Una nave industrial abandonada en un suburbio de Estocolmo. Hay poca luz y mucho ambiente. No habrá más de doscientas personas de público, pero chillan como posesos. Muchos son ultras de equipos de fútbol, que acuden a la velada con pasamontañas con los colores de su equipo. En el centro, unas vallas de obra marcan un perímetro. Y en su interior, dos luchadores proceden a pegarse una paliza.
No hay protecciones en las esquinas. Por no haber, no hay ni ring: pelearán sobre el pavimento. Tampoco habrá cuenta de protección si uno cae al suelo, ni entrenador que alivie las heridas con hielo entre asalto y asalto. De hecho, no hay asaltos. Ni reglas. Estarán zurrándose hasta que uno de los dos se rinda o quede inconsciente.
Es el nuevo club de la lucha. El más sangriento de Europa. Se llama KOTS, que es el acrónimo de King Of The Streets (Rey de las calles). Es una especie de UFC, esas artes marciales mixtas que practica Connor McGregor, pero con mucho menos glamour, presupuesto y medidas de seguridad. Un campeonato que, como su propio nombre indica, va de peleas callejeras. Los participantes suelen ser hooligans de diferentes clubes de Europa, aunque no sea una condición sine qua non para pelear. La ausencia de reglas es su elemento diferencial.
Muro de pagoEn este sangriento show participan luchadores de todo el continente. Y España se está colocando entre los países que más representantes mandan al evento. Son cuatro, por el momento, los hombres que forman parte del elenco nacional de peleadores del KOTS. El primero fue el ‘Pirrakas’, que es miembro de los Bukaneros (ultras del Rayo Vallecano) y uno de los hombres de confianza de Pablo Iglesias. Conocido por montar guardia en la puerta del chalet de Galapagar e intimidar a la gente que allí se concentraba para protestar. El Pirrakas debutó en enero bajo el nombre de Lister y se enfrentó a un luchador lituano. El madrileño tardó menos de medio minuto en ser noqueado.
Pero no todos los españoles han corrido la misma suerte. Hay algún caso de éxito como el de Estébanez, un ultra del Deportivo Alavés que se impuso en la primera y única pelea que disputó. Ahora se acaba de incorporar otro ultra del equipo vitoriano que se hace llamar Guda. Los tres son 'antifa' y compiten por el equipo Randa, que es una marca de ropa de combate creada en Málaga. Hay un cuarto español, que pelea bajo el nombre de ‘Suárez’ (su apellido) y no tiene nada que ver con Randa ni con los otros tres luchadores 'antifa'. De hecho, está en las antípodas; Suárez se presenta como 'Madrid Hooligan' (una facción de Ultras Sur) y es miembro del grupo de extrema derecha 'Juventudes Canillejas'.
EL ESPAÑOL se adentra en KOTS, el más violento de todos los eventos de deportes de contacto. A pesar de ser clandestino, cuenta por millones las visualizaciones de sus combates en redes sociales. Se definen como "el club de la lucha más selecto del mundo, donde puedes ganar premios en metálico". Un premio cuya cuantía nunca se hace pública y que sólo se embolsa el que queda en pie. No hay ni un euro para el perdedor, que en ocasiones sale de allí con graves lesiones.
“La primera regla del Club de la lucha es: nadie habla sobre el Club de la lucha. La segunda regla del Club de la lucha es: NADIE habla sobre el Club de la lucha. La tercera regla es: la pelea termina cuando uno de los contendientes grita «alto», pierde la vertical o hace una señal”.
Un luchador ensangrentado vence un combateYoutube
Es una de las citas más conocidas de El Club de la Lucha, aquel libro de Chuck Palaniunk que luego fue llevado al cine en una película protagonizada por Brad Pitt. Lo que sucede con KOTS es similar a las dos primeras reglas: nadie habla sobre KOTS. Al menos con la prensa. Ni los organizadores suecos, ni los que han creado el equipo español. Los primeros dieron la callada por respuesta al ser contactados por este periódico. Los segundos, los españoles, rechazaron la propuesta con malas maneras.
KOTS está envuelto en un aura de secretismo. No hay entradas a la venta; lo único que se puede adquirir es la retransmisión por streaming, por el tradicional sistema de PPV (pago por visión). Para acceder a las peleas en directo hay que darse de alta en la página o en la aplicación de móvil y adquirir un pase que vale 18 euros. Hasta que no pagas, no te dicen cuándo se disputará el combate.
Se celebran en lugares poco accesibles, con cierta intimidad: los últimos eventos se han llevado a cabo en naves industriales abandonadas de las afueras de Estocolmo. Pero también se han celebrado veladas en las plantas superiores de aparcamientos públicos. Fue allí donde empezaron las hostias. Porque de eso va el KOTS: de hostias. Las imágenes no dejan lugar a dudas. La cantidad de sangre que se ve no es comparable a ningún otro deporte.
