Una voluptuosa mujer afroamericana cubierta por un entallado vestido negro que le marca las caderas presenta el nuevo representante del hip-hop del este de Atlanta: Scotty ATL. El músico lleva lentes oscuros, aro en el lóbulo de la oreja izquierda y una gorra con el símbolo del dólar. Muestra los dientes frontales de oro. Viste de negro: lleva los pantalones a la mitad de las nalgas y exhibe ropa interior de color azul. Las zapatillas Nike de basketball tienen rayas blancas y naranjas.
Estamos en Masquerade, un local de música en Poncey-Highland, en el corazón de Atlanta (Georgia). Es sábado por la noche. Hace frío (4 grados), porque el viento helado se cuela por las cortinas de plástico de las puertas abiertas. Alrededor de un centenar de personas asisten alespectáculo. Los hombres visten en su mayoría con prendas holgadas y capuchas o gorras que les cubren las cabezas. Las mujeres se aprietan en vestidos o pantalones pegados que realzan sus curvas. Algunas usan tacones tan altos que caminan con dificultad. La mayoría de los concurrentes son afroamericanos. Hay un par de chicas blancas. Y yo.
Las luces azules y rojas iluminan sobre el escenario a Scotty ATL, el plato fuerte de la noche. Antes de Scotty se han presentado cuatro raperos, pero él es el único que rapea no solo con un sintetizador, sino con una banda de cuatro músicos (guitarra, bajo, batería y teclados). Scotty incluye temas de sus cuatro grabaciones (Summer Dreams, de 2011; In the Meantime, 2012; The Jiffy Cornbread Experience, 2012, y Faith. Forever Atlanta in My Hearth). Según Creative Loafing (el semanario más prestigioso de la ciudad), Scotty ATL es uno de los artistas de hip-hop más prometedores de la escena actual.
Scotty ATL tuvo un padre ausente, fue baloncestista, vendedor de drogas, marginal. Su madre lo introdujo en la música (en su casa sonaban las canciones de 2Pac) y aprendió a rapear en las calles. “Yo solo canto sobre lo que he visto mientras crecía”, dice el artista. “Mi música cuenta mi historia. Y quizá inspire a otros para que alcancen un lugar mejor”. Un día, cargado de drogas, Scotty llegó a un grupo de estudio de la biblia. Tras un periodo de reflexión, dejó la marginalidad y se entregó por entero a la música y a un nuevo estilo de vida que describe en su canción The Game.
El hip-hop es un negocio multimillonario que atrae en Estados Unidos sin cesar a nuevos jóvenes. En Atlanta parece que hay un rapero debajo de cada piedra. Son pocos, sin embargo, los que destacan. Tras el reciente éxito de 2 Chainz, Future y Trinidad Jame$, otros raperos emergentes que destacan en Atlanta son Two-9, Rome Fortune, Migos y Go Dreamer.
El hip-hop, nacido en los guetos del Bronx en los años 70, se ha desarrollado en las tres costas de Estados Unidos. Las subculturas de Nueva York y Los Ángeles fueron escenarios privilegiados del movimiento y de las productoras pioneras, pero, según publicó ya en 2009 The New York Times, Atlanta es el nuevo “centro de gravedad del género”. Atlanta es a la vez la capital del hip-hop sureño, también llamado Dirty South (junto a Nueva Orleans, Houston, Memphis y Miami), que ha cultivado un excéntrico estilo marcado por el soul y el uso del TR-808 (Roland TR-808 Rythm Composer), una de las primeras cajas de ritmos programables.
A mediados de los años 90, el auge de OutKast, Goodie Mob y Organized Voice confirmaba que Atlanta tenía una nueva propuesta marcada por la diversidad y la innovación. Esto respondía al carácter híbrido de la ciudad: el melting pot del sur. Aquí se consolidaron los subgéneros snap (con canciones más bailable como Lean Wit It, Rock Wit It, de Dem Franchize Boys), trap (que habla del submundo de las drogas; ejemplo: 24’s, de T.I), crunk (que viene de crazy drink y es una mezcla con electrónica; ejemplo: Get Low, de Lil Jon & The East Side Boys) y pop rap. En esta historia, algunos nombres esenciales del hip-hop en Atlanta son Lil Jon, Kilo, B.o.B, Ciara, Ludacris, Pastor Troy, T.I, Arrested Development, Young Jeezy, Gucci Mane y Killer Mike. Y el evento que condensa la escena es el festival A3C (All 3 Coasts, las tres costas), uno de los encuentros más grandes de hip-hop, que se realiza en Atlanta desde hace nueve años cada mes de octubre.
