Nadie quiere ser esta chica. La chica que va a coger un avión, protegida del aire acondicionado potencial con cierta chaqueta amarilla, y se encuentra con que le hacen una foto desprevenida. Otra chica. Que va a coger el mismo avión. Con la misma cazadora amarilla. Sí, está muy bien ir a las rebajas y comprarse, por ejemplo, un vestido de escote Bardot con los hombros al aire en Zara, pero entonces hay que estar dispuesto a quedar esa misma tarde para tomar algo y coincidir con otras siete personas con el mismo vestido o a que te comenten: “ah, he leído un artículo sobre él. Mi hermana también lo tiene”.
La alternativa a esto es la de siempre: consumir más en marcas pequeñas y autoproducidas, que tienen infinitas más dificultades para sobrevivir. El problema es llegar a ellas e incluso conocerlas. Y ahí es donde entran iniciativas como la del Barcelona Designer’s Collective, la selección que desde hace tres años hacen La Roca Village y el FAD, la asociación de diseñadores de Barcelona, de hasta 62 creadores emergentes que durante dos meses de verano venden sus creaciones en una tienda efímera dentro del centro comercial de outlets. Profesionales como la empresaria Nani Marquina, el interiorista Lázaro Rosa-Violán, la diseñadora Miriam Ponsa o el grafista Claret Serrahima se encargan de seleccionar estas nuevas firmas, que solo tienen que tener en común cierta vinculación con la ciudad y estar “entre los inicios de su carrera y la consolidación”, es decir, en el punto más difícil. Aunque en la tienda caben propuestas de interiorismo y diseño gráfico, nos hemos centrado en la moda para seleccionar diez marcas de moda y accesorios que garantizan vencer el efecto chaqueta amarilla. Y además contribuyen a crear tejido creativo sostenible.
Less Filling. Desde su taller en el barrio de Gràcia, Sole Kularong produce pantalones, sudaderas y vestidos con estampados serigrafiados que recuerdan a esas marcas infantiles que uno desearía que trabajaran en tallas grandes. Sus series son limitadas y su método de trabajo prima la producción local y los procesos artesanales. Prenda estrella: los shorts rosas con manchas de pintura.
Los estampados de aires infantiles de Less Filling. Foto: Less Filling.
Congo Studio. En Designer’s Collective, el estudio que dirige Laia Blesa vende una serie de posters creados a partir de fotografías en blanco y negro de Salva López, pero Congo nos interesa también por sus camisetas letraheridas y cinéfilas. En la primera colección, dedicada a Estados Unidos, hay dos camisetas de color crema y corte setentero que llevan bordado en el pecho los títulos de libros que le gustan a Blesa (Purity de Jonathan Franzen, y Love Poems, de Anne Sexton) y dos crop tops en negro con el bordado en blanco, esta vez de películas: Wild at heart, de David Lynch y Faces, de Cassavettes. A menos de 20 euros la pieza, también sirven como un regalo perfecto.
Los diseños cinéfilos de Congo Studio. Foto: Congo Studio/ Fotos de Martina Matencio
Après Ski. Lucía Vergara le puso ese nombre a su firma de bisutería porque conjura lo mismo que sus piezas, un refinamiento nostálgico y cierta alegría vacacional. Lleva ya años utilizando formas geométricas en sus colgantes y pendientes en paletas de colores muy estudiadas, dignas de un fotograma de Wes Anderson. Vegara busca materiales como la resina, el latón o antiguas cuentas y construye piezas que deben mucho a nombres del diseño como el grupo Memphis. Tiene tienda online y las cajas en las que envía las joyas valen tanto la pena como el contenido.
