Si Eder Militao decidiera pasar facturas estaría en todo su derecho. Lo vivido con el central del Real Madrid debería hacer reflexionar a mucha gente, a muchos periodistas. Con Militao se han superado fronteras que nunca se debieron permitir atravesar. Porque una cosa es juzgar y analizar lo que un futbolista hace en un terreno de juego, que para eso estamos, para contar y opinar de lo que vemos. Otra muy distinta es dejar atrás el terreno de la crítica para entrar en el del insulto, el menosprecio, la mofa y la falta de respeto absoluta.
Hace tiempo que a eso se le intenta dar normalidad con la explicación de que se es libre para decir cualquier cosa. Eso es falso, porque el respeto está por encima de todo. Militao jugó mal, muy mal incluso. Pero no hay un solo jugador que merezca lo que se ha dicho del brasileño. O de otros muchos.
Los equipos grandes, y el Madrid puede que sea el que más lo nota, no dan tiempo para nada. O se triunfa de inicio o aparecen los portadores de guadañas para cercenar cabezas sin mirar más allá que al presente. Da igual que el jugador sea joven o veterano, que se encuentre ante sí a dos leyendas como Ramos o Varane. Eso entra en el juego, porque esto está montado así y la paciencia no es un elemento que pese en el tablero, ni para clubes ni para periodistas. Pero de ahí al insulto, a poner en entredicho hasta las facultades mentales e intelectuales de Militao hay un camino demasiado largo.
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— hcpro_crc Mon Jul 17 18:01:56 +0000 2017
Ahora que Militao acapara elogios y que demuestra algo que parecía imposible, que es un central más que capacitado para jugar en el Madrid, habrá quien pliegue velas o se cobije. También los habrá que se lo tomen como algo personal y defiendan su castillo contra toda lógica y sentido.
Lo que es evidente es que el problema está ahí. Lo que ha pasado con Militao no es solo culpa del faltón, del irrespetuoso. Es de todos, porque se permite, se jalea, se toma a broma. Y no lo es. Esta profesión y la riqueza del castellano ofrecen mil recursos para ser crítico, y serlo muy ácido, sin tener que meterse en el fango. Pero estén seguros de que habrá más Militaos. Y el día que uno pase revista pues habrá que asumirlo. Es lo que pasa cuando se atraviesan fronteras que se deben respetar siempre, en cualquier circunstancia y ámbito de la vida.
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