Dejarnos de oír entre los de siempre y escuchar con atención a las personas que viven en situación de pobreza en este país corrupto y desigual es un acto de justicia. Cuando su voz y su presencia se mueven de los lugares periféricos hacia el centro de la sociedad, empezamos a entender mejor por qué nos parecen tan estúpidas frases como “los pobres son pobres porque quieren”. Escuchando en Cuarto Mundo a varias familias de las zonas 18, 7, 3, 21 y asentamiento Nueva Esperanza, de San Miguel Petapa, surgieron varias reflexiones sobre lo que significa la pobreza y la lucha que hacen día a día para rechazarla. Al final, casi siempre agregaron “este es mi pensamiento.”
“Desde que nacemos sufrimos desigualdades, exclusiones de todo tipo, no nacemos en lugares bonitos, los hospitales en Guatemala no son los más bonitos, desde nuestro nacimiento ya sufrimos todo eso”, dijo una persona. “Además, como no tenemos estudio y formación, en cualquier lugar nos discriminan”, señaló otra. “La pobreza es soledad, porque por la pobreza se desintegran bastantes hogares. Es difícil salir de la pobreza, porque solo sobrevivimos y a pesar de emprender un negocio informal siempre se está en lo mismo y nunca se avanza porque no se tiene un trabajo formal y digno. Pero no se puede, no se puede; imagínense, salgo a las 4 de la mañana todos los días, regreso a las 5 de la tarde a mi casa, a veces yo no vendo ni Q10, con eso le digo. Tomen conciencia, eso es calamidad. Imagínense, salir a caminar, porque yo camino demasiado, me conozco toda la colonia, me voy hasta la colonia Colombia. Imagínense, mis pies ya están bien cansados, pues ya soy de la tercera edad, sin jubilación y sin ninguna mínima seguridad”, dijo alguien más.
Luego se deshiló la madeja y varias más agregaron que “la pobreza es confusión y no se sabe qué hacer cuando se vive desempleado; para las personas pobres, ver platos vacíos sobre la mesa causa tristeza; a pesar de que siempre hemos trabajado en toda clase de trabajos vivimos en aflicción; no tener un terreno o casa propia nos implica pagar alquiler; si no pagamos nos sacan a la calle. Decimos a los niños: espérense, vamos a ver cómo le hacemos para la comida, pero debemos pagar el cuarto, es mejor tener un techo sobre la cabeza y el hambre la podemos aguantar un poquito. Eso pasa por no tener un trabajo estable y bien remunerado, entonces los niños se quedan sin comida y ellos son los que más sufren, y eso no es felicidad. Tengo una venta de ropa de segunda mano, estoy ahí pero no se vende nada, estoy desde las 8 de la mañana hasta la tarde, y al final del día vendo Q5, pero ahí estoy pidiéndole a Dios poder tener algo y seguiré perseverando. Aunque eso no permite el ahorro y no se puede pensar en una mejora para el hogar. Por otro lado, saber leer tampoco le asegura tener un trabajo estable. Luchamos por nuestros hijos e hijas, por nosotros mismos para demostrar que sí podemos salir adelante, es nuestro esfuerzo, nuestra lucha que hacemos día con día no es por gusto, sino porque anhelamos lo mejor para ellos”.
En un mundo que ama el dinero y abunda la aporofobia, lo único que es de los pobres es su pensamiento. Saben bien que para salir de la pobreza hace falta tener oportunidades, educación, un trabajo digno, vivienda, salud, alimentación; en esencia, tener vida. Saben que necesitan puertas abiertas y oportunidades, porque allí donde el Estado abandona entran el narco, la lástima y los asistencialismos que nada cambian de fondo. “Que nos tomen en cuenta, que la sociedad nos incluya, porque ser pobres no significa que no valemos nada”, dicen. Este 17 de octubre, día para recordar nuestro deseo por erradicar la miseria, les escuchamos para seguir construyendo juntos un porvenir que ponga fin a la pobreza, en el cual se respete por igual a todas las personas y al planeta. Como una de ellas dijo: “ Nunca nos hemos derrotado y nunca nos derrotaremos como mujeres y hombres de lucha y de paz.”
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