Sin embargo, el surgimiento de Atlanta como motor del hip-hop y su establecimiento como capital de música urbana en el sur de Estados Unidos no empezó con Outkast en los años 90. “Atlanta era ya el lugar donde en octubre de 1949 la primera estación de radio afroamericana, WERD, salió al aire. La primera voz que se emitió fue la de Jack the Rapper Gibson”, escribió Roni Sarig, autor de un libro sobre este mundo (Third Coast: OutKast, Timbaland, and How Hip-Hop Became a Southern Thing).
En 1977, Jack the Rapper Gibson inauguró su famosa convención anual en Atlanta. “Durante dos décadas, la convención reunió a figuras clave de la música urbana -programadores de radio, ejecutivos de discotecas, artistas, aspirantes-”, escribe Sarig. “Al mismo tiempo, Atlanta ya se establecía como la capital del Nuevo Sur y -gracias en parte a una migración inversa que traía a los negros de vuelta al Sur en décadas recientes- era el hogar de la más grande masa de afroamericanos prósperos, educados y creativos de la región (quizá del país). Todo esto se juntó en los años 90 para crear la infraestructura de la industria musical que aún existe hoy”.
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— BigBoyG Mon Apr 22 01:27:53 +0000 2019
Una de las críticas recurrentes al género del hip-hop es una tendencia sexista en su manera de representar a las mujeres (como objetos sexuales). Varios estereotipos se refuerzan además en la exitosa serie Love & Hip-Hop: Atlanta, emitida por VH1 sobre las vidas de mujeres ligadas al hip-hop.
“La música y mucho de su contenido está diseñado para el entretenimiento”, dice Erika Benson-Martin, una periodista de música de Creative Loafing. “El sexo vende y el hip-hop lo ha capitalizado. Las mujeres en el hip-hop son a menudo tratadas sin respeto. Como mujer, a veces me impacta mucho lo que escucho. No me gusta y me confunde pensar por qué a otras mujeres les podría gustar. Pero al mismo tiempo, creo que uno debe poder separarse de lo que es supuestamente entretenimiento. Lo que la gente no se da cuenta es que muchos rappers en realidad son hombres casados, con hijos, que no viven esa vida de fiestas, drogas y sexo que venden. Es entretenimiento”.
Sin embargo, en una industria dominada por los hombres hay figuras femeninas que han dejado huella: Da Brat, Shawnna, Khia, Rasheeda, Diamond. Algunos de los nombres más interesantes de la escena reciente son femeninos: staHHr, Lyric Jones, Khalilah Ali, Sa-Roc, Adrift da Belle y Boog Brown. Y cada vez aparecen más mujeres entre los raperos jóvenes. Una de ellas es Chiiirp. Su nombre real es Mercedes Randall, originaria de Detroit, 23 años. Le gusta Eminem, Red Hot Chili Peppers y Marilyn Manson. Es artista plástica (está trabajando en una serie de pinturas sobre el control de armas en Estados Unidos). Estamos en una pizzería en el área bohemia de Edgewood, un par de horas antes de que suba al escenario en el Music Room (el local de al lado). Su primer mixtape se titula Killa y el video de su tema 'Hummaside' deja claro su expresionismo visual.
“Como artista, para mí lo importante es producir un shock en mi espectador”, dice Chiiirp. “Hacerle pensar que ‘esto es anormal’. Pero cuanto más aberrante le parezca más se va a acercar a mi arte. Me gusta empujar los límites para hacer que la gente piense ‘me gusta esto, pero es tan raro. ¿Qué dice eso de mí? ¿Qué es lo normal?’”.
Dos horas después, Chiiirp trepa al escenario frente a una audiencia de alrededor de 80 personas. Coloca una caja negra en el centro del escenario, se quita el polo, se queda con unas mallas negras pegadas al cuerpo. Mira al frente. Empieza a temblar; sus ojos se ponen en blanco. Aumenta la intensidad hasta llegar a una mímica de colapso nervioso y parece poseída por un demonio. Mancha su boca y sus dientes con pintura roja líquida que simula sangre fresca. Y empieza a rapear canciones de desamor y de urgencia.
“Mi show es una performance… Cuento historias que se relacionan con los sentimientos y emociones humanas: amor, dolor, felicidad, odio… En el escenario me siento más libre que nunca”.
En medio del espectáculo, Chiiirp se golpea a sí misma. Una mujer sube al escenario y le ata las manos contra la espalda. Parece como si tuviera una camisa de fuerza. Le ponen el micrófono en el suelo. Ella se deja caer hasta que su boca alcanza a rozar el micrófono. Ahí, tirada en el suelo, amarrada con una camisa de fuerza y con la boca llena de sangre fresca, grita una de las principales consignas del género (o acaso del arte en general): “Fuck you”.
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