A finales del pasado mes de agosto, la Consellería de Medio Rural, a través de la Axencia Galega da Calidade Alimentaria (Agacal), organizó un curso sobre reposición de marras en cultivo de viñas en el que participaron 15 profesionales del sector. Gracias a la información extraída de esa jornada y de los trabajos de los profesionales del Centro de Formación e Experimentación Agroforestal de Guísamo (CFEA), Campo Galego ha podido elaborar un resumen con las claves para la reposición de marras en cultivos vitícolas.

Para comenzar, se debe tener en cuenta que las plantas de vid pueden ir muriendo paulatinamente o de forma repentina por multitud de causas. Lo ideal en una reposición es que, en el momento que falla, inmediatamente se ocupe ese espacio. De esta forma, se les da menos tiempo a las plantas de al lado para ocupar el vacío de la planta fallida y, en la medida de lo posible, se deberá sustituir en la propia época en la que causa baja si es que eso es posible. Si la cepa aparenta signos de enfermedad, se puede optar por arrancarla para que pueda ser sustituida lo antes posible. Si no, las plantas colindantes pueden ocupar su espacio y dificultarle luego el crecimiento. En este punto, se podrían diferenciar dos fases. Primero tiene que desarrollar raíz en la tierra y luego ir ocupando el espacio fuera. Las plantas que están al lado son, por defecto, dominantes en el sistema radicular y fuera de la tierra por su capacidad para absorber la mayor parte de la luz.

En ese mismo contexto suele ocasionarse lo que los profesionales del CFEA llaman “fatiga del suelo”. Esto se define como aquel fenómeno donde el suelo ocupado por la planta puede estar desgastado o tener alguna afección ligada. Si la planta antigua murió por un accidente mecánico, el suelo no tendría por qué haberse visto afectado, pero si la baja ha sido ocasionada por hongos, lo más probable es que todavía estén vinculados al suelo y puedan atacar a la reposición. Por lo tanto, hay que acondicionar el suelo en función de las causas de la baja (desinfecciones, aportaciones nutricionales…) para que favorezcan el desarrollo de la planta y, como mínimo, debería airearse. Una de las afecciones más comunes es la producida por la armilaria, hongos parásitos basidiomicetes que viven sobre los árboles o arbustos leñosos.

“El secreto de la reposición de marras no está en hacer que prenda, sino en hacerle un buen seguimiento a partir del momento en que está prendido y seguir el ciclo biológico de ese año y el siguiente. De lo contrario, el esfuerzo reposición no servirá de nada”, explican los profesionales del CFEA. En el caso de la reposición de marras se debe poner especial atención en gestionar el desarrollo de las plantas colindantes para evitar un exceso de competencia por la luz y por el espacio de suelo que le corresponde en la línea de plantación. Esto facilitará que el nuevo sistema radicular tenga oportunidades para ocupar el volumen de suelo que le corresponde.

No obstante, la casuística en cuanto a las reposiciones es muy variada. Pueden ser inmediatas, en las que prima el tiempo en que se ejecuten; producidas por máquinas o animales, que no suelen tener problemas biológicos; por enfermedad, por estrés hídrico… Hay muchos factores por los cuales una planta de vid puede morir. Desde el CFEA explican que puede ser interesante guardarse repuestos de plantas para poder hacer una reposición inmediata nada más hacer la plantación, ya que lo habitual es que haya un pequeño porcentaje de bajas, producida principalmente por errores humanos. En cualquier caso, los viticultores deben hacer una discriminación positiva hacia las nuevas. Deben asegurarse de que prenda y de que la luz le llegue con facilidad.

