VIRGINIA MELCHOR

La industria de la moda, muy probablemente, ya no volverá a ser la misma. Este nuevo tiempo ha traído consigo el necesario cambio de rumbo de un sector desbocado y el rechazo a un consumo 'espídico' destinado a usar y tirar. El confinamiento, el teletrabajo, la distancia social y la crisis económica han cambiado nuestra forma de relacionarnos con la ropa mediante un consumo más honesto, más profundo y más local. Ya no se trata de acumular, sino de saber elegir. Además, la preocupación por el planeta ha impulsado la moda de segunda mano. Los jóvenes de hoy revenden, reciclan, reutilizan… estrenar ya no se lleva tanto. El negocio de la ropa con vida previa atraviesa una época dorada, también en Bilbao, donde desde mayo hay una parada obligada para quienes disfrutan yendo al encuentro de 'tesoros': la tienda 'vintage' Picos Pardos, en el número 26 de la calle Alameda Urquijo.

Diego Fernández, dueño de 'Picos Pardos'. /maika salguero

Detrás de este comercio, está Diego Fernández, un joven asturiano de 31 años que vivió desde la adolescencia en Madrid. Allí ejercía como modelo para la tienda de dos amigos, 'Picos Pardos Vintage', y pensó que sería buena idea abrir un negocio con las mismas características en Bilbao, donde reside desde hace cuatro años. «Yo vivía en Malasaña y aunque aquí se viste muy bien, sí que es verdad que no se ve tanta modernez o diversidad. Pero, por suerte, apenas tengo competencia, si te gusta la ropa 'vintage' tienes que venir a mi tienda», asegura.

maika salguero

Bizkaia Dmoda La tienda 'vintage' de ropa de segunda mano que nació en Bilbao en plena pandemia

Iba a abrir 'Picos Pardos' en marzo del año pasado, pero el covid-19 aplazó sus planes. «Ya me había traído la ropa de Madrid, había montado el local... tenía todo preparado para inaugurar el lunes previo a que se declarase el estado de alarma», apunta. Aprovechó el confinamiento para hacer algunas mejoras en el establecimiento y, finalmente, subió la persiana por primera vez el pasado 14 de mayo. La apertura coincidió en un momento en el que el consumo de moda está por fin atravesando un cambio radical y ha crecido el interés por la segunda mano. La ropa usada hoy se compra con orgullo, no con vergüenza. Atrás quedaron los tiempos en que vestir prendas con vida previa estaba mal visto. «Me compran muchas más chicas que chicos, desde los 17 hasta los 45 años. Creo que la filosofía de mi tienda encaja a la perfección con los tiempos que estamos viviendo, la gente está cada vez más concienciada con el planeta».

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Desde la calle, llaman la atención las letras rosas fluorescentes con el nombre de este pequeño local, pero ya en su interior los clientes se sorprenden con la selección de ropa 'vintage' que hace Diego. «La traigo de Europa, Asia o Estados Unidos, donde hay más cultura por la moda de segunda mano». Vende desde petos o chaquetas de chándal retro de Adidas o Nike hasta cazadoras vaqueras o sudaderas con constantes guiños a la cultura americana. Triunfan las camisas y blusas estampadas, ideales para primavera, y los pantalones vaqueros. «Lo bueno de estas tiendas es que no solo se viene a comprar, sino a buscar. Quizá quieras una camiseta, pero te pongas a revolver y encuentres una cazadora, un jersey... es como ir a un mercadillo». Eso sí, con ropa de marca: de Dickies, Ralph Lauren, Tommy Hilfiger, Nike, Adidas, Burberry... Y con un precio más asequible que el de una prenda nueva. «Tengo desde pañuelos por cinco euros o camisetas por 15, hasta cazadoras vaqueras de Levis por 40 o una gabardina de Burberry por 70 euros, que es la pieza más cara de la tienda».

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Diego apoya siempre que puede a los jóvenes creadores. De ahí que las firmas emergentes ocupen un lugar destacado en su tienda. Allí se pueden encontrar desde las cazadoras vaqueras customizadas de la artista madrileña Laura Senses o los cinturones de cuero de la marca bilbaína Abarka hasta los diseños con ropa reciclada de Untxia o Psychoblock, dos firmas creadas por estudiantes del grado LEINN (Liderazgo Emprendedor e Innovación) de la Universidad de Mondragón. Para los amantes de los complementos, Diego ofrece cinturones, pañuelos, bolsos y alguna boina o sombrero, pero no vende calzado de segunda mano «porque la gente aún es muy reacia».

Una camisa vaquera customizada por la creadora madrileña Laura Senses. /MAIKA SALGUERO

Hoy en día el negocio de la ropa usada se mueve a golpe de click. Diego aún no tiene tienda online, pero recibe pedidos a través del perfil de su tienda en Instagram. «Si alguien se fija en una prenda, mi chica o yo nos hacemos fotos con ella puesta y si le gusta se la enviamos», cuenta este joven emprendedor, que hoy vive feliz en la villa junto a su pareja y su perra, Bruna. Eso sí, no intenten aparecer por su tienda antes de las 11.30 horas, porque este apasionado del surf madruga para escaparse a la playa a coger olas. En estos tiempos inciertos, Diego reconoce que no se plantea expandir su negocio, se conforma con «sobrevivir en el día a día». «Es una etapa muy rara, de repente tienes dos meses buenos y uno malo... con baches, pero ahí seguimos». Nada le frena a este asturiano que quiso traer a Bilbao la esencia moderna y bohemia que le cautivaron del barrio madrileño de Malasaña durante sus años de juventud.

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