Entre discreta y excéntrica, así se podría definir -con dos calificativos antónimos- la filosofía de Marni. Creada a mediados de los noventa por el matrimonio Castiglioni, la firma de origen italiano había logrado, a pesar de sus éxitos, mantenerse libre e independiente de manos ajenas, hasta que llegó OTB, la compañía de Renzo Rosso, y se hizo con el control total allá por el año 2015.

Estampados muy trabajados, abrigos de corte amplio y complementos que fusionan sin complejos lo étnico y lo pop se dan cita cada temporada en los desfiles de Marni. Una marca de la que sorprende su juventud por lo asentado y reconocible de sus propuestas.

La firma nació cuando Gianni Castiglioni, propietario de una fábrica peletera que trabajaba con pesos pesados de la industria italiana como Prada o Fendi, decidió seguir trabajando para otros, pero producir también sus propias piezas. Desde abajo y sin hacer ruido, incorporando año tras año nuevas prendas que la propia Consuelo Castiglioni diseña, la empresa ha ido creciendo hasta llegar a contar con tiendas en más de 14 países de todo el mundo.

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Dos cosas que cabría destacar de esta firma italiana: no tiene campañas de publicidad -una tendencia que también varió en 2015- y procura ignorar las tendencias para seguir su propia estética. Parecen dos buenas razones para justificar su éxito, un éxito que le ha llevado, incluso, a lanzar una colección con el gigante de la moda sueca H&M.

Tras la adquisición de Marni por parte del grupo OTB, propietario también de Diesel, Maison Martin Margiela y Viktor&Rolf, el matrimonio Castiglioni se fue desvinculando de la marca hasta que, en 2016, Consuelo anunció que abandonaba la dirección creativa. Francesco Risso, procedente de Prada, se pone al frente del diseño de las colecciones. Tras su primer desifle como diseñador, Francesco Risso declaraba: “El mayor reto mientras creaba esta colección fue respetar la identidad de la marca y, a la vez, añadir mi toque personal".