En agosto de 2021, el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas publicó un informe que, tras analizar más de 14 mil artículos científicos, arrojó que dicho fenómeno es generalizado, de rápido avance y que se está intensificando. Ya estamos viviendo las consecuencias de un calentamiento global de 1°C, y por lo mismo, el reporte urge limitarlo a 1.5°C, para lo cual es necesario alcanzar una emisión cero en 2050. Si no se toman medidas y se mantiene el ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero, hacia 2100 el calentamiento puede situarse entre 3 °C y 4 °C. Las consecuencias serían más que catastróficas.

Mientras, la vida sigue ocurriendo en un ciclo que ya sería ingenuo calificar de infinito. La biodiversidad es la riqueza que sostiene toda la vida en el planeta, y de ella nos servimos los habitantes de la Tierra para prosperar. Pero somos solo los hombres y las mujeres quienes, diariamente, nos enfrentamos a decisiones que, en el corto y largo plazo, a nivel acumulativo o puntual, impactan este entramado. Desde lo micro -usar transporte público o auto; comprar o no ropa nueva, reciclar- hasta lo más global, las personas, empresas y gobiernos deben asumir costos, pero lo que no cambia es el hecho de que, sin una adecuada calidad de los ecosistemas, la capacidad productiva de ellos en beneficio humano se ve y se verá severamente limitada, afectando a las generaciones que vienen.

Con ese objetivo en mente, recientemente se creó la Cátedra Biodiversidad y Desarrollo Sostenible CMPC, en el marco de Endowment UC. “Esta cátedra es muy importante por varios motivos. En primer lugar, pone de relieve un tema realmente sustantivo en el Plan de Desarrollo de la universidad para los próximos años, y lo pone desde un formato de la investigación, de la formación en profundidad de nuestros estudiantes y del aporte al país. En segundo lugar, tenemos este compromiso de CMPC de colaborar al endowment de la universidad a través de la contratación de profesores que desarrollen esta temática. Y el endowment de la universidad significa un fondo patrimonial que mira hacia el futuro. Estamos trabajando sobre diversidad y sostenibilidad, pero también sobre sustentabilidad de la institución hacia el largo plazo, por lo tanto, esos dos aspectos creo que se unen perfectamente bien en esta cátedra”, expresó el rector Ignacio Sánchez tras el lanzamiento de esta iniciativa, el pasado 7 de diciembre.En la misma oportunidad, el presidente de CMPC, Luis Felipe Gazitúa, manifestó su ilusión por la cátedra y por lo que implica esta colaboración: “Pienso que tenemos en el mundo un desafío de marca mayor, que es combatir el cambio climático, naturalmente, y también hacer compatible el desarrollo productivo con el cuidado de la biodiversidad, y creo que la relación estrecha con la academia, en este caso con la Universidad Católica, es un camino muy importante y muy productivo para establecer lazos que permitan investigación, búsqueda e intercambio de experiencias, y también nos desafía a nosotros para hacer mejor las cosas”.

Biodiversidad, aspecto clave del desarrollo

La biodiversidad, explica el profesor de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal Cristián Bonacic, corresponde a todas las formas de vida que habitan el planeta. Sin ellas, los ecosistemas, y los múltiples beneficios que aportan a la humanidad, no existirían. El desarrollo sostenible, en tanto, implica, en términos simples, que el uso y goce de la naturaleza que efectúe una generación no prive a las siguientes de hacer lo mismo, indica el director académico de la cátedra y también docente de dicha facultad, Rodrigo Arriagada: “El concepto de desarrollo es, por definición, multidimensional. ‘Desarrollo’ no es lo mismo que ‘crecimiento’; un país puede crecer económicamente hablando, pero esto último es un ingrediente más para el desarrollo (…) Agregarle el adjetivo de ‘sostenibilidad’, es que eso pueda permanecer. El desarrollo sostenible es un tema de equidad entre generaciones”.

Por un futuro sostenible y biodiverso

Este vínculo intrínseco entre biodiversidad, sostenibilidad y bienestar ha ido progresivamente siendo reconocido a nivel planetario. Un hito en ese sentido fue la Convención sobre Diversidad Biológica de 1992, que es el primer tratado internacional que abarca todos los aspectos de este tema, desde la conservación y el uso sustentable de los recursos biológicos hasta el acceso a la biotecnología y la seguridad en actividades relacionadas con organismos vivos modificados. Hoy, la Agenda 2030 de las Naciones Unidas incluye entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible la conservación de la biodiversidad para el bienestar humano. Asimismo, en 2012 se conformó la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Biodiversidad Ecológica y Servicios de los Ecosistemas, IPBES, que cumple un rol semejante al del IPCC en cuanto a que proporciona evaluaciones sobre el estado de conocimiento de la biodiversidad del planeta, los ecosistemas y de los beneficios que entregan a la humanidad, así como herramientas y métodos para proteger y usar de forma sostenible los recursos naturales. “Por primera vez se entiende que no es lo uno o lo otro. La protección de la naturaleza es una responsabilidad humana”, acuña Cristián Bonacic. “Los beneficios que provee la naturaleza son esenciales para enfrentar el cambio climático y los múltiples desafíos, como la contaminación ambiental y el deterioro de la capacidad productiva de los ecosistemas para producir alimentos”, agrega el también médico veterinario y PhD en Zoología de la Universidad de Oxford.

