A fines del siglo XIX la farmacia Jacobs, en Atlanta, sería el centro de una revolución. Es que allí John S. Pemberton desarrolló la receta de un tónico a base de jarabe que, con los años, se convertiría en la bebida más popular del mundo.

Conocida en sus orígenes como "vino coca Pemberton", el inventor siguió experimentando con cambios en la receta para mejorar sus cualidades curativas y su sabor. Pero la magia no ocurrió hasta que se le ocurrió mezclar el jarabe con soda.

Un buen nombre

En ese momento se dio cuenta de que había creado una bebida refrescante que los clientes pedían ya no como remedio, sino para disfrutar en las tardes de calor. La otra parte del éxito llegó de la mano del contador Frank Robinson, que propuso el nombre: Coca-Cola.

El nombre estaba relacionado con uno de los ingredientes de la gaseosa. Es que el jarabe se elaboraba con nuez de cola, un fruto de origen africano con altos niveles de cafeína. Sin embargo, la receta que este año cumple 135 años es uno de los secretos mejor guardados del mundo de los negocios.

Expansión internacional

Solo fueron necesarios 11 años para que la Coca-Cola traspasara las fronteras de los Estados Unidos. En 1897 se firmó el primer acuerdo para embotellar la bebida en todo el país y que marcó las primeras exportaciones de la compañía. La empresa se encargaba de proveer el concentrado y en las distintas plantas se terminaba de elaborar la gaseosa, además de distribuirla y comercializarla.

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Ya en los primeros años del siglo pasado más de 400 plantas embotellaban Coca-Cola en Estados Unidos, Panamá, Canadá y Cuba. Y cada uno lo hacía con un envase diferente, lo que creaba confusión en los consumidores.

Para evitar estos equívocos y crear una identidad de marca en 1915, la empresa organizó un concurso con el que seleccionaría un único modelo de envase. La ganadora fue la botella Contour, que perdura hasta nuestros días y se convirtió en uno de los diseños más icónicos de la historia.

El secreto mejor guardado

Por esos años llegó el momento de dejar por escrito el secreto más preciado que tenía la empresa.

El documento se conserva desde 1920 en Atlanta, ciudad donde la empresa tiene su sede global. Se la guardó en una caja de seguridad bancaria, hasta que en 2006 se construyó una bóveda especial en el museo de la compañía.

La bóveda es digna de una película de espías: tiene un escáner de palmas, un candado con código numérico y una puerta enorme de acero. Dentro hay otra caja fuerte con más métodos de seguridad. Y dentro de esta, una caja de metal contiene lo que sus dueños llaman "el secreto comercial mejor guardado en el mundo".

Solo dos personas conocen la fórmula de manera simultánea y sus identidades y cargos son secretos que se guardan con tanto celo como la fórmula misma. Y, según versiones nunca corroboradas oficialmente, estos ejecutivos -al igual que el presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos- no pueden viajar juntos en un mismo avión.