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Todo en el partido entre la campeonísima y la italiana Camila Giorgi nos recordó al diseñador que más dolores de cabeza causó al All England Tennis Lawn Tennis Court.

Por Javi SánchezSerena Williams vuelve a rebelarse contra Wimbledon, y Ted Tinling estaría orgulloso Serena Williams vuelve a rebelarse contra Wimbledon, y Ted Tinling estaría orgulloso

El partido de ayer habría hecho sentirse orgulloso a Ted Tinling, el hombre que durante cuatro décadas fue sinónimo de moda deportiva femenina y escándalo sobre el césped de Wimbledon. Serena Williams se plantó en la pista con medias de rejilla, en el enésimo desafío a las estrictas reglas monocromáticas del All England Lawn Tennis Club. Y su rival derrotada en tres sets, la italiana ** Camila Giorgi** (que alguna vez ha homenajeado las creaciones más polémicas del gran modisto del tenis femenino) , optó por una falda minúscula y llena de morivos en puntilla.

Salud (y moda) contra tradición

Es un capítulo más en la guerra que los jugadores mantienen con un club que sigue conservando unas reglas tan estrictas como ridículas basadas en la tradición. Y que Serena se saltó por motivos médicos: la jugadora, que casi muere dando a luz a su hija Olympia, acumula a sus 36 años varios problemas de circulación que ponen en riesgo su salud, en la pista o fuera de ella. Sus recurrentes trombos le han causado ya varias embolias, y sus paseos hasta el quirófano han descubierto ya varios hematomas gigantes. Serena Williams, que avanza hacia el campeonato como un huracán, necesita jugar con tejidos de compresión.

Y la norma establece que el equipamiento médico de los jugadores puede ser de un color distinto al blanco si no hay otra alternativa. La alternativa, en este caso, era una versión de la prenda más odiada por Wimbledon: el catsuit, un mono ajustado que Ted Tinling llevó por primera vez a Wimbledon en 1985.

Y que Serena adaptó para Roland Garros, su regreso a los Open, donde tuvo que abandonar en octavos contra Maria Sharapova por un problema muscular. Serena ya ha avisado de que posiblemente tenga que jugar el resto de su carrera con alguna forma de tejidos de compresión. En París llevó un traje de superheroína "inspirado en Wakanda", en referencia a la película de Marvel Black Panther.

Serena Williams vuelve a rebelarse contra Wimbledon, y Ted Tinling estaría orgulloso

Pero lo de Wimbledon ha sido una declaración maravillosa de principios. Sobre todo ahora que Serena acaba de sacar su propia colección de moda, y que lleva años oponiéndose a toda norma y conducta preestablecida para una tenista. Las Williams, en general, llevan desde el principio de sus longevas carreras enfrentándose a un mundo demasiado blanco, demasiado estricto, en el que la WTA y asociaciones como el All England Tennis Club intentan que todo siga siendo victoriano y estricto y, ya saben: blanco. Serena, en concreto, le ha plantado cara a cada persona en el mundillo "lo bastante ignorante como para no entender el poder de una mujer negra" .

Ted Tinling: espía, apoyo y confidente

Serena Williams es el último paso en la liberación del tenis femenino, que empezó hace muchas décadas ante la mirada de un joven aficionado, Ted Tinling. Un chaval de dos metros exactos que, a sus 17 años, durante unas vacaciones en Niza en 1927, recibió una invitación de su ídola Suzanne Lenglen (por entonces la gran estrella del tenis) para arbitrar uno de sus partidos. Un partido que se convertiría en dos años de vivir el tenis desde dentro (hasta intentó ser tenista, sin suerte) y, de ahí, en una vibrante carrera en la moda deportiva.

Durante 11 años, de 1927 hasta 1949, Tinling se convirtió en el enlace entre el All England Club y las jugadoras. Al mismo tiempo que abría un taller propio y que recibía peticiones de las jugadoras para que se convirtiese en el único hombre capaz de entender lo que las tenistas querían (bueno, estamos menospreciando a otros grandes Pierre Balmain, pero síganme la corriente: Tinling fue el primero, el más longevo y el mejor) . Por el camino, tuvo que dedicarse al espionaje como coronel de los Servicios de Inteligencia británicos en el frente africano y en el europeo. Y al que, sin importar los servicios a la patria, Wimbledon despidió fulminantemente en 1949. ¿Por ser abiertamente gay, como otro héroe de guerra, Alan Turing? No, por dejar que ** Gussie Moran** enseñase las bragas en puntilla.

A Tinling no sólo le despidieron. Le negaron la entrada en la pista central hasta tres décadas después. Y Tinling, ya con un atelier en el centro de Londres que fue el referente de la moda tenística durante décadas, se vengó de la mejor forma posible: vistiendo a las ganadoras con diseños cada vez más osados para la estricta moral wimbledonesca. Entre 1959 y 1979, las tenistas vestidas por Tinling ganaron 12 veces el campeonato. La última fue Navratilova, en 1979.

Y sí, eso incluye el principio de la era Open, la rebelión de las Original 9 (el grupo liderado por Billie Jean King, Rosie Casals y Chris Evert pidiendo la profesionalización del tenis femenino de verdad. Con la ayuda de una marca de cigarrillos, Virginia Slim, con la que Tinling y las tenistas unieron fuerzas porque no tenían otra alternativa. Y que se convirtió, mucho antes que Adidas y Nike, en el motivo de que Wimbledon prohibiese los logotipos visibles y los patrones. ¿La "Batalla de los sexos"? El vestido de King era de Tinling. Y casi en cada aparición de las O9 a principios de los 70 en Wimbledon, Tinling era el responsable de vestir sus reivindicaciones y su potencia tenística. Y sin perder un ápice de fabulousness por el camino.

Tinling tenía una relación estrechísima con las jugadoras. Les mandaba bombones, mantenía conferencias telefónicas y se carteaba con ellas, y hasta accedió a vestir a Chris Evert fuera de la pista: de novia, para su boda.

En 1986 entró en el Salón de la Fama del Tenis, de forma merecidísima, cuatro años después de haber vuelto a Wimbledon y dos después de haber vestido por última vez sobre la hierba a una de sus favoritas, Casals. Cuatro años después, murió por problemas respiratorios. Pero su legado sigue viva en cada modelo rebelde sobre la pista central de Wimbledon. Y, sobre todo, en cada vez que a una tenista se la cuestiona o califica de díscola por actuar como una profesional independiente y libre. Eso sí, aunque a Serena nunca le ha hecho falta, nos habría encantado ver qué podría haber salido del encuentro entre Ted y Williams. Y cuántas cabezas del All England Club habrían hecho estallar.

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