Luego de casi un año de haber dejado a un lado las clases presenciales debido a la pandemia por COVID-19, muchos niños y niñas se preparan para regresar –o ya han regresado– a la escuela de manera híbrida (presencial y virtualmente). Esto implica reiniciar rutinas cuyo fin primordial es beneficiarse de la asistencia a clases en términos académicos, sociales y emocionales, pero con la mayor seguridad para evitar posibles contagios.

Sin embargo, aunque las nuevas vacunas contra el COVID-19 ofrecen una esperanza para retomar algunas de las actividades de la vida diaria y muchos de los abuelos pueden haber recibido, al menos, la primera dosis de una de las vacunas disponibles hasta el momento, la realidad es que el rol de los abuelos se ha visto afectado. Así, mientras algunos ya no ven o cuidan a sus nietos tan a menudo como antes de que se desatara la pandemia, otros han continuado dando ese apoyo fundamental para sus familias.

Johnny Gerena, quien es retirado del Servicio Postal de los Estados Unidos, se encarga de recoger a sus nietos, Pedro Juan y Alicia de Lourdes, en la oficina de su yerno, quien ha habilitado un área para que los pequeños estudien virtualmente tres días a la semana, mientras que en los otros dos los cuida en su casa, donde su esposa Milagros de Lourdes, quien es maestra y terapeuta educativa, les da tutorías.

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“Aunque, por un lado, siento que estoy siendo, aún más, parte de la crianza de mis nietos, por el otro me duele que tengamos las limitaciones que tenemos”, afirma Johnny, a la vez que menciona que, con el resto del grupo familiar no se ve tan frecuentemente como quisiera, aunque, afortunadamente, por la naturaleza de sus trabajos, tanto su esposa como su hija ya están vacunadas y otros miembros de la familia deben hacerse la prueba molecular del COVID-19 con regularidad.

Si bien para Johnny ser un abuelo presente ha sido una extensión natural de su rol de padre, ante la pandemia, se muestra preocupado por el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y la falta de organización en el proceso de vacunación. Hace apenas unos días logró vacunarse en un centro, cuando un conocido le dijo que verificara si podían atenderlo, pues la cita que había hecho desde que se abrió su fase vacunación había sido cancelada en dos ocasiones.

“El asunto de las vacunas me preocupa grandemente. Yo soy, por mucho, mayor de 65 [años], e intenté varias veces conseguir [ cita para] la vacuna. Cuando, por fin, la conseguía me la cambiaban de fecha. Así que esa parte me preocupa, porque, aparentemente, el asunto va mucho más lento de lo que yo entiendo que debiera ir”, lamenta Johnny.

Sobre su rutina con sus nietos, explica que, dentro de su vehículo y junto con los pequeños, espera a que su hija salga de trabajar y, cuando ella “los recoge, cada quien sigue su camino”, dice resignado. Afirma que, en la última reunión que sostuvieron como familia, decidieron que los niños no asistirían a clases presencialmente en lo que resta del año escolar.

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Por su parte, para Manolo Rivera Cubano, quien está a cargo de la crianza de su nieto, José Manuel, la mayor preocupación radica en el miedo a contagiarse.

“El miedo al contagio de coronavirus o a no poder evitarlo está muy presente en el posible regreso a clases presenciales y, por ello, no resulta tan fácil decidir qué hacer, y más a mi edad. Pero, con todo y esta preocupación, prefiero que mi nieto vaya a la escuela presencialmente”, comparte Manolo, al destacar que “los niños realmente prosperan cuando hay estructura y constancia, y esta pandemia está alterando ambas cosas para ellos”. Manolo es fiel creyente de que la escuela es fundamental en este proceso y que no haber asistido por prácticamente un año a la escuela ha tenido algunos impactos perjudiciales en los menores.

“Un problema que ha tenido la cuarentena para los niños es un exceso de padres y un exceso de pantallas que genera un desgaste emocional, problemas de concentración y falta de motivación. El aprendizaje siempre es social”, afirma categórico.

Para prepararse para el regreso presencial a clases, Manolo y su nieto han comenzado a practicar el uso de la mascarilla y de desinfectante de manos en horarios más extendidos dentro de la casa. “Igualmente, que tenga un marco visual de lo que significa 6 pies de distanciamiento físico. Cuando llegue a casa, tendrá un área para dejar la ropa y bañarse inmediatamente”, señala.

