María adoptó a su primer ksimerito el pasado 2 de noviembre. Le llegó en una colorida caja que hace las veces de incubadora junto a una lista de instrucciones detalladas. Además de una tarjeta de identificación, un acta de nacimiento y una cartilla de vacunación. Fue un bien día. María -de Sevilla, nueve años, con canal propio en YouTube, Los Juguetes de Hadabuena- ya tenía en sus manos al bebé muñeco venido de México, agotado a estas alturas en España y que ha levantado polémica: el ksimerito. Es "súper mono", proclamó ante sus seguidoras.
Los pequeños bebés, de colores llamativos, cabezas y ojos grandes, han causado furor estas Navidades. Son el juguete estrella. En la página web de su vendedor, El Corte Inglés, aparecen como agotados desde hace días. Y en las tiendas físicas también anuncian que no quedan existencias. Ni siquiera accesorios para complementar a las criaturas.
Pero la llegada a España de los ksimeritos, en octubre de 2018, no sólo ha sido exitosa. También ha generado mucha controversia. Se los acusa de ser sexistas, de fomentar el rol machista de la mujer. También de promover el consumismo y la dependencia a internet entre su público más entregado: las niñas de entre seis y 12 años, como María.
Los bebés Ksi-Merito nacieron en la empresa mexicana llamada Distroller, pero en España es otra, CIFE Group, quien se encarga de distribuirlos. Y con éxito. Vanessa Salamanca, directora nacional de la compañía, asegura a Crónica que el muñeco "ha superado cualquier expectativa". "La previsión inicial agotó existencias", añade. En menos de dos meses, hasta el 14 de diciembre de 2018, se vendieron más de 100.000 unidades en toda España, según ha publicado el diario Expansión. ¿Y la cifra total de ventas españolas? Salamanca explica que las están contabilizando, pero que seguro que superan de largo los dos millones de euros.
El juguete estrella de Reyes es parte de una de las tres líneas de artículos que, bajo el nombre de Neonatos, ofrece la marca mexicana. Son muñecos del tamaño de la palma de una mano con apariencia de bebés. Los primeros fueron creados en 2012 y tienen una historia propia, según la cual llegaron a la tierra desde el planeta Neonatitlán. Y hay variedades. El precio es alto: a partir de 46 euros. Y, según el juego, pagándolo la niña costea la "cuota de adopción". La compradora recibe además unas detalladas instrucciones para cuidarlos.
Pero eso no es todo. Como una suerte de complemento a la experiencia, Distroller creó al personaje de la enfermera Tania, que sí es una mujer de carne y hueso. Una actriz. Ella, a través de continuos vídeos difundidos en YouTube y en los puntos de venta, da consejos a las madres para mantener saludables a sus ksimeritos. Y, claro, les sugiere qué accesorios comprar para lograrlo: envases de vitaminas, una silla dental, un pañalero... ¿Su precio? Desde seis hasta 40 euros.
En México el éxito que cosecha la marca ya es relevante. Su línea Neonatos es líder en nurturing toys (juguetes de crianza), según una publicación mexicana especializada en economía. Así, han alcanzado resultados importantes con más de 2,5 millones de bebés comprados al año. La mente detrás de estos muñecos y todos los productos Distroller es Amparo Serrano, una diseñadora que saltó a la fama por sus creaciones con la imagen caricaturizada de la Virgen de Guadalupe (la gama Virgencita Plis) y que en 2015 constaba en la lista de las mujeres más poderosas de México que elabora por Forbes.
La polémica que se ha generado en torno a estos juguetes parte de uno de sus anuncios, que sumaba seis millones de reproducciones antes de ser retirado de YouTube. En el vídeo aparecen niñas vestidas como perfectas amas de casa al estilo Doris Day que sólo se dedican a cuidar a sus muñecos (los ksimeritos), ir a la peluquería o cocinar. La acusación: que potencian los estereotipos de género.
Teresa Agustín, portavoz de Fundación Mujeres, una de las organizaciones que se ha manifestado al respecto, explica que la campaña que venía desde México les impresionó "mucho": a su juicio, es un anuncio "absolutamente sexista y bochornoso" que en España no tiene cabida. ¿Y el neonato? "Hay muchas formas de verlo, también es una forma de cuidar", dice Teresa. "Los ksimeritos están al margen de cualquier postura ideológica, religiosa o política", replican desde la compañía.
La enfermera Tania tampoco ha gustado, este caso, al sector sanitario. "Volvemos a encontrar una vez más que en un producto comercial se expone la imagen de la enfermera cargada de tópicos y de estereotipos ya pasados", denuncia Mar Rocha, portavoz del Sindicato de Enfermería (SATSE). Tanto esta central como el Colegio de Enfermeras y Enfermeros de Barcelona (COIB) se quejan de que se ofrece una representación "desactualizada", "anacrónica" y "retrógrada" de la profesión. Desde el Colegio piden, además, que se retire toda la promoción de los ksimeritos. En su opinión, el personaje de la enfermera funciona "como un hilo conductor de un juguete que trata la salud como un bien de consumo compulsivo". De hecho, los enfermeros de Barcelona han enviado dos quejas formales a CIFE y a El Corte Inglés manifestando su descontento. Aún sin respuesta. "Se trata de una forma de juego diferente... Nosotros desde la empresa mostramos nuestra admiración y reconocimiento por la profesión de enfermería", contesta la portavoz de la empresa.
El debate no se agota ahí. Se ha hablado de que estos neonatos de plástico pueden generar dependencia de internet por la serie de vídeos de la enfermera Tania, y fomentar el consumismo en los niños. Porque se asocia el cuidado de un muñeco (bebé) con la compra de accesorios (medicina). La experta en psicología del juego Rosario Ortega lo explica así: "Todo lo que signifique que un objeto o juguete se lo dé hecho al niño, es decir, que dirija su atención a otro vídeo o a comprar otro objeto, es condicionar. Lo que implica orientar la mente del niño en una dirección que exactamente no tiene que coincidir con sus necesidades psicológicas". Para Ortega, "el juego es y debe ser siempre una actividad básica del aprendizaje espontáneo y natural". Coincide Nuria Guzmán, psicóloga educativa: el riesgo es aprender el cuidado "excesivo", demasiado detallado y dirigido. La polémica está servida. Y los ksimeritos, agotados.
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