Kubala la posibilidad de un golpe de efecto contra el comunismo internacional, que era uno de sus grandes fantasmas.Y el 12 de octubre Kubala debuta por fin con el Barça, en Les Corts, en amistoso contra Osasuna. El Madrid vuelve a protestar ante la Federación, que le contesta con esta carta:“Con mucho gusto contestamos a su atenta carta, fecha de hoy, relativa a la situación del jugador húngaro Kubala, y le comunicamos que, tanto dicho señor como sus compañeros del Hungaria C. de F. , no pueden actuar en ningún Club reglamentariamente afiliado a una Federación nacional inscrita en la F.I.F.A., salvo que los interesados presenten el certificado de transferencia de su Federación de origen, la cual, por lo que respecta concretamente a estos jugadores, no la dará , por haber abandonado el Club que poseía los derechos reglamentarios sobre ellos… su participación en partidos amistosos no será posible tampoco, pues para tomar parte en los mismos ha de estar inscrito en el Club que trate de alinearlo, y esta Real Federación Española de Fútbol, en cumplimiento de la advertencia que le ha sido hecha, no despachará ninguna solicitud que en tal sentido se le curse…” .Con la situación resuelta todavía sólo a medias, Kubala se entrena con el Barça, sirve de modelo a su cuñado para mejorar la técnica de otros jugadores y para ensayos sobre el campo, pero no puede jugar. Le tientan de la liga pirata de Colombia (donde juegan algunos de sus excompañeros del Hungaria y donde está un entonces aún desconocido en España Di Stéfano). El Atlético Bucaramanga entra en contacto con él, pero la operación no cuaja. En diciembre juega dos nuevos amistosos de Navidad, con otras tantas ridículas multas de 50 pesetas al Barça. Y mientras, las autoridades del Régimen, que han visto en él la gran oportunidad, se mueven. El 2 de abril de 1951 se le da el estatuto de refugiado político, como apátrida. Y en breve se le concede la nacionalidad española, previo bautismo en la fe católica en Águilas (Murcia) localidad natal del Presidente de la Federación Española, Armando Muñoz Calero. (El del célebre ‘Excelencia, hemos vencido a la Pérfida Albión’).Y ya en el campeonato de Copa puede debutar en partido oficial, como español, contra el Sevilla, cuando aún no se había cumplido un año de su aparición en Chamartín. Más adelante, el Barça irá pagando por la ficha del jugador a sus dos clubes de origen. En septiembre del 52 paga al Pro Patria, que reclama unos derechos, 12 millones de liras. Y, ya en agosto de 1954 el Congreso de la FIFA celebrado en Berna, durante el Mundial de Suiza, obtiene por fin el plácet de Hungría a enviar el tránsfer del jugador a cambio de un pago del equivalente de 300.000 pesetas.En realidad, sólo a partir de ese momento puede decirse que la situación de Kubala está perfectamente regularizada. Para entonces ya llevaba dos años jugados en el Barça, para el que había ganado sucesivamente Copa, Liga, Copa, Liga y Copa. Todo. Es el periodo del Barça de ‘Las Cinco Copas’, que en ocasiones suele relacionarse con esa serie de cinco campeonatos consecutivos, pero que en realidad nació al término de la 51-52, en la que el Barça ganó todo: Liga, Copa, Copa Latina (que disputaban los campeones de España, Italia, Francia y Portugal) más la “Copa Duward” y el “Trofeo Martini Rossi” trofeos publicitarios pero valorados en la época, que premiaban al equipo más goleador y al menos goleado.Sí, con Kubala el Barça dio un salto, hasta el punto de que Les Corts se quedó pequeño y su presencia obligó al Barça a dar el paso que ya había dado Bernabéu en 1947: la construcción de un nuevo estadio, más capaz, el Camp Nou.Las historias del Barça escritas a partir de la fecha, muy inclinadas a relatar faenas más o menos reales o imaginarias sufridas por el club bajo el franquismo, suelen pasar de puntillas por el fichaje de Kubala, a cuyo logro tanto contribuyó el Régimen. En esas historias aparece como por ensalmo, como el Ángel Anunciador se presentó en la estancia de la Virgen María. Pero para conseguirlo