Para Manolo y José Manuel ha sido un año lleno de retos, ya que, “cuando comenzó la cuarentena, también nos enteramos de que cerraban su adorada escuela por falta de matrícula. Comenzó en un nuevo colegio, sin conocer a sus maestros ni compañeros y el ajuste fue más difícil. Además, le hace muchísima ilusión ir a la escuela, que nunca ha visitado. Por mi parte, me abre la oportunidad de poder hacer mis labores y gestiones con más facilidad, ya que ambos estamos en un horario de 8 :00 a.m. a 3:00 p.m., lo que nos dificulta salir, limpiar y la movilidad en la casa, en resumen, la privacidad”, abunda, al comentar que, por su edad, ya se vacunó.

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Estos son solo dos ejemplos de los muchos que existen a nuestro alrededor. Tomando esto en cuenta, ¿cuál es el riesgo de los menores de infectarse por COVID-19 al asistir a las escuelas? ¿Es seguro para los abuelos cuidarlos si asisten a las clases presenciales?

Lo cierto es que las respuestas a estas preguntas deben evaluarse de acuerdo a las circunstancias particulares de cada familia y, dependen, en parte, de los cuidados que esta ejerza.

Sobre este particular, la doctora Carmen I. Suárez, pediatra y presidenta de laPuertorriqueña de Pediatría (SPP), opina que, como parte de esa evaluación, los padres deben ser realistas en cuanto a los riesgos de salud de sus hijos en relación con el COVID-19, al asistir a las clases presenciales.

“Por ejemplo, hay niños completamente saludables que deben tener un riesgo menor de ir a una escuela y hay otros que pueden tener problemas de salud crónicos o severos que pueden ponerlos a mayor riesgo, así que el padre debe pensar en el caso particular de su hijo y tomar una decisión prudente”, sostiene.

Si bien destaca que, a nivel mundial, se ha observado que asistir a las escuelas no parece aumentar considerablemente la transmisión del virus en la comunidad, esto depende de que todos cumplan con las recomendaciones de salud pública.

“No se ha visto en otras partes del mundo, donde las escuelas están abiertas, que los contagios mayores surjan de fuentes escolares, sino que surgen de la comunidad, de lo que hacemos, de con quién nos juntamos, así que no se ha visto que la escuela represente un foco significativo para la propagación del COVID-19”, enfatiza la pediatra.

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Sin embargo, ¿qué ocurre con los abuelos? Como explica, por su parte, el doctor Lumen Vera, especialista en Medicina Interna y director médico del Hospital Menonita Aibonito, los estudios han sido consistentes al mostrar que, definitivamente, la edad es un factor de riesgo que aumenta la mortalidad por COVID-19, sobre todo si existen comorbilidades. Por otro lado, destaca que, si bien “los niños tienen un sistema inmune que está madurando, por lo que pueden tolerar mejor la susceptibilidad al virus, que no se desarrolle la enfermedad o que, si se desarrolla, sea más leve y tenga menos potencial de infección, esto no significa que no se van a contaminar”, aclara el médico.

Debido a esto, ambos galenos enfatizan que se debe considerar que, aun cuando las vacunas son altamente efectivas y se prevé que será más seguro para los individuos mayores de 65 años estar cerca de otras personas (sobre todo cuando desarrollen la mayor inmunidad posible), esto no significa que no puedan enfermarse y, a su vez, contagiar a los niños y a otras personas. Tampoco significa que deban obviar las recomendaciones de precaución, pues la mayoría de la población todavía no ha sido vacunada. De acuerdo con el doctor Vera y la doctora Suárez, las vacunas aprobadas contra el COVID-19 disminuyen grandemente la posibilidad de que el virus le dé de una forma agresiva y mortal a una persona vacunada.

“El llamado es que los abuelos se vacunen”, opina la doctora Suárez, mientras agrega que “dos semanas después de la última vacuna se entiende que, si les da COVID-19, no debe ser severo, que lo lleve a un hospital o a la muerte”, dice.

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El doctor Vera advierte que es preciso no crear un falso sentido de seguridad porque los abuelos ya estén vacunados, pues, el por ciento de infecciosidad del virus en la comunidad sigue siendo alto y todavía faltan muchas personas por vacunar. Al cierre de esta edición, 402,214 personas en la isla ya habían recibido al menos la primera dosis de alguna de las vacunas.