Por su parte, Piergiorgio Di Giminiani, doctor en Antropología del University College London y profesor asociado de la Escuela de Antropología UC, plantea que la biodiversidad es un concepto que tiene extremo ascendiente en múltiples niveles para el ser humano: “En un principio existe un valor material; sin un mínimo de protección de la biodiversidad no serán sustentables muchas actividades económicas. Pero más importante aún es que la biodiversidad explica la variedad del mundo a todo nivel, social, cultural, económico. Sin tener una concepción de la necesidad de protegerla estamos negando la biodiversidad de experiencia humana, de sociedad, de muchos elementos”.De ahí que la mirada esté hoy puesta en cómo propiciar las condiciones que permitan que esta riqueza se despliegue a nivel general y no en, como era antiguamente, proteger a determinadas especies solamente. Di Giminiani señala, por ejemplo, que antes los humedales eran secados para dar espacio a la agricultura; hoy, en cambio, se ha llegado al consenso de que hay que salvaguardarlos porque se reconoce que crean condiciones para la existencia de múltiples formas de vida.

Conocimiento para vivir

En el cuidado del medio ambiente, la humanidad completa está involucrada: cada persona, cada empresa, cada gobierno, cada organización, deja una huella en el entorno, y para que ese impacto sea positivo, emergen aspectos clave, como conocimiento, educación y colaboración. “El conocimiento que se necesita para tomar decisiones sobre desarrollo sustentable es bastante sofisticado y complejo, porque tiene un alto componente científico-técnico, como en el cambio climático, y un alto componente ético y moral”, dice la profesora del Instituto para el Desarrollo Sustentable Francisca Reyes. En ese sentido, la doctora en Relaciones Internacionales de la Fletcher School of Law and Diplomacy de la Universidad de Tufts, explica que la academia tiene varios roles centrales e irremplazables en este tema. Uno de ellos, naturalmente, es la generación del conocimiento. La doctora Reyes explica que, en la actualidad, no solo sabemos qué está sucediendo y por qué, sino que además hemos podido desarrollar innovación y alternativas de cambio que ofrecen la esperanza de lograr una mejor relación con el entorno. Sin la innovación que emana del conocimiento, por ejemplo, todavía las matrices energéticas estarían exclusivamente ancladas en los combustibles fósiles. De la misma forma, el estudio de las soluciones basadas en la naturaleza, es decir, aquellos sistemas o procesos naturales usados para ayudar a lograr los objetivos sociales, también han sido clave, ya que estas podrían contribuir hasta en un 30% de la mitigación climática necesaria para 2050.Pero hay otros dos aspectos inseparables del quehacer universitario a los que es necesario prestar atención: la educación y el intercambio de conocimiento con la sociedad. “El conocimiento es la llave maestra, pero sin lugar a dudas la educación es muy necesaria, porque estos desafíos están muy anclados en micro decisiones que se toman a nivel individual; no son decisiones que solo pueda tomar un grupo de directivos o científicos, requieren de cambios en el comportamiento de seres humanos a nivel individual. La educación entonces, parece ser un elemento clave. Por último, creo que un gran desafío es que la comunidad científica sea capaz de involucrarse de manera más activa y permanente con los distintos estamentos de la sociedad que requieren de la información para tomar decisiones, y de manera muy central están quienes toman decisiones a nivel ejecutivo y legislativo, por supuesto”, precisa la profesora.

Cristián Bonacic y Rodrigo Arriagada coinciden, por su parte, en que asimismo es fundamental la interdisciplina y colaboración al momento de abordar este tema, aspectos que justamente quiere relevar la Cátedra Biodiversidad y Desarrollo Sostenible CMPC, que contemplará la contratación de un profesor o profesora. “La conservación de la biodiversidad no es solo es una disciplina biológica, sino que requiere conocimiento de las ciencias sociales, filosofía, ética y economía. Estoy muy optimista de que se pueda crear un grupo de trabajo en conservación de biodiversidad con los académicos que ya estamos en la universidad que puede albergar y apoyar el trabajo de este nuevo académico que se integre bajo la lógica de un endowment”, dice Bonacic. Arriagada, por su parte, destaca que este modelo, junto concebir una nueva forma de colaborar entre la universidad y la empresa, establecerá un lugar de colaboración dentro de la universidad: “La cátedra va a producir también ese espacio para que académicos de otras facultades podamos sentarnos a pensar en conjunto sobre problemas socioambientales complejos”.Por su parte, Pedro Bouchon, vicerrector de Investigación de la Universidad Católica, destaca que este tipo de iniciativa contribuye a impulsar “conversaciones entre el mundo privado, la academia, entre el Estado, también por supuesto en interacción con la sociedad civil, y de esta forma ir entendiendo cuáles son las necesidades de desarrollo; a partir de estas conversaciones, generar acciones, posibilidades, poder entender nosotros como universidad de qué forma tenemos que estar reaccionando a las demandas que tiene la población”.

La Cátedra Biodiversidad y Desarrollo Sostenible CMPC se enmarca en el Endowment UC, que busca expandir el quehacer de la Universidad Católica, entregándole sustentabilidad en el tiempo. El endowment, o fondo patrimonial, se utilizará para potenciar la investigación y el desarrollo académico en el plantel, así como para entregar más y mejores becas a los estudiantes que las requieran. A esta iniciativa se suman la Cátedra de Sustentabilidad Hídrica Antofagasta Minerals y la Cátedra Transformación Digital Entel, que buscan fortalecer la investigación multidisciplinaria que se efectúa en la Universidad Católica en materias relativas a la gestión del agua y el cambio climático, y al proceso de digitalización, respectivamente.

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