El combate en sí no tiene lugar en un ring. Ni siquiera en un octógono, como sucede en las artes marciales mixtas. Las peleas del KOTS se disputan en el frío suelo, en el pavimento de la nave industrial de turno. No hay un parqué que amortigüe las caídas. Tampoco hay cuerdas ni protecciones. Un perímetro de vallas de obras es todo lo que hay para separar a la ruidosa afición de los luchadores.
Un luchador del KOTS. E.E.
King of the Street sigue las dos primeras reglas del Club de la Lucha, la de no hablar de ello. ¿Y la tercera? Casi también. La que dice que la pelea solamente se para cuando un contendiente grita “alto” o pierde la vertical. En el caso del KOTS, la organización es bien explícita con respecto a las reglas: “No hay reglas; golpear en el suelo y el grappling [agarre, estrangulación y luxación de las extremidades del adversario] por supuesto que está permitido”, cuentan en su web.
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— Eric Peoples Sat Jan 19 00:34:06 +0000 2019
Otra diferencia con respecto a las artes marciales mixtas (MMA), donde se disputan 3 o 5 asaltos, es que aquí no hay rounds. El combate da inicio cuando lo dice el árbitro y concluye cuando hay un KO, cuando uno de los dos luchadores se rinde, o cuando el árbitro decide para la pelea. Son los únicos supuestos en los que se detiene el combate. Si no se da ninguno de estos supuestos, la pelea sigue hasta que alguno cae.
La organización solamente impone dos normas: la primera es que cada contendiente se medirá a alguno cuyo estilo de lucha sea similar al del contrario. Un experto en taekwondo peleará contra otro experto en taekwondo. Uno que practique muay thay (boxeo tailandés) lo hará con uno que practique la misma disciplina. Y así sucesivamente. Pelean, por cierto, sin guantes. Algunos incluso, sin la indumentaria adecuada: salen a luchar en vaqueros.
La otra limitación que ponen en el KOTS estriba en el peso de los contendientes: no puede haber más de 5 kilos de diferencia entre ambos. “Si pesas 75 kilos, podrás pelear con rivales que oscilen entre los 70 y los 80”, puntualizan. No obstante, también hay una sangrienta excepción para ambas normas: “Si se trata de una pelea en la que dos personas quieren resolver sus diferencias peleándose entre sí, no nos importará la diferencia de peso ni la modalidad de combate”.
En KOTS no hay ring; unas vallas de obra marcan el perímetro de la zona de combateKOTSFIGHT.COM
¿Quién pelea en KOTS? En principio, el que se atreva. No hay más requisitos. Pero KOTS ha acabado siendo conocido en el mundo de los deportes de contacto como “la UFC de los ultras del fútbol”. Porque de allí proceden la mayoría de los combatientes. Siguen así la última moda de los grupos ultras europeos: quedar para zurrarse. Una costumbre que nació entre hinchadas radicales de Rusia y Polonia, y que ha corrido como la pólvora en el mundo hooligan en los últimos años. Sin ir más lejos, los radicales del Real Madrid y del Atlético de Madrid protagonizaron una de estas peleas en un bosque antes de que se jugase el último derbi madrileño.
No todos vienen de las gradas, porque muchos no tienen vinculación con ningún equipo. A esos se les llama simplemente ‘streetfighter’ (luchador callejero). Pero en el elenco de luchadores con el que cuenta KOTS, lo que más abunda son los hooligans de diferentes equipos de fútbol europeos. Hay, por citar algunos ejemplos, ultras del Brondby (Dinamarca), del Lille (Francia), del Slavia de Praga (República Checa), de los dos Borussias alemanes (el Dortmund y el Moenchengladbach, cuyo representante, una bestia llamada Mac, pelea con la camiseta de su equipo de fútbol) o del Kiel, también germano.
Estebanez, uno de los españoles que combaten en el KOTS. E.E.
¿Y España? Paradójicamente, a pesar de ser el país más alejado de Suecia de cuantos participan KOTS, se está convirtiendo en uno de los que tiene más representación en este evento. Cuatro son los luchadores que proceden de España. Proceden, sin más, porque no hay nada parecido a una ‘selección española’. Todo lo contrario: la representación hispana está conformada por cuatro luchadores, tres de ellos se autodenominan 'antifa' y son del mismo equipo. El cuarto es un boxeador madrileño que forma parte de un grupo de extrema derecha
El español pionero en estas lides fue un íntimo amigo de Pablo Iglesias. Se trata de Iñaki Jiménez ‘Pirrakas’, uno de los hombres fuertes de Bukaneros, la hinchada radical del Rayo Vallecano. Iñaki Jiménez es un habitual a las puertas del chalet del líder de Podemos, donde lleva a cabo tareas no oficiales de seguridad e intimidación de los manifestantes que van a protestar a las puertas del chalet, tal y como explicamos en EL ESPAÑOL.