el Barça contó con la empeñada cooperación de varios estamentos oficiales, que vieron la ocasión de hacer de Kubala un símbolo anticomunista, y como tal fue profusamente presentado en la prensa de la época.No sólo eso, sino que con él de protagonista se rodó una película ‘Los Ases buscan la Paz’, una pieza directa de propaganda anticomunista, cargada de todos los tics de la época. La película justifica el deseo de Kubala de marcharse de Hungría porque le obligan a espiar cuando viajaba fuera de su país con la selección o con su equipo. La escena para describir esto es particularmente ingenua. Kubala está vestido para saltar al campo en Roma cuando le interpela un tipo vestido con gabardina, muy en policía secreto comunista y le dice que tiene que espiar. Kubala dice que se niega, que él sólo es deportista y el otro le dice que se atenga a las consecuencias. Uno, al ver ahora la película, se pregunta cómo puede espiar un futbolista cuando va por ahí con su equipo a jugar un partido, y se pregunta si la gente de esa época podría creer esas cosas, o si la propaganda era tan ciega como para ni siquiera planteárselo. Por lo demás, la película narra la peripecia de su salida y sus apuros hasta que encuentra la felicidad en un país ideal, España, y en una ciudad que también lo es Barcelona, como futbolista de éxito. Un buen hombre que lucha por escapar de las garras del comunismo y por ganarse la vida decentemente con lo único que sabe hacer: jugar al fútbol. Varios tramos de la película están rodados en las instalaciones del Barça, y en ella colaboran algunos otros jugadores del club, como Ramallets y Biosca, tenidos por los más fotogénicos del grupo.Para completar el capítulo daré voz en el siguiente párrafo a Sancho Dávila, que fuera presidente de la Federación desde febrero de 1952 hasta la primavera del 54, cuando cayó a consecuencia de la eliminación de España por Turquía en la clasificación para el Mundial de Suiza que había de jugarse ese verano. La eliminación se produjo en desempate en Roma, acabado a su vez en empate y resuelto por sorteo. Minutos antes del partido, con los jugadores ya vestidos, se recibió un telegrama de la FIFA previniendo sobre la presencia de Kubala en el equipo. Kubala ya había jugado algunos partidos con España, pero el asunto de su fuga de Hungría aún no estaba lo bastante bien resuelto en el papeleo internacional y la Federación decidió, por prudencia, dejarle fuera del partido y sustituirle por Escudero. (Luego nos quedamos sin Mundial, por el papelito con el nombre de Turquía extraído de una copa por un dichoso bambino llamado Franco Gemma y aquello fue el llanto y el crujir de dientes).Pero vuelvo a Sancho Dávila. Cuando dimitió tras la eliminación escribió un libro con sus memorias de esos dos años y poco, titulado ‘De Vuelta a Casa’. Y, clavado como tenía el ‘caso Kubala’, se esforzó en contar todos los pasos que durante su mando se habían dado para legalizar plenamente la posición del jugador. Lo que sigue es uno de los capítulos. En la primera línea se refiere al encuentro que se convocó, durante los JJOO de 1952 en Helsinki, con la legación húngara. Luego hace un relato de otros encuentros. El texto es éste: ‘Con nuestra entrevista con los húngaros terminaré este capítulo. Pero antes tengo que dedicar un espacio al tan debatido asunto, que puede compendiarse en una sola palabra: Kubala.De origen checo, inscrito por la Federación Húngara como jugador ‘amateur’ y en el club de Vasas de Budapest, el jugador Laszlo Kubala se fugó de Hungría y pasó la frontera que separaba este país de la zona austriaca de ocupación alemana (errata, quiere decir americana), en el mes de enero de 1949. No llevaba pasaporte. Tuvo que burlar la vigilancia policiaca, según declaración de la Federación Húngara en carta que dirigió a la FIFA con fecha 2 de febrero de aquel año.Ya en el mundo libre, quiso integrarle en su equipo el club italiano Pro Patria. A este efecto, el 19 de marzo presentó una carta al secretario de la FIFA, acompañada de otra para