En las experiencias que han ido desarrollando los profesionales del Centro de Formación e Experimentación Agroforestal de Guísamo, más concretamente en la práctica realizada en el año 2021, no ha sido necesario regar ni desherbar demasiado las nuevas cepas repuestas porque no hubo sequía gracias a sus condiciones climáticas de área atlántica. Aunque desde Guísamo aclaran que lo habitual es desherbar y dar los tratamientos fitosanitarios como al resto de las viñas. Además, en cada planta suele colocarse un tutor y un protector que indique que se debe tener cuidado cuando trabajemos con máquinas o tratamientos en medio de la plantación. Aunque en tan solo un año, las nuevas plantaciones ya suelen estar asentadas, se debe seguir haciendo un proceso de lo que los especialistas llaman discriminación positiva. Esto quiere decir que los viticultores deben dar prioridad y ventaja a las nuevas cepas respecto de las colindantes más antiguas para que aquellas puedan coger su dominancia y ocupar el espacio que les corresponde dentro de la plantación.

Métodos de control de hierbas competidoras

A partir del segundo año de vida

Durante el primer y segundo año de vida de las cepas repuestas, las podas deberán ejecutarse dejando vivas, normalmente, dos yemas y así favorecer los rebrotes. El motivo es que cojan una buena dominancia sobre la cepa. Además, es fundamental que la planta tenga un buen acceso a la luz solar y que la poda favorezca la aireación para evitar la aparición de hongos que puedan estropear el cultivo. En el caso de que esas nuevas cepas ya asentadas no consigan imponerse sobre sus colindantes, se deberá hacer prácticas culturales correctas para favorecer su buena implantación.

En esa misma línea, a lo largo del segundo año, las prácticas viticultoras dependerán del clima y este es uno de los factores determinantes para que el desarrollo siga siendo adecuado. Sin embargo, al igual que al comienzo, conviene realizar laboreos en toda la plantación y, especialmente, en el entorno de las marras repuestas. De esta forma se consigue romper los terrones y facilitar el desarrollo del nuevo sistema radicular de las cepas. Por otro lado, también se fomenta una oxigenación óptima del suelo y se eliminan malas hierbas que generan competencia. Es una de las formas que se han venido usando tradicionalmente para evitar el uso de herbicidas, dado que la utilización no es recomendable en plantas jóvenes.

Dentro de las plantas que se colocan para reponer, pueden ser plantas injertadas o patrones sin injertar para injertar a posteriori. Una de las prácticas que se utilizan es usar patrones más vigorosos que los de la plantación original para que las plantas puedan competir con más garantías. Sobre todo, de resistencia a sequía y fatiga.

En la misma línea de conseguir el asentamiento de las plantas introducidas, desde Guísamo presentan las tres fórmulas más adecuadas. La primera y más tradicional sería la ya comentada del laboreo manual (preparación y colocación). La segunda sería la colocación de mallas antihierba que, en principio, son benignas para los cultivos y bastante efectivas, o también geles hidratantes y abonos de liberación lenta. Por último, sería el empleo de herbicidas secantes que no afecten al sistema radicular de la plantación. Es la opción más agresiva con el suelo y los profesionales del CFEA de Guísamo añaden que no es nada recomendable y en ningún caso se debe usar con plantas jóvenes, que son muy sensibles tanto en la parte aérea como, sobre todo, en su sistema radicular.

Gestionar los cultivos con una visión a largo plazo

Los expertos vitícolas coinciden en que la gestión de los cultivos debe hacerse desde el punto de vista frutícola y hortícola y a largo plazo. Se debe tener claro que los cultivos en la viña son de carácter permanente. Cada vez más, por incidencias diversas de carácter mediaombiental, mecanización, fitocidas, etc. la sostenibilidad de los cultivos permanentes es más compleja.

Uno de los problemas habituales a largo plazo son las enfermedades de la madera, derivados de malas prácticas agronómicas que favorecen la afección de virus, hongos y bacterias de diferentes procedencias. De ahí, la importancia del seguimiento y la profesionalización del sector vitivinícola. En este aspecto, juegan un papel muy importante la formación profesional agraria y la investigación para minimizar dichos efectos negativos que hacen que las plantaciones, cada vez más, duren menos tiempo su potencial productivo.

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