Hace años, cuando la conciencia nos atosigaba tras habernos comprado otros zapatos que no necesitábamos destinados a ser lucidos una única noche de nuestras (consumistas) vidas, la responsabilidad moral que nos acechaba era la de haber malgastado nuestros ahorros. Sin embargo, los males-modo-Carrie-Bradshaw palidecen en la actualidad al ser comparados con los males-modo-Greta-Thunberg. Comprar cosas innecesarias ha pasado a convertirse en un chiste común entre amigas y en la frase comodín con la que acompañar a la imagen de esa última compra que subimos a redes (“Otro bolso que no necesito. In love!”). Sin embargo, lo que ahora nos hace sentir mal por haber caído en las redes del ‘fast fashion’ son los daños medioambientales que esas impulsivas y caprichosas decisiones traen consigo.
Bienvenidas a la culpa consiguiente de haber abandonado, una vez más, la senda hacia la construcción de un armario sostenible. Pero un momento... Comencemos con los básicos. ¿Qué demonios es un armario sostenible? Marta D. Riezu, autora de 'La Moda Justa', lo tiene bien claro. “Es un armario escueto, ordenado, listo para la vida diaria, fiable, combinable, cómodo y editado con lucidez, no guiado por fantasías poco realistas. Las personas con cincuenta zapatos no se conocen en absoluto. Se ha hecho mucha broma y mucha complicidad con ese ‘vicio’ de tener el armario rebosante, y yo creo que el chistecito no tiene ninguna gracia”. ¡Vaya! Parece que la mítica frase de Bradshaw de “Mi eterno dilema: un armario lleno de ropa y nada que ponerme” no es ya nada graciosa...
ProfessionalStudioImagesGetty ImagesNo se trata solo de construir un armario cápsula compuesto por prendas atemporales perfectamente combinables entre sí, sino también de elegir las marcas correctas para hacerlo. “Es importante ser un consumidor curioso y crítico y molestarnos en conocer el tipo de modelo productivo que incentivan las marcas por las que apostamos. ¿Fabrican en España, en Europa, en países del Sudeste Asiático (toda una ‘red flag’)? ¿Hacen 'greenwashing' o son realmente transparentes y muestran sus progresos sin cegarnos con intenciones no cumplidas? Normalmente vamos a mil y no nos detenemos a pensar ni a preguntar, pero sería conveniente cuestionar a dónde va el dinero que invertimos y qué tipo de sociedad está construyendo. A este respecto, una vez hemos observado a esa marca, aconsejo realmente centrarnos en el tipo de producto o prenda que nos ofrece”, comenta Laura Opazo, autora del libro 'Armario sostenible: aprende a comprar de manera consciente e inteligente'.
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— Helga Sun Jul 25 06:13:53 +0000 2021
Consumir sin culpa es el nuevo lujo, como señalóen una entrevista el entonces CEO de del Hotel Jumeirah, Gerald Lawless. Esa culpa consumista es la que nace de adquirir lo que no necesitamos y la que se convierte en una carga cada vez mayor: la de saber que nuestras compras banales están dañando al planeta. “Solo al reducir el consumo propio, es decir, solo al consumir menos, lograremos la redención real. Sin embargo, eso es algo que el 99% de los consumidores no está dispuesto a aceptar, y la mayoría de las marcas, tampoco”, señala el informe ‘Guilt-Free Consumption’ de la consultora Trendwatching. Este estudio nace ante los crecientes conflictos que emergen al contraponerse las compras impulsivas a las aspiraciones que muchos tienen de ser compradores experimentados y responsables. Es de este contraste del que nace la culpa. El resultado es la búsqueda de un nuevo tipo de consumo, uno ajeno a esa terrible culpa que permita seguir disfrutando al comprador del placer de comprar.
drLaura Opazo nos advierte de que la mayoría de las compras que realizamos son fruto del control que las compañías tienen sobre nosotros gracias al estudio de nuestros hábitos de compra. Señala que según Neuromedia, recibimos 6.000 impactos publicitarios diarios, uno cada 10 segundos, y la mayor parte de ellos se cuela a través de nuestro ordenador y teléfono. Para esquivar los máximos posibles y para que nuestra razón se imponga a la emoción a la hora de comprar, nos da siete consejos. "Protege tu privacidad (desactiva tu ubicación, borra las cookies, activa la navegación privada y deja de seguir perfiles de marcas e influencers en tus redes). Olvida salir a la caza de la ganga en rebajas, conócete bien y crea tu propio discurso, desarrolla hobbies alternativos, practica el autocontrol, incentiva tu creatividad y disfruta mirando”, recomienda.
En 'Teoría de la clase ociosa', Thorstein Veblen asienta las bases del consumo irresponsable que hoy nos preocupa y atormenta. “El consumo improductivo de bienes es honorable, primordialmente, como signo de proeza y prenda de la dignidad humana; de modo secundario llega a ser honorable en sí, en especial por lo que se refiere a las cosas más deseadas”.
Sabemos la importancia de conocer la procedencia de las prendas que compramos, de apostar por marcas sostenibles y justas y de construir un armario sostenible… Y sin embargo, en alguna ocasión caemos en las redes de algún gigante del ‘fast fashion’ y haríamos enorgullecer a Veblen. ¿Tenemos que sentirnos culpables? “No se trata de que nos sintamos mal y nos machaquemos por haber caído en la tentación. No vamos a negar que, en términos generales, nos gustan la novedad, el arreglo personal, y la necesidad de distinguirnos y de ser innovadores. Lo curioso es que tenemos más opciones que nunca para vestir y, sin embargo, lo hacemos más uniformados que nunca, porque nos empeñamos en seguir las tendencias que masifica la industria 'low cost' y que lleva medio Instagram”, comenta Laura Opazo. “La clave está en tener una visión mucho más personal de la moda y que esta sea inherente a los tiempos, conocernos, aceptarnos y querernos es la clave para que siempre esa esencia nuestra prevalezca sobre las modas y las tendencias. Las personas con estilo son personas auténticas, con carisma, que "tienen mucho rollo" y hacen prevalecer su marca personal frente a los dictados del mercado. Desarrollar una imagen de marca personal consiste en identificar y comunicar las características que nos hacen sobresalir, ser relevantes, diferentes y visibles en un entorno homogéneo, competitivo y cambiante. En definitiva, contar nuestra propia historia que representa realmente quiénes somos a través de nuestro estilo”, concluye.
Al final, cuando vayas a Zara y te compres ese vestido viral que tiene todo el mundo, te sentirás como cuando ante un trocito de apio con hummus y una deliciosa (y aceitosa) croqueta, te lances sobre la segunda opción. Lo importante es que seamos conscientes de las decisiones que tomamos y nos esforcemos por ir cambiando nuestras elecciones. Ni la croqueta te hace peor persona, ni ese vestido te hace menos válida, pero tampoco olvides nunca el daño que los fritos, tanto gastronómicos como 'fashionistas', hacen al bienestar de tu cuerpo, y cómo no, del planeta.
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