Si bien se espera que con la llegada de la vacuna de Johnson & Johnson aumente la cantidad de personas vacunadas (hasta el momento, solo 551 han recibido esta vacuna), el consenso en la isla es que todavía será necesario mantener las medidas de prevención como: uso de mascarillas, lavado de manos y distanciamiento.

La evidencia que existe hasta el momento sugiere que la mayoría de los niños que contraen COVID-19 no tienen síntomas o sus síntomas son más leves. Por tal motivo, tanto los padres, como los abuelos, los familiares y el personal escolar, deben tomar las medidas necesarias para evitar exponerse y exponer a otros al virus, aun cuando se hayan vacunado.

A continuación, algunas recomendaciones que puedes considerar, antes de solicitarle a un abuelo o cuidador que se haga cargo de un menor que vaya a asistir a la escuela:

La AAP y los CDC recomiendan repasar con los niños y los jóvenes las medidas preventivas y reforzar su importancia:

  1. Lavarse y desinfectarse las manos con mayor frecuencia.
  2. Mantener la distancia física con respecto a otros estudiantes.
  3. Usar una mascarilla.
  4. Evitar compartir objetos con otros estudiantes, lo que incluye botellas de agua, dispositivos, elementos de escritura y libros.
  5. Usar un desinfectante de manos (que contenga al menos un 60 % de alcohol). Asegúrate de que use un producto seguro.

“Ahora tiene un poco más de valor la toma de temperatura porque los niños, si están enfermos, son más susceptibles a que les aumente”, apunta el doctor Vera, quien recomienda que las escuelas hacer énfasis en esta métrica de salud.

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Lo más importante es tomar decisiones basadas en las experiencias y el nivel de riesgo de cada familia. Por ello, además de leer información relevante de fuentes confiables, los abuelos deben hablar con su médico primario, aún después de haber sido vacunados, para determinar su riesgo y decidir si cuidan o se reúnen con sus nietos durante la pandemia.

Por su parte, los padres deben hacer lo propio con el pediatra de sus hijos. “Una decisión basada en la ciencia, les dará siempre mayor seguridad”, precisa la doctora Suárez.

Estos son los elementos a los que los niños y jóvenes deben estar atentos, de acuerdo con la AAP:

Fuente: Academia Americana de Pediatría / healthychildren.org

En días recientes, los CDC flexibilizaron las guías para, entre otras cosas, indicar que las personas que ya habían recibido las dosis completas de alguna de las vacunas, podían reunirse entre sí, sin usar mascarillas o seguir el distanciamiento físico. Sin embargo, aunque este sea tu caso, es mejor seguir las medidas de prevención, hasta que se logre la inmunidad de rebaño en nuestra población, la cual, según el doctor Vera, se estima que debe ser de un 75 % de la población.

Sobre las nuevas guías, los CDC informan que las primeras investigaciones sugieren que, además de proteger contra los casos graves de COVID-19, que podrían provocar la hospitalización o la muerte, es probable que las vacunas autorizadas también hagan que las personas sean menos vulnerables a la infección y, potencialmente, sean menos propensas a propagar el virus. Sin embargo, esto no constituye una carta abierta para dejar de un lado las recomendaciones para evitar los contagios. Presta atención a los siguientes puntos:

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Recuerda que, debido a que esta es una enfermedad de la que los médicos y los científicos todavía están aprendiendo, habrá mucha información que cambie, según se hagan nuevos hallazgos. Lo más importante es que te mantengas informado a través de fuentes confiables, que sigas las guías recomendadas y que no bajes la guardia.

Con el distanciamiento físico, la salud mental de la población en general se ha visto afectada y, para los abuelos, no ha sido la excepción. Debido a que los adultos mayores ya enfrentan retos de salud física y emocional, la pandemia del COVID-19 han agudizado, además, el sentimiento de soledad de muchos de ellos. Por ello, mantente comunicado y atento a sus necesidades.

De acuerdo con los CDC, ante estas circunstancias, es natural sentir estrés, ansiedad, angustia y preocupación. Por ello, hacerse cargo de cuidar a un nieto puede ser, para muchos abuelos, la tarea perfecta para ocupar su mente y sentirse productivos y aliviar sentimientos de temor, enojo, tristeza, preocupación o frustración; dificultad para concentrarse y tomar decisiones; y agravamiento de problemas de salud mental. Solo hazlo de manera segura.

Por su parte, los niños y jóvenes también han enfrentado retos. Ante su regreso presencial a la escuela, sigue estas otras recomendaciones:

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