Aunque en los últimos años el paradigma de Racing sufrió una transformación que lo acerca a las conquistas, la historia moderna del club sentó sus bases bajo la idea de angustia permanente. Tanto es así que una seguidilla de malas administraciones lo llevaron a la Justicia y al ámbito privado. La resistencia de sus hinchas, dentro de esa realidad, fue contagiando corazones hasta superar economías devastadas y domingos sin fútbol. Actualmente, Racing ha vuelto a ser una asociación civil regida por los socios, tal como indican los estatutos de los clubes. De todos modos, las raíces de las sociedades anónimas aún se mantienen vigentes en algunos sectores del Cilindro.
La Guardia Imperial, como se conoce a la barra de Racing, es mucho más que un grupo de hinchas que pelea por los colores, exhibe banderas de gran tamaño y organiza funerales para burlarse del descenso de Independiente. Sustentada en la concepción de negocio, la facción liderada por Raúl Guillermo Escobar Barrios tiene ingresos económicos tan significativos que ha podido darse algunos lujos. Por ejemplo, diez miembros de esta sociedad delictiva camuflada en la pasión por Racing viajaron durante siete días a bordo de un crucero que costó casi dos mil dólares por persona. Y como si eso fuera poco, se hicieron presentes en el Mundial de Brasil y anduvieron en limusina por Las Vegas en la previa del combate del Chino Maidana con Floyd Mayweather. “Tienen dos departamentos en Puerto Madero y otros cinco en un edificio de la calle Italia, en Avellaneda”, explicó un dirigente que, por seguridad, prefirió no revelar su identidad.
Más allá del manejo de los trapitos en complicidad con las fuerzas policiales, uno de los negocios más redituables de la barra es la venta de indumentaria. Esta práctica se lleva a cabo a la vista de todo el mundo a través del sitio oficial del club y en las tiendas autorizadas que la entidad posee en las sedes de Avellaneda, Villa del Parque y en el local de la calle Lavalle, en pleno centro porteño. Al lado de los artículos que vende Topper, la marca que viste a Racing, los violentos comercializan sus propias camisetas, musculosas, mochilas, pantalones y tazas, tanto de la Guardia Imperial como de los Racing Stones, otro de los grupos de choque.
Los miembros de la barra, en complicidad con la dirigencia, fabrican sus artículos en talleres clandestinos y se los venden a Locademia, local oficial del club, que luego los comercializa con los hinchas y hasta ofrece algunos descuentos. “Desconozco cuánto dinero recauda la barra; lo único que puedo decir al respecto es que todo lo que vendemos tiene licencia”, sostuvo Gianfranco, encargado del local de la calle Nogoyá ante la consulta de PERFIL. Juan Manuel Gigena, gerente general de la tienda, optó por un camino mucho más sencillo y preocupante: “No tengo idea a qué se refieren”, deslizó.
En la previa de los partidos con Independiente por la Liguilla, la barra le vendió al club cerca de cinco mil productos que le dejaron una ganancia de un millón de pesos. No conforme con eso, fueron por más. Con motivo de las fiestas, como cualquier empresa, se adaptaron a una movida comercial y ofrecieron varias rebajas. Porejemplo, el buzo celeste de LGI alcanzó un descuento de casi doscientos pesos mientras que el valor de la taza de acrílico, con la imagen de un niño de Racing con una espada, también bajó de manera sustancial.
Néstor Lovotti, uno de los líderes de la facción disidente, reveló la mecánica de la Guardia Imperial: “Reciben setecientos mil pesos mensuales, más allá de las entradas de favor, de la ropa y los negocios que tienen con La Cámpora. Todo eso a cambio de protección y favores políticos”. Además, el referente de la facción El Morro, cercano al ex jefe de la barra Jaimito Heredia, señaló: “Racing fue durante mucho tiempo el club del gobierno y le bajaron dinero dirigentes y funcionarios muy importantes. Yo no quiero arriesgarme a dar nombres porque sé que voy a tener represalias. De hecho soy consciente de que estoy firmando mi sentencia de muerte...”.
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— Varghese Summersett Thu Aug 27 19:08:17 +0000 2020
En referencia a los fuertes vínculos del grupo violento, Lovotti dijo: “La barra tiene la mejor relación con la Comisaría de Avellaneda y con los líderes de las otras hinchadas. De hecho, los cabecillas se juntan a comer y colaboran entre ellos, ya sea con los de Independiente, con La Doce y hasta con Arsenal. Nosotros teníamos relación solamente con la gente de Gimnasia, y Huevo, el jefe actual, se encargó de terminarla”.
Relaciones peligrosas. El vínculo entre la barra y un sector de la dirigencia pone en evidencia un largo y penoso flagelo difícil de exterminar. Adrián “Oso” Fernández, vocal titular y encargado del fútbol amateur, está señalado como uno de los nexos entre la comisión directiva y los violentos, al punto tal de sentarse a la mesa con la facción Racing Stones.
Otro de los apuntados es Roberto Torres, secretario de seguridad de la institución, quien autoriza a la barra antes de cada partido a colgar sus banderas desde el campo de juego. De hecho, sus propios pares lo acusan de haber mandado a liberar la zona para el feroz ataque a la delegación de Independiente durante el último clásico, de haber permitido retratar el escudo de la hinchada en los postes de uno de los arcos del Cilindro y de haber dejado colgar la bandera de la Guardia Imperial en el micro que trasladó al plantel profesional desde el hotel hasta el estadio Libertadores de América.
De fondo, sigue la sombra de Pacheco. Mientras la barra se maneja con absoluta libertad por el estadio Juan Domingo Perón y por el predio de inferiores Tita Mattiussi, familiares y amigos de Nicolás Pacheco continúan en la búsqueda de justicia. Es que a tres años del misterioso asesinato del hincha de Racing en la pileta del club, sigue sin llevarse a cabo el sumario interno para que los imputados del crimen dejen de ir a la cancha al menos hasta conocerse el fallo del Tribunal Oral 23. Lo mismo ocurre con la asamblea extraordinaria solicitada por los socios, que jamás se realizó. Debido a esa asombrosa falta de respuestas, tanto jurídica como dirigencial, el domingo 24 se hará un homenaje en la sede de Villa del Parque como muestra de una lucha inclaudicable. “No me atrevo a hablar de la muerte de Pacheco”, confesó Lovotti, sabiendo que es un tema prohibido para el mundo académico. “Se metió con la mujer de un pibe de la barra, lo quisieron asustar y les salió mal”, agregó.
Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.
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