Es lógico que el público de la Fórmula 1 proteste por no poder acudir a las gradas del Circuit de Barcelona-Catalunya en los test de pretemporada previstos entre el 23 y el 25 de febrero. Aquí explicamos por qué la categoría reina ha tomado esa decisión.

Los primeros test de pretemporada de este 2022 se celebrarán a puerta cerrada, al menos para el público. Esta decisión de la FOM constituye una pésima noticia para la afición, especialmente para la española, que no podrá observar de primera mano la transformación técnica de la categoría reina ni disfrutar de sus ídolos en su retorno a las pistas después de la memorable campaña 2021.

La causa principal para la toma de esta decisión es económica. Baréin protagonizará la segunda semana de pruebas y quiere que sea ésta y sólo ésta la que tenga una cobertura televisiva internacional y, al mismo tiempo, esté abierta a los fans. Para lograrlo, pagan convenientemente a la Fórmula 1, que necesita estos ingresos para mantener una estrategia de crecimiento y, paradójicamente, de mayor apertura para el público.

Por supuesto, la pandemia de COVID-19 no justifica la decisión de que las tribunas estén cerradas en Barcelona y no en Sakhir, si bien conviene recordar que en el reino del Golfo Pérsico se han registrado 16 muertes por el virus desde el 27 de julio de 2021 hasta el 24 de enero de este año, contra los 9.704 registrados en España en el mismo periodo.

Pero no desviemos nuestra atención del factor económico, la verdadera clave para entender las recientes decisiones de la Fórmula 1.

La Fórmula 1 fue adquirida por Liberty Media por unos 6.300 millones de euros –7.000 millones de dólares– en 2016. Desde entonces, los ingresos se mantuvieron estables en unos 2.000 millones de dólares en 2017 y 2018, para aumentar ligeramente en 2019 hasta casi los 2.200. Los beneficios operativos, sin embargo, fueron de 'sólo' 17 millones de dólares. Cifras espectaculares para una PYME, pero no para un espectáculo global. Pero si la situación era inestable hasta entonces, en 2020 se volvió mucho peor, con una caída de ingresos de 817 millones de dólares respecto al año anterior y, atención, unas pérdidas operativas de 386 millones de dólares. De hecho, los equipos sufrieron un recorte de nada menos que un 30% en sus ingresos por derechos televisivos –recordemos que se los reparten con la FOM merced al Pacto de la Concordia–, y éstos cruciales para su supervivencia.

No puede decirse que los datos de 2020 fueran una sorpresa para la F1, dado que una pandemia había golpeado al mundo entero, pero resulta más inquietante que las cifras de ingresos, al menos en el tercer trimestre de 2021 –son los últimos datos de los que disponemos– han subido sólo un 12% frente al año del 'desastre'. Sólo mediante otra reducción en el reparto de derechos con los equipos la Fórmula 1 ha vuelto a los números negros. Pero sigue sin ser una balsa de aceite: en su sede central ha habido muchos cambios en los últimos meses. Uno de los más sonados, la marcha de Ellie Norman, directora de marketing y comunicación, llamada en 2017 a encabezar un auténtico plan de conversión del negocio de la Fórmula 1, una de las cabezas visibles de la era Liberty.

Aun con todo lo anterior, sería muy precipitado decir que la Fórmula 1 está al borde de la bancarrota, pero sí implica que está en un momento de cambios –que se haya instituido ahora y no antes el techo de costes, por ejemplo, no es casual– y en el que debe aprovechar nuevas fuentes de financiación. No pueden darse pasos en falso, y se debe ir más allá de los contratos de derechos televisivos como fuente principal de subsistencia del negocio; entre otros motivos, porque éstos también se encuentran en plena fase de transición, como lo está el consumo de contenido audiovisual en todo el mundo. Claro que han buscado y encontrado nuevos patrocinadores globales, como Aramco, y para disfrutar de circuitos como Portimao, Imola o Estambul, han tenido que dar la bienvenida también a Arabia Saudí o Catar –buenas carreras ambas, por cierto–. También se han desarrollado campañas de marketing con un loable trasfondo ético como la de We Race as One y, sobre todo, han logrado la aprobación de una normativa técnica revolucionaria por su contención de costes como la de 2022.

Nadie puede decir que la Fórmula 1 no está moviéndose rápido para adaptarse a un mundo muy cambiante, permanecer como un lugar atractivo donde invertir y, al mismo tiempo, mejorar el espectáculo. Otros, como la liga profesional de fútbol española, recurren a la inversión de fondos de capital riesgo como... CVC Capital Partners, ¿les recuerda a algo?

Test de pretemporada F1 2022 en Barcelona: ¿ultraje o sacrificio?

En ese constante juego de equilibrios, la asistencia del público a los test de pretemporada en Barcelona no se ha podido salvar. Stefano Domenicali, al menos, ha pedido por favor en la compañía que capitanea que no se le llame 'shakedown' a esos tres días de test –una fórmula que empezó a usarse ayer para enfado general–. Gracias, Stefano.

Por su lado, el Circuit de Barcelona-Catalunya tampoco puede señalarse como culpable en esta situación. Ellos se limitan a ocupar sus instalaciones con los mejores clientes que pueden encontrar en el mundo, si no en beneficios al menos sí en prestigio y seriedad. Negarse a albergar los test por el oprobio de quedar a la sombra de Baréin sería del todo irresponsable para una empresa pública que reúne grandes esfuerzos financieros principalmente del gobierno catalán para mantener la Fórmula 1 en el calendario. Lo hacen por la relevancia que supone tener un circuito de primer nivel, por el reclamo que supone en imagen y por el estímulo empresarial que genera a su alrededor. Si el cliente pide el circuito cerrado al público, se le concede como les ocurre con tantos otros clientes durante el año. Y mientras, firman un contrato a largo plazo para albergar el Gran Premio de España cinco años más, algo mucho más importante para el aficionado y para la instalación.

Sí es cierto que no poder asistir a los test devalúa las entradas para el GP de España 2022 [aunque sólo es así desde hace unos años, la entrada al GP incluía el acceso en los test, n.d.r.], pero también lo es que los precios no han crecido en las últimas temporadas.

A PUERTA CERRADA

Que un test de Fórmula 1 se realice a puerta cerrada no es algo nuevo. Por ejemplo, el año pasado todos hubiéramos querido ver cómo los equipos se adaptaban a los neumáticos Pirelli en llanta de 18 pulgadas y cómo trabajaron los italianos para conseguir el mejor producto posible para calzar al Mundial 2022, pero no pudimos. Incluso quienes trabajaron allí tuvieron que guardar silencio y todo el material audiovisual que allí pudieron recoger, por orden del organizador del test, en este caso Pirelli.

De hecho, los aficionados, y muchas veces los periodistas, desconocemos mucho de lo que pasa en los circuitos patrios y extranjeros durante gran parte del año. Muchas veces preguntamos por la agenda del mes, y en un la mayoría de los casos recibimos un silencio muy respetuoso con el cliente, sea éste un equipo de competición, un fabricante de coches, una productora de televisión o quien sea que alquile la pista para su uso. Y si quien suscribe alquilase circuitos con frecuencia, también le gustaría que los circuitos se comportasen así.

Ha habido test de equipos de Fórmula 1 que han pasado completamente bajo el radar, y otros para los que ha habido que tomar fotos desde hoteles, promontorios o árboles situados en el exterior de las instalaciones. ¿Alguien recuerda cómo fueron los test de jóvenes pilotos en Abu Dabi 2016? Nuestro redactor jefe Martí Muñoz sí: varios días en una habitación del hotel Yas Viceroy y con un cronómetro en mano toda la jornada. Además, en aquel caso se supo que los test se realizarían a puerta cerrada también para la prensa apenas unas horas antes de su disputa. No son éstas líneas de apoyo a esa política, sino una mera descripción de un episodio relativamente habitual en una Fórmula 1 ya moderna aunque pre-Liberty Media.

Tampoco la figura de los test 'oficiales' de pretemporada es algo que haya acompañado a la Fórmula 1 desde el inicio de los tiempos. Esto es, de hecho, un constructo reciente. Hace relativamente pocos años, cada equipo entrenaba más o menos donde quería –o le permitía su presupuesto– y si muchos se juntaban en una sola pista era para ahorrar dinero. Si el circuito era español y no británico era principalmente por la meteorología –aunque también se les pudiera dar un buen precio y los mejores servicios–. El hecho de que se haya 'institucionalizado' la pretemporada ha venido de la mano de la expectación generada entre los fans, la creada por los medios de comunicación, y la espolvoreada por los equipos para provocar más impacto que ofrecer a sus patrocinadores. De hecho, si fuera por los equipos, desde luego se retransmitirían los test de Barcelona, aunque los coches sean tan radicalmente nuevos. No es el miedo al fracaso público ante posibles problemas de juventud de los monoplazas el que empuja a la Fórmula 1 a tomar esta decisión.

Desde el punto de vista de la estricta competición –el Campeonato Mundial de Fórmula 1–, la pretemporada no aporta nada, dado que no forma parte del certamen. Es más, los resultados de las pruebas no suelen ser determinantes respecto al orden entre competidores que tendrá el nuevo campeonato. Por supuesto, son días muy útiles para quienes hemos podido trabajar allí, ya que se pasea mucho, se habla más y se observan detalles en la fisonomía de los coches, en su comportamiento en pista, en el trabajo de los equipos... que permiten a los periodistas extraer noticias de diversas clases. En el ámbito técnico o competitivo, las más de las veces se recogen indicios y las menos pruebas de hechos que pueden llegar a ser noticiables. Salvo excepciones, es así.

En cuanto a la disponibilidad o no de la cobertura televisiva o los tiempos en directo para el público en pretemporada, no se ha dispuesto de ellos hasta hace un par de años, sin que los anteriores resultaran menos emocionantes o reveladores que los más recientes. Siempre es deseable contar con cuanta más información, mejor, pero quizá el hecho de haber vivido sin esa cobertura tantos años pueda poner perspectiva sobre la magnitud de la afrenta que vivimos hoy. Hubiera sido más comprensible un revuelo de estas características cuando la Fórmula 1 dejó de emitirse en abierto en prácticamente todo el mundo, un hecho mucho más doloroso para la afición. Quizá la generalización del modelo de pago en otros deportes de primer orden hizo comprender más rápidamente al fan que no era 'culpa' de la Fórmula 1, sino un peaje inevitable para mantenerla grande y pomposa en su burbuja.

Por supuesto, siempre nos quedaría clamar por un deporte sólo para puristas, y hecho por 'garajistas'. Adiós a los contratos millonarios a cambio de correr en determinados países, derechos baratos para que se vea por televisión en abierto, ¡y ningún piloto de pago! El problema es que con ello morirían muchos de los atractivos de una Fórmula 1 a la que nos hemos acostumbrado, con realización televisiva espectacular, fuegos artificiales, implicación de las marcas más poderosas del planeta... y nos acercaríamos a categorías de las que hoy llamamos inferiores y que no siguen ni siquiera muchos de los mencionados puristas.

¿Y QUÉ HAY DE LA PRENSA?

A falta de confirmación oficial, la prensa sí podrá acceder al Circuit entre los días 23 y 25 de febrero. Difícilmente en la cantidad habitual, que ha rozado los 400 acreditados en algunas ocasiones. No será tampoco por falta de empeño de la FIA, cuya voluntad ha sido desde el inicio que, de cara a la prensa, estos test tengan un tratamiento pre-COVID-19. Pero el aforo de la sala de prensa del Circuit, que no es precisamente pequeña y está muy bien situada –en mis años de trabajo allí sólo se les ha podido reprochar en algunos años la gestión de la conexión a Internet, y aun en esto están por delante de otros trazados europeos de renombre– no admite más de 100 periodistas en condiciones de seguridad según los actuales protocolos COVID-19.

Es posible que el acceso se restrinja a los periodistas con acreditación permanente –quien suscribe hace años que perdió esa consideración, vinculada al número de Grandes Premios a los que se viaja en la temporada previa–, o que a éstos les acompañe sólo una pequeña selección del resto de medios de comunicación. En cualquier caso, será una gran noticia también para el público que se mantengan sobre la pista los ojos de la prensa independiente. Su misión, en definitiva, es la de trasladar al público tanta información como pueda.

Al margen de esto, y en ningún caso como sustitutivo de la prensa, la capacidad de la propia Fórmula 1 para generar contenido paralelo a la competición y difundirlo gratuitamente a gran escala ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Podcast, vídeos, redes sociales, memes y otros recursos que se han demostrado fundamentales en el mundo de hoy para atraer a nuevos públicos y mantener grande, vivo y activo el Mundial.

Por último, algunas cifras para poner contexto al problema del acceso del público al circuito en los test. En 2010, el año de la llegada de Fernando Alonso al equipo Ferrari, la asistencia osciló entre 14.900 y 21.200 personas, según el día. El test de mayor público en la historia del Circuit de Barcelona-Catalunya fue 2011, después de un final de locura en el Mundial 2010; entonces lograron un acumulado de 51.000 espectadores en la primera semana y 16.000 en la segunda. Cada uno de esos espectadores tiene un gran valor para el deporte, no hay duda de ello, pero en los últimos 12 años, y pese a lo reducido del precio de las entradas, no se ha conseguido que el reclamo de acudir a los test de pretemporada pueda acercarse ni mínimamente al de presenciar un Gran Premio. Ni siquiera en días de fin de semana, algo que también se ha intentado en algunas pretemporadas en Montmeló.

En definitiva, el desahogo de la afición es legítimo, y que manifieste sus preferencias es imprescindible para el deporte, pero la Fórmula 1 no toma decisiones como ésta para despreciar a sus audiencias, de las que dependen éste y la mayoría de deportes. Los mismos que en 2016 aplaudían que la Fórmula 1 se librase de su tirano, hoy claman que sus nuevos propietarios la prostituyen contra los aficionados. Sin embargo, entonces y ahora, la Fórmula 1 sólo sobrevive y trata –no sin dificultades– de cumplir con los objetivos de sus dueños. Éstos saben que necesitan un público global y enorme, y –aunque hoy pueda parecer lo contrario– trabajan a destajo para acrecentarlo.

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