la Federación Húngara, haciendo valer su condición de ‘amateur’. Amparado en el artículo 31 del Reglamento, comprometiéndose con aquel club a cambio de determinada cantidad en concepto de gastos, durante el año que debía permanecer sin jugar, no llegó a formalizarse su inscripción por la Federación Italiana y, naturalmente, quedó sin efecto el compromiso.En junio de 1950 expiró el plazo. Kubala, entonces, se puso al habla con un club español. Y por no contar con el certificado de transferencia de la FIFA, la Real Federación Española tuvo que denegar la autorización.En las reuniones de Bruselas y Zúrich expuso el caso el señor Muñoz Calero. Se encargó al señor Drewry para que hiciera del asunto un estudio a fondo. Se le remitió un dossier con todos los antecedentes. Y el fallo resultó favorable a la petición española. Bien claro quedó señalado que la reclamación húngara tenía más de carácter político que de carácter deportivo.Al ser enviado desde Zúrich a Londres, inexplicablemente el dossier “se extravió”. Lamentablemente, ni siquiera se había sacado una copia. Tampoco habían sido guardados los originales. Ni se hicieron fotocopias.Clara la maniobra, hubo de hacerse un nuevo dossier, basado en las declaraciones de los húngaros, sin cotejo posible. En definitiva, estilo “telón”, se trataba de condenar a Kubala y de rendirle por el pacto del hambre. El Comité ejecutivo español, previa autorización de la Delegación Nacional de Deportes, se reunió y accedió a que el C.F. Barcelona alineara al jugador en partidos de competición. Con más razón, como por haber sido nacionalizado español, según acuerdo del Consejo de Ministros del día 1 de junio, inserto en el Boletín Oficial del Estado del 27 del mismo mes del año 1951.Por otra parte, en Bruselas, el Comité de urgencia de nuevo quiso poner en vigor el artículo 118. Para informar y defender sus derechos, a esta reunión asistió una representación española, presidida por Manuel Valdés, entonces presidente; el miembro del Comité Ejecutivo don Agustín Pujol y el representante de España en la FIFA, señor Muñoz Calero. Con sólidos argumentos, nuestra Delegación hizo ver que cuando en los Estatutos se aprobó el mencionado artículo 118 no pudo preverse el estado caótico del mundo como epílogo de la última guerra mundial, ni que dicha disposición pudiera ser empleada por una federación deportiva como medio de acción y de persecución política.Con toda claridad hicieron ver que Kubala se evadió de su país no para mercantilizar en su propio provecho sus actividades de jugador de fútbol al mejor postor, sino con el exclusivo fin de huir de una muerte cierta por no prestarse a ser instrumento ciego del comunismo. Porque se le había obligado a asistir a un seminario comunista. Él se resistió. Y “por tibieza” se había decidido su asesinato. Esto fue corroborado por Mathias Toth, expresidente del Vasas, Presidente de la Comisión que descalificó al jugador húngaro. También se evadió de Hungría con posterioridad.Las imputaciones de la Federación Húngara tampoco podían tener ningún valor por cuanto tales denuncias eran de fecha 31 de enero de 1949 y Kubala jugó en Budapest su último partido el día 25 de aquel mes.Para no abrumar al lector, señalaré, por último, que, en Londres, en octubre de 1951, se celebró otra reunión. En ella se prometió a la Delegación española, que “el caso estaba resuelto”. Tanto la Prensa española, como la extranjera, con grandes titulares, así lo anunciaron.El día 28, en la mejor disposición, nos enfrentamos con la Federación Húngara. Como habíamos proyectado, nos presidió Mr. Rimet. También asistían el hoy Presidente, señor Seeldrayers, y el Secretario, señor Gassmann. Se celebró la reunión en una salita del Hotel Vaccuna. En mi mucho peregrinar, desde mi infancia, por todos los países de Europa, excepto Rusia, como señalan los pasaportes, jamás he visto ningún hotel de construcción tan original. Su estilo moderno, de líneas elegantes y artísticas, contrasta con la sólida mole de una de las estaciones mayores del