Stefanía Ómarsdóttir, una joven islandesa de 29 años que hoy reside en Chile, aseguró que muchas historias que se cuentan sobre su país se alejan realmente de la realidad.
En entrevista con La Hora, la mujer que vive hace dos años en el país junto a su marido chileno, relató que el centro de Islandia «es inhóspito, muy volcánico, muchos glaciares. No hay carreteras para llegar ahí. Por eso la gente se juntó cerca del mar, se vivía de la pesca».
Hoy, Stefanía, oriunda de la capital Reikiavik, disfruta el debut de su país en el Mundial de Rusia, aunque asegura que antes no gozaba del fútbol por culpa de su padrastro: «Cuando él veía fútbol nadie podía ver nada en la tele. Ni siquiera veía a la selección: le gustaba el Liverpool».
En Barcelona, la joven estudió animación y diseño multimedia y aprendió a hablar fluidamente el español. Ahí comenzó a disfrutar del fútbol. Stefanía aclara que Ómarsdóttir no es su apellido, sino que significa «hija de Omar», en alusión al nombre de su padre. Las mujeres en Islandia suman el «dóttir», mientras que en los hombres es «son» o «sson», según el caso.
Respecto a los comentarios positivos que abundan por estos días sobre su país, Stefanía llama a la calma: «Para mí es mucho mito. Es muy visible la lucha por la igualdad de género, pero estamos lejos del nivel de igualdad completa. Las diferencias de salario son aún muy grandes. Y los banqueros que fueron encarcelados, ya están sueltos. Hay mucha corrupción aún. No es un país perfecto. Los delitos sexuales siguen siendo muy frecuentes allá», argumentó.
Sin embargo, aseguró que le impacta que la educación sea pagada en Chile: «Allá en Islandia es algo básico. En mi colegio yo iba con niños de cualquier familia, es mucho más integrado. Hay un solo colegio privado que llega hasta los 11 años, y después ellos se iban al mío. Si alguna vez tengo hijos, me gustaría que fueran al colegio en Islandia: es más inclusivo y tolerante», recalcó la islandesa.
De niña, la joven aseguró que creció sin sentir discriminación por su género. Los estereotipos no se hicieron sentir durante su infancia: «Jugaba con mi mejor amigo y su hermano a ser Batman, y ellos tenían un montón de muñequitos. Mi mamá en ese tiempo cuidaba niños, y a las niñas les regalaba autitos», comentó.
Dada la baja tasa de delitos, la policía no tiene mucho trabajo en su país. «Mi hermana vive en un pueblo chico, donde la policía no tiene nada que hacer, salvo pillar gente por exceso de velocidad. Le han quitado la licencia dos veces por tener THC en la sangre», señala Stefanía.
También descarta que sea común ver auroras boreales todos los días: «Tiene que ser en invierno, oscuro, con frío y despejado. Cuando empezó el boom del turismo se hacían tours de auroras boreales, pero nunca se puede saber cuándo aparecerá una. Es suerte».
Stefanía también comentó la existencia de la app Islendinga, que les permite a los islandeses saber si se están involucrando amorosamente con un familiar lejano: «Hice el usuario y contraseña, pero no la tengo en el celular. Tengo una amiga islandesa que salió con un primo que no sabía que era su primo. Por la app lo supo, jajá».
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