Sostenibilidad es una palabra grande. Pero en lo referente a nuestras acciones, si todos pusiéramos nuestro granito de arena, sumaría mucho. Lo que consumimos en nuestros hogares puede tener repercusiones directas en los ecosistemas más grandes y vitales del mundo y lo único que necesitaríamos para cambiar las tornas de la devastadora pérdida de especies y biodiversidad es pasar a la acción.
El pasado Día de la Tierra, National Geographic puso en marcha Planet Possible, una iniciativa cuyo fin es capacitarnos para llevar una vida más ligera en nuestro planeta. Este es un año fundamental. Este noviembre, el Reino Unido acogerá la 26.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP26, en Glasgow. Prestando especial atención al cambio climático, la sostenibilidad y la pérdida de biodiversidad, se trata de una oportunidad para que líderes mundiales, científicos y ecologistas acuerden acciones globales y coordinadas. En un planeta fatigado por una pandemia mundial, puede que esta no parezca la preocupación más acuciante, pero en realidad la salud de nuestro mundo y la aparición de enfermedades como la COVID-19 están relacionadas de más formas de las que nos imaginamos. (Sigue leyendo: Para prevenir las pandemias, dejemos de ser irrespetuosos con la naturaleza.)
Todos y cada uno de nosotros tenemos la capacidad de crear un cambio positivo mediante las decisiones que tomamos cada día: te proponemos 26 maneras de empezar.
Sigue leyendo acerca de Planet Possible.
De todas las materias primas que extraemos de la naturaleza y convertimos en productos, aproximadamente dos tercios acaban convertidas residuos. Por tanto, la salud del planeta depende de que todos compremos de forma sostenible aquello que necesitamos y lo reutilicemos cuando hayamos terminado. La forma de un futuro exitoso y sostenible es redonda: una economía circular en la que utilizamos los recursos con moderación y reciclamos constantemente. «Nuestra idea de una economía circular es una en la que se eliminan los residuos y la contaminación, en la que siguen utilizándose los materiales y los productos y en la que la naturaleza se regenera, todo ello mediante el diseño», afirma Ellen MacArthur, exregatista británica y fundadora de la Fundación Ellen MacArthur. «Una economía así equilibraría las necesidades de la sociedad con las de nuestro planeta».
«Criar y matar a 80 000 millones de animales cada año para alimentarnos supone un coste enorme para nuestro planeta, sobre todo por el terreno necesario para criar y cultivar su pienso, ya sea soja, maíz o hierba», afirma el cineasta Kip Andersen, productor de los documentales medioambientales Cowspiracy y Seaspiracy. Según Andersen, «esta es la causa principal de la destrucción del hábitat, el consumo y la contaminación del agua, la deforestación y la extinción de la fauna. Sustituye los ecosistemas biodiversos por monocultivos (soja, maíz o hierba) y monoespecies (vacas, cerdos o pollos)». Se prevé que el mercado mundial de alternativas a la carne supere los 5700 millones de euros para 2025 y los productos de origen vegetal están atrayendo incluso a los más acérrimos amantes de la carne, que se preocupan por su bienestar personal y el de los animales. Esto, unido al elevado coste ambiental de su producción, hace que reducir el consumo de carne y productos lácteos sea una de las formas más eficaces de limitar nuestra huella ecológica, además de sus posibles beneficios para la salud.
Plantéate cambiar a una empresa o cooperativa de energía verde. También puedes instalar un contador inteligente para gestionar y vigilar tu gasto de energía y reducir las emisiones de carbono. En el Reino Unido, por ejemplo, las políticas que fomentan la generación de electricidad sin carbón y las tecnologías emergentes condujeron a una reducción de un 67 por ciento en las emisiones de CO2 del sector energético entre 2008 y 2019, y el precio de la energía eólica marina bajó de 150 libras/MWh a unas 40 libras/MWh, pero en torno al 22 por ciento de las emisiones de carbono del país todavía proceden de los hogares.
Producimos 300 millones de toneladas de plástico cada año: el peso aproximado de toda la población humana. Las restricciones por la COVID-19 han convertido los pícnics en la forma ideal de reunirse, pero no suelen ser la forma más verde de comer, como demuestran tristemente las playas y parques plagados de plástico. Ante esta realidad, la organización de conservación marina Ocean Generation aspira a abordar este tsunami de residuos plásticos con consejos fáciles de seguir en su Picnic Without Plastic Challenge.
Solo se recicla en torno al 9 por ciento de los residuos plásticos y el resto acaba en los vertederos, los ríos o el mar. «Cada vez que el plástico atraviesa el sistema, se recicla con cada vez menos calidad hasta que finalmente no puede reciclarse y se quema o se entierra», explica Jo Ruxton, fundadora de Ocean Generation. «Por desgracia, no podremos salir de esta crisis ambiental reciclando». Así que trata de llevar una taza, una botella de agua y cubiertos reutilizables cuando comas fuera.
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