mundo, la de Helsinki, situada enfrente.Con nosotros tomaron asiento el representante húngaro y tres miembros más. Habíamos cambiado un frío saludo, una inclinación de cabeza. Inmediatamente comenzaron a atacar a Kubala: “Es un desertor de nuestro país”.Replicamos que se ciñeran al aspecto deportivo. Les recordamos un viejo refrán: “De lo perdido saca lo que puedas”. La entrevista duró cerca de tres cuartos de hora.Nuestras peticiones fundamentales fueron: una indemnización económica a su favor y la firma de un compromiso por su parte en el que renunciarían definitivamente a cualquier reclamación posterior contra el jugador.-Kubala-dijimos- tiene derecho a vivir del fútbol.-También yo he sido jugador-indicó uno de los miembros-. Cuando los alemanes invadieron mi país huí a Francia y pude vivir gracias a las clases que daba.El Señor Muñoz Calero preguntó a Mr.Rimet:-¿No es cierto que la FIFA reconoce el profesionalismo? ¿Por qué, pues, no se puede vivir de este deporte?Eran muy convincentes nuestros razonamientos; sus denuncias estaban desprovistas de todo sentido y deshicimos todos sus argumentos. Y hubo acuerdo. España, es decir, el C.F.Barcelona, entregaría una cantidad determinada al Vasas. Dirigiéndome a Mr.Gassmann y a Andrés Ramírez, les rogué que redactaran el compromiso, que se firmaría en aquel instante.-¿Sin consultar?-me preguntaron.-Y abonando la cantidad estipulada en el acto, en la FIFA, de nuestra cuenta -respondí.Cambiaron las miradas. Hablaron en su idioma entre sí, aunque hasta aquel momento todos lo hicimos en francés. Se levantaron. Y con cara de pocos amigos nos dijeron que no podían resolver sin consultar antes con Budapest.Otra vez, igual que en 1951, el caso “Kubala” quedaba en el aire, entorpeciendo toda la buena voluntad de la Federación Española y de su representante en la FIFA.Cuando la Delegación española se despedía de Mr.Rimet, el viejecito respetable y cariñoso retuvo entre las suyas mis manos y me dijo:-Ya ve, querido, lo que es vida. Se dice que soportáis una dictadura atroz y, sin consultar, podéis resolver. En cambio, los del “mundo nuevo” por sí solos no se atreven a dar ni un paso.Hasta Roma, lector, abandono este asunto.’El ‘hasta Roma’ remite a un capítulo posterior del propio libro, en el que trata de quitarse culpas por lo sucedido en aquella eliminación ante Turquía. Pero lo de Roma confirma que aún para entonces no tenía la Federación el tránsfer de Kubala, y de ahí que ante la advertencia de la FIFA se renunciara a alinearle en tan crucial encuentro. El arreglo final no llegó hasta agosto de ese 1954, justo después del Mundial de Suiza.En suma, el Barça se llevó a Kubala porque se manejó mejor. El secretario de la Federación Española era Ricardo Cabot, barcelonista, y posiblemente eso le ayudó. Pero luego supo mover todos los resortes del Régimen, que trabajó feliz en la construcción de aquel símbolo anticomunista. La contratación de Kubala fue toda una ‘joint venture’ entre el Barça y el Régimen y conviene no olvidarlo a la hora de hacer un juicio con perspectiva de la historia comparada entre el Madrid y el Barça. El Delegado Nacional de Deportes durante los hechos era el General Moscardó, los presidentes de la Federación eran todos hombres muy del Régimen, como no podía ser menos. Sancho Dávila era falangista de primera hora, camarada de flechas y luceros de José Antonio, al que llama ‘El Jefe’ en la introducción del citado ‘De Vuelta a Casa’. De hecho ése era su mayor mérito para llegar a la presidencia de la Federación (en sustitución de Valdés Larrañaga, otro prohombre franquista que dejó el cargo con destino a la embajada de Santo Domingo), porque en realidad era un hombre ‘del toro’, ajeno por completo hasta su nombramiento al fútbol.Por cierto, como se ve en el capítulo recogido, también recoge la tesis de que Kubala salió de Hungría no para ganar dinero, sino huyendo de una muerte segura. Un poco la tesis de la película, se entiende que tesis oficial en el Régimen.
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