Lister, también conocido como 'El Pirrakas'. E.E.
La trayectoria del ‘Pirrakas’ en KOTS ha sido decepcionante. Suyo es el dudoso de honor de haber perdido una de las peleas más rápidas de estos eventos, El ‘Pirrakas’, que se presenta como “Rayo Vallecano Hooligan”. Para pelear emplea el nombre de Líster, aquel militar gallego que llegó a ser capitán del ejército rojo de la URSS. La mala suerte hizo que el ‘Pirrakas’ quedase emparejado en su debut con el luchador lituano Vytautas ‘Kapa’ Kubilius, que a buen seguro no guarda buen recuerdo de la ocupación soviética de su país. Vytautas destrozó al ‘Pirrakas’ en menos de 30 segundos.
Los dos siguientes son ultras babazorros (esto es, del Deportivo Alavés). El primero se hace llamar Estébanez y cuenta con un bagaje de victorias sensiblemente más digno que el del guardaespaldas de Pablo Iglesias. Estébanez solamente ha disputado una pelea y ganó. Fue contra un húngaro que lucha con el sobrenombre de V, y que acabó rindiéndose tras recibir un terrible rodillazo en la cabeza cuando se encontraba sometido en el suelo.
Fran Suárez.
El otro está a punto de debutar. También pertenece a la hinchada radical del Deportivo Alavés. Se hace llamar Guda, que en vasco significa guerra. Aún no se ha estrenado. Y lo hará precisamente en una especie de lucha fratricida contra otro 'rookie' español. Se trata de Fran ‘Mi vida loca’ Suárez. Un boxeador que se presenta como ‘Madrid Hooligan’, que es una facción de Ultras Sur, y que pertenece a 'Juventudes Canillejas', el grupo ultraderechista que escrachó a Pablo Iglesias. Suárez y Guda se enfrentarán en la próxima velada. Será en breve, pero no se sabe cuándo, porque eso también es secreto. Los mismos organizadores de KOTS lo advierten en sus redes sociales: “No preguntes la fecha: paga tu abono para tener más información”.
Detrás de estos combates hay varias marcas de ropa de combate. La organización de KOTS la lleva Askari, que es una firma sueca. En España tienen a unos homólogos que se hacen llamar Randa. Ellos son los que han montado el equipo de tres 'antifas' (El Pirrakas y los dos del Alavés) para pelear en Suecia. Se ha popularizado recientemente por seña de identidad de las hinchadas radicales de extrema izquierda. Especialmente de Bukaneros.
Una de las pocas zonas de respiro en el KOTS. E.E.
EL ESPAÑOL ha intentado hablar con los responsables de Randa, que rechazaron la propuesta de malas maneras. Concluyeron que no hablan con periodistas. A pesar de que no hablan con periodistas. EL ESPAÑOL ha podido saber que Randa es una marca de ropa de combate que nació en Málaga en 2015 y fue creada por jóvenes que proceden del mundo ultra. En Madrid se vende en una tienda de Vallecas llamada Bestiario. Son prendas caras, no aptas para bolsillos proletarios.
Así, cuatro españoles van rumbo a Estocolmo para partirse la boca (o que se la partan) en la próxima velada de KOTS. ¿Cuál es el premio por ello? Es dinero. Tal y como anuncian KOTS en su página, los gladiadores pelean por “premios en metálico”. Pero tampoco este dato lo hacen publico. Ni siquiera al que paga su abono. "No preguntes demasiado sobre el dinero: tendrás la información cuando te inscribas por Telegram para luchar", advierte la organización. Un dinero que sólo percibe el que queda en pie. El que pierde no ve ni un euro.
KOTS lleva dos años, pero es ahora cuando empieza a gozar de popularidad. Las hinchadas de clubes de toda Europa van preparando a sus soldados más salvajes para que representen allí los colores de su equipo. Explican en las redes que será este verano cuando se celebre la velada más grande de cuantas se han organizado hasta la fecha. Una especie de Champions League de las hostias, con los principales equipos de Europa defendiendo el escudo de su equipo. De momento, el Rayo ha perdido de forma humillante, el Alavés es el único que ha puntuado… pero en breve se enfrentará contra el Real Madrid. Todos pelean por ser el Rey de las calles.
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