Nuevamente, lluvia de premios en la tercera corrida de feria.
Todo mundo, sobre todo los profesionales, pregonan la grandeza de la fiesta y todas sus virtudes, sólo son palabras. Si así fuera, no se pedirían orejas desde el callejón de la plaza, un lugar de trabajo, no de aficionados comunes; sin embargo, algunos piden premios para los toreros.
El sábado pasado vi a subalternos -ya retirados- ahí en el callejón, debajo del palco, pedían dos orejas al juez de plaza.
Limosnear, no es forma de honrar la fiesta.
Pero los toreros están empecinados en que les concedan las orejas, todas las que se puedan, a la buena o la mala. Pareciera que no les interesa perder su categoría, mancillar su torería, ofenderse a sí mismo, porque la foto con los premios o en hombros es fundamental para ellos, como si fuera lo único importante.
Es una constante en todos los cosos.
A toro pasado se puede decir que Casa Toreros, la empresa, entregó buenas cuentas como resultado de su gestión al frente del serial Tlaxcala 2021. Se sacaron la espina que se clavaron hace unos años, cuando llegaron a Tlaxcala y le dieron a la afición gato por liebre o, mejor dicho, novillo por toro.
Debido al cambio de gobierno estatal las especulaciones y chismes estuvieron y están a la orden del día. Cuando se supo que Pablo Moreno se encargaría de la organización del serial, se soltaron todo tipo de comentarios. Que si las influencias de fulanito abrieron el camino, que si el político zutanito lo impuso, que tal o cual partido político: se dijo de todo.
Con ese ambiente, se presentaron los carteles. La prensa asistió en buena cantidad, es que todo mundo quería ver toros. El año pasado hubo corridas aisladas, creo que dos, casi sin público, en noviembre de 2020 la pandemia estaba embistiendo. El palo no estaba pa’ cucharas.
Este año Casa Toreros resolvió la papeleta.
No pretendo darle coba a la empresa, ni crea usted que busco chamba con ellos. Perdería mi independencia editorial. Siempre he creído que estar en un medio de comunicación y, simultáneamente, trabajar para una empresa taurina, crea un conflicto de intereses, a mi entender no es honesto porque no se puede hacer un juicio imparcial del patrón. Nadie patea el pesebre.
Ignoro quién del gobierno designó la empresa que vino a Tlaxcala, a final de cuentas no se equivocó, como sucedió en Huamantla, a ver cómo se deshacen de andobas que los dejó sin feria de cumpleaños el mes pasado, ahora traen atravesada a la empresa.
En el serial noté algunos detalles.
Para mucha gente, francamente, dará lo mismo que una banderilla esté forrada de blanco o morado en lugar de los colores de la divisa del toro. Que los monosabios y los porteros luzcan la ropa impecable cuando parten plaza, que en lugar del rastrillo habitual para emparejar la arena, lo sustituyan por una motocicleta a la que se le adaptó una cabeza de toro, que todos los vendedores estén vestidos como mozos pamploneses, que haya exposición de obras artísticas, artesanías y un cuadro musical de flamenco en la explanada de la plaza.
Podrían parecer nimiedades, no lo son. Cuando una empresa está al cuidado de pormenores, existe buen número de posibilidades de que esté pendiente de lo sustancial. Estamos en la cuesta de la rehabilitación de la fiesta, quizá por eso, sólo fueron tres corridas.
A quien le toque organizar la feria el próximo año se le debe exigir que organice más corridas, una o dos novilladas, que le suba una rayita al trapío. No se trata de cualquier plaza, hablamos de Tlaxcala capital, el corazón taurino de México, como lo dijo la empresa.
Como inicio no estuvo mal; no obstante, si van en serio, hay que subirle para el siguiente año.
Por lo pronto, la enhorabuena pa’todos.
Fotos: Jaime Oaxaca
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