Las nostálgicas y coloridas piezas de Après Ski. Foto: Après Ski
Deux Souliers. Con ventas en Yoox, ASOS y tiendas de más de 20 países, la marca de Nunu Solsona tiene poco ya de promesa, pero aún le quedan públicos por conquistar. La diseñadora, que se formó en ortopedia (algo que agradece cualquiera que se calza sus sandalias impecables) trabaja a mano y con materiales nobles, pero consigue mantener los precios a una escala razonable, a pesar de seguir esos procesos tan exhaustivos. Todas sus colecciones tienen un común cierto aire monacal y asexuado, lo que hace que sus piezas sean perfectas para desbonitizar algunas prendas como los vestidos delicados o las faldas a media pierna.
Deux Souliers ya vende sus diseños en más de 20 países y en webs como Asos. Foto: Deux Souliers
Emma Pardos. Esta firma hace minicolecciones muy coherentes de bolsos, pañuelos y calcetines, que dan mucha importancia al grafismo y a los materiales. En la tienda efímera de La Roca, Pardos vende la mochila Itten (perfecta para un iPad y poco más) en colores básicos y rollo ochentero y algunos de sus fantásticos calcetines.
La mochila ‘Itten’ y sus calcetines, los ‘best seller’ de Emma Pardos. Foto: Emma Pardos
Ika Editions. La polaca afincada en Barcelona Dominika Niczyporuk tiene un concepto rigorista de la moda, reñido con lo superfluo. Por esos sus “ediciones” son atemporales y, la mayoría, sin género predeterminado, pensadas para durar media vida. Nos quedamos con los culottes y la capa con capucha.
Nuestros favoritos de Ika Editions. Foto: Ika Editions.
Naguisa. Decir que “ha vuelto la alpargata” es una insensatez, porque nunca se fue. Pero es cierto, que desde hace dos o tres años hay varias marcas empeñadas en dignificar el calzado payés del Mediterráneo y una de las más destacadas es Naguisa, creada por Claudia Pérez Polo y Pablo Izquierdo. Sus zapatos de esparto incorporan detalles como las cintas de raso o los estampados pero mantienen la pureza de un diseño tan clásico que resulta difícil de mejorar.
Las románticas (y altamente apetecibles) alpargatas de Naguisa. Foto: Naguisa
Ölend. Que sí, que las mochilas danesas Fjällräven Kanken son preciosas, pero no está de más buscarles alternativas locales, como estas piezas de lona inspiradas en las que usaban los alpinistas en los años 40 y 50. La marca, creada por Adriana Dumon, Fran Ríos y Antonio Longás a finales de 2012, presume de confeccionar a mano, con tino y paciencia.
Las mochilas de Ölend, una alternativa local a los diseños que tan de moda están. Foto: Ölend
Paloma Wool. Al contrario que muchos diseñadores, Paloma Lanna (ese es su nombre real) suele decir que no le interesa la moda, sino la ropa. Hija de los fundadores de Globe y Nice Things, Lanna compagina su trabajo allí con su propia marca que se vende exclusivamente por internet y respira un aire completamente distinto. Sus prendas (desde hace poco incuye también zapatos) están limitadas y numeradas y casi todas cuentan una historia: un dibujo hecho por un artista amigo o un estampado basado en una foto tomada por la propia Paloma. Son prendas que por sí solas empiezan una conversación, una que arranca con un “¿de dónde es esto que llevas?” y acaba quién sabe dónde.
Los diseños con historia de Paloma Wool. Foto: Paloma Wool
Xisqueta. Podría parecer que el invierno queda lejísimos, pero un buen jersey es probablemente la mejor compra que se puede hacer, en cualquier momento del año. Los de esta firma con hechuras de proyecto ecosolidario deben su nombre a una raza de ovejas, las xisqueta, autóctonas de la comarca del Pallars Sobirà, en el Pirineo catalán. Sus creadores compran la lana a precio justo a los pocos pastores que todavía trabajan con estas ovejas y las transforman en jerséis dignos de una portada de Kinfolk. El proyecto ganó el premio Nacional de Artesanía en 2014.
De cara al invierno no hay mejor compra que una pieza de Xisqueta. Foto: Xisqueta
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