“Veneno de ratas al cuadrado”; “ojalá nunca se hubieran inventado”, “el traje nuevo del emperador” o “un imán para imbéciles”... Estas andanadas sobre bitcoin y las criptodivisas no las han dicho un puñado de haters de bitcoin en las redes sociales, sino cuatro de las personalidades más seguidas en el mundo financiero: Charlie Munger, Warren Buffett o Jeremy Grantham o Nicholas Nassim Taleb.
La más reciente ha sido la de este último, el escritor de origen libanés, autor de libros de gran éxito en el ámbito financiero como Antifrágil o El Cisne Negro. Se quedó a gusto en un hilo que tuiteó mientras pedaleaba en la bici estática, según confesó en otro trino.
“Bitcoin es como una enfermedad contagiosa. Se expande, se expande y su precio se dispara hasta la saturación, es decir, hasta que todos aquellos tan imbéciles para comprar la historia estén invertidos. Esto es la fragilidad máxima”. En su opinión, “no es una moneda, ni un refugio de valor, ni una cobertura contra la inflación, ni una protección contra la tiranía gubernamental o las catástrofes, sino una burbuja frágil”
Su descarga ha sido la última, pero pese a su dureza no sería la más feroz. O, al menos, estaría a la altura de las que han vertido dos de los mejores inversores de la historia, Warren Buffett y su socio Charlie Munger. Este último dijo en una entrevista cuando Bitcoin cotizaba a 100 dólares que la critptomoneda era “veneno de ratas”. Tiempo más tarde, cuando el precio ya rozaba los 10.000 dólares, le preguntaron a su amigo Buffett y este aún fue más allá: “Ahora es veneno de ratas al cuadrado”.
Eso, a pesar de que Warren Buffett reconoce que la tecnología blockchain en la que se sostienen las criptos es “importante”. ¿Qué no les gusta, entonces? A Buffett, por un lado, que “no tiene ningún valor único en absoluto, no produce nada. Se compra sólo porque se espera que crezca el grupo de gente al que se lo quieres vender”.
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— Chris Eichenberg Sun Jul 21 23:53:47 +0000 2013
Pura especulación sobre un concepto complejo, que se retroalimenta en las fases alcistas de precio. “Cuando hay subidas de precio en algo que no entiendes, te emocionas mucho más que si se producen en algo que sí entiendes”, explicó el legendario inversor a la CNBC.
Su amigo Munger todavía es más crítico. "Nunca voy a comprar una criptomoneda. Ojalá nunca se hubieran inventado. Es oro artificial sin ningún valor", dijo en una conferencia anual de Berkshire Hathaway. De hecho, incluso considera “inmoral” invertir en este activo, entre otras cosas, por la relación que se le achaca al mundo cripto con el blanqueo de dinero por el anonimato de las operaciones.
Aunque en este punto, también se podría argumentar que el dólar ha sido históricamente la moneda de referencia para el narcotráfico y otros negocios oscuros. Y eso no convierte el billete verde en una moneda ilícita, sino el uso que las personas hacen de estos medios.
¿Qué dicen los defensores del mundo cripto de esta visión negativa de estos dos grandes inversores? “Que no entienden de tecnología y, si no entienden de tecnología, no podemos pretender que entiendan bitcoin”, afirmaba en un streaming de Finect sobre inversión en criptos Eneko Knörr, el inversor en start ups español que tiene “cerca de la mitad” de su cartera en criptos. “Buffett ha reconocido que se equivocó al no aportar por Google y Amazon, los vio pasar por delante pero no invirtió porque no lo veía”.
El otro punto que los escépticos de Bitcoin enarbolan es la cantidad de energía que se gasta con las criptos. Entre ellos, Bill Gates, que recuerda que “usa más electricidad por transacción que cualquier otro medio conocido en la humanidad, por lo que no es bueno para el medio ambiente” y por eso afirma que no invierte en bitcoin.
Ahora bien, también hay personalidades del mundo financiero que las defienden. Quizá Bill Miller sea su máximo exponente. Este gestor, que se hizo famoso por batir con su fondo al S&P 500 durante 15 años consecutivos, fue construyendo su posición en criptos hasta llegar al 50% de su cartera personal.
De momento, le ha ido de maravilla, como le pasó durante aquel periodo de 15 años invirtiendo en acciones. Aunque conviene recordar que Miller acabó dejando la gestión de su fondo por las importantes pérdidas que sufrió durante la crisis subrprime, cuando entró en el sector inmobiliario antes de la caída de Lehman Brothers, pensando que sería rescatado como ya había pasado con Bear Stearns.
La batalla entre los fans y los detractores está servida. Y más con la volatilidad de estos criptoactivos. Los críticos ponen el acento en el desplome del 50% que han vivido bitcoin y sus semejantes en sólo dos meses. Los partidarios, en el impresionante rally alcista de los últimos años.
Estés del lado que estés, los asesores recomiendan siempre tener una exposición muy reducida a activos que tienen una volatilidad tan salvaje. Y que la inversión sea siempre con dinero que no se vaya a necesitar a corto